Un viaje hacia la PrehistoriaArte RupestreArte Rupestre

La Comarca de Los Vélez cuenta con muchos atractivos turísticos, que parten de su rico patrimonio, uno de ellos lo encontramos en las muestras de arte rupestre que aparece en un gran número de abrigos y cuevas

Un viaje hacia la PrehistoriaArte RupestreArte Rupestre
Rosario Cano

21 de enero 2010 - 01:00

La Comarca de Los Vélez cuenta con muchos atractivos turísticos que parten de su rico y variado patrimonio, uno de ellos, lo encontramos en las muestras de arte rupestre que aparece en un gran número de abrigos y cuevas, declarado Patrimonio de la Humanidad desde 1998 como parte del conjunto de Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica. Pinturas rupestres pertenecientes al horizonte artístico del Paleolítico han sido descubiertas en la zona en épocas recientes, pero la distribución del Arte Levantino en Los Vélez no ha sufrido incremento en cuanto a nuevos hallazgos desde el año 1915 cuando Breuil y Motos realizaron el inventario de abrigos de este arte en la Comarca. La pintura esquemática, por su parte, está presente en un elevado número de manifestaciones en la zona.

Los abrigos y cuevas con yacimientos de arte rupestre, entre otros, son los de Lázar, Queso, Maina y Chiquita, en María, y el Estrecho de Santonge, Lavadero Tello, Cueva de Ambrosio, Gabar, Tejera, Colmenas, Yedra, Letreros, Molinos, Panal, Hoyos y Las Covachas, en Vélez-Blanco.

Sin duda, una de las manifestaciones más emblemáticas del arte rupestre en Los Vélez es la Cueva de los Letreros, situada en el municipio de Vélez-Blanco, en las faldas del Mahimón, que merece una especial atención por la calidad y significación de sus pinturas rupestres. Éstas fueron dadas a conocer en 1868 por el almeriense Antonio Góngora Martínez en su libro Antigüedades arqueológicas de Andalucía. Su gran valor fue reconocido a partir de los estudios realizados por Breuil, Motos y Cabré en los primeros años del siglo XX y en 1924 el abrigo fue declarado Monumento Histórico Nacional.

Localizada en una zona agreste, la Cueva de Los Letreros tiene unos 25 metros de anchura, 10 de altura y 6 de profundidad, su tamaño y características físicas hacen suponer que no fue un lugar de habitación permanente y se puede afirmar que constituía un recinto dedicado a las diversas ceremonias religiosas relacionadas con el culto a los animales. Es lógico pensar en el carácter sagrado de este lugar si atendemos al cuidado con que están realizadas las pinturas.

Las representaciones de la Cueva de los Letreros van del naturalismo a lo esquemático y en ellas el color predominante es el rojo. Arqueros, hechiceros e ídolos son algunas de las figuras humanas que con especial personalidad aparecen en el abrigo. A pesar de que la famosa figura del Indalo se asocia a la Cueva de Los Letreros no se encuentra realmente en ella sino en un abrigo cercano a la misma, el de Las Colmenas, aunque en ella sí que se pueden ver figuras antropomorfas esquemáticas, como el Brujo, e incluso el primer árbol genealógico de la historia.

Por su parte, los animales representados son los ciervos y las cabras. Las representaciones esquemáticas se constituyen como verdaderos ideogramas cuyo significado, seguramente unido a expresiones rituales, escapan en numerosas ocasiones a la comprensión y podrían suponer el origen de un alfabeto ideográfico.

También merece la pena destacar las obras de acondicionamiento, limpieza y musealización llevadas a cabo hace unos años en la Cueva de Ambrosio, una actuación financiada por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y coordinada por el investigador y profesor Sergio Ripoll, que en 1996 descubrió las manifestaciones paleolíticas pintadas y grabadas en la Cueva. Las obras realizadas consistieron en la demolición del cierre de hormigón armado que protegía la cueva y que ha sido sustituido por una verja con elementos estructurales de acero y una puerta de acceso.

El entorno que acoge la Cueva de Ambrosio es la primera impresión positiva que se llevan los que la visitan ya que ofrece uno de los rincones más singulares de la Comarca. Una vez dentro, sin duda alguna el protagonismo se lo lleva la pintura del caballo en ocre rojo, la más espectacular del abrigo y además la que más se aprecia a simple vista, ya que otras muestras pictóricas y sobre todo los grabados son difíciles de ver, siendo necesario indicar exactamente donde están y dibujar sobre ellos una línea imaginaria para obtener la figura.

La Cueva de Ambrosio es una de las pocas estaciones con arte rupestre parietal de la Península Ibérica datada de una manera absoluta donde se encuentran figuras al aire libre y no en la profundidad de una cueva desprovistas de iluminación natural.

La Cueva del Gabar también cuenta con uno de los mejores grupos de pinturas rupestres de arte esquemático. Se encuentra en un habitáculo que se sitúa sobre el abrigo principal de forma que es difícilmente accesible. Existen pinturas antropomorfas, de animales y símbolos diversos, todas en color rojo y en buen estado de conservación. Sus dimensiones no sobrepasan los cuatro metros de anchura en la boca por uno y medio de altura. Su elemento temático está compuesto por figuras bitriangulares, seguidas de soliformes. También destacan la presencia de un ciervo y varios zigzags. Sólo una figura humana interpretada como un arquero domina el panel en su parte izquierda.

Por último, también podemos destacar las pinturas de los abrigos de los Lavaderos de Tello. Con esta denominación se conoce un conjunto de oquedades abiertas en un potente frente rocoso en una de las curvas del arroyo del Moral. Este conjunto de abrigos contienen muestras de arte levantino (Cama del Pastor) y arte esquemático.

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