2025, el año de Franco (IV): el General Franco embalsamado

Historia

«Franco murió el 19-N, yo lo embalsamé esa noche. Hay secretos que me llevaré a la tumba», fueron palabras del Dr. Antonio Piga

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Feretro tapado por la bandera.
Feretro tapado por la bandera. / D.A.

Aún pasando muchos años, el Dr. Piga conservó intacto el recuerdo de aquella madrugada, pero solo como un capítulo más de una vida plena como la suya. “Si bien pienso de vez en cuando en la muerte, en relación con la vida, e incluso en mi propia muerte, la de Franco no viene nunca a mi memoria”.

En aquella fecha, el profesor Josep Lluís Mulero saltó a los medios de comunicación por ser consultado, como máxima autoridad competente, sobre si se debía embalsamar nuevamente el cuerpo de Francisco Franco. El dictador fue embalsamado, tras su muerte, en noviembre de 1975 por el profesor Piga y su equipo de forenses. Y según Mulero: “La conservación de Franco se hizo en las condiciones idóneas para que ningún elemento exterior pudiera afectar al cuerpo. Fue embalsamado, sin extraer las vísceras, sin vaciar el cráneo ni taponar orificios, por lo que el cuerpo se irá deshidratando y endureciendo con el paso de los años. Nos encontraremos un cuerpo momificado y en buen estado”.

Antonio Piga (Madrid, 1939) era un joven médico forense cuyo teléfono sonó la noche del 19 de noviembre para acudir al Hospital de La Paz a embalsamar a Franco.

“Yo tengo la seguridad de que no fue el 20 de noviembre. Tengo la seguridad de que cuando me llamaron a mí ya había fallecido el General. A las once y media, del día 19 ya estaba muerto”, en palabras del Dr. Piga.

Francisco franco no murio el 20 de noviembre
Francisco franco no murio el 20 de noviembre / D.A.

Llevaba días con los instrumentos en el maletero del coche, porque la agonía del dictador les podía hacer necesarios en cualquier momento. Cargó sobre sus hombros con la última imagen íntima del dictador: desnudo, en una habitación vacía, con el rostro inexpresivo, postrado en una cama mientras España seguía pegada al transistor, y el último representante vivo del equipo de cuatro profesionales que embalsamaron al Caudillo para ser expuesto en público.

Después fue profesor de Medicina Legal de la Universidad de Alcalá, dio clase en la Facultad de Medicina desde 1980 Piga no tenía mucho trato con el denominado “equipo médico habitual”, pero un mes antes el doctor Pozuelo habló con él para que estuviese listo para intervenir en cualquier momento. La confirmación de que el embalsamamiento se iba a producir esa misma noche llegó a las 00.00 horas, “luego la muerte se tuvo que producir el día 19”. Como ocurre habitualmente, el historial médico contradice la versión oficial, que sitúa el óbito de Franco en el 20-N, aniversario de la muerte de Primo de Rivera. Piga lo cree debido “a que no se sabía cómo iba a reaccionar la población y también porque ante la muerte de un jefe de Estado que había estado tanto tiempo en el poder hay que tomar muchas decisiones”.

El ambiente en el hospital, aquella noche, era especialmente tranquilo. El Dr. Piga entró por la puerta de atrás acompañado de sus colegas. Descargaron el material y accedieron a una planta vacía, de donde había desaparecido hasta la guardia pretoriana de Franco. Nadie los supervisó, no recibieron ninguna instrucción, trabajaron a solas.

A la una de la mañana, ya entrados en el día 20, se pusieron manos a la obra: desecaron arterias y venas y sustituyeron la sangre por un líquido conservador compuesto de formol, alcohol, agua y colorante: “Unos cinco litros en total, normalmente, aunque en el caso de Franco todo era más complicado por las operaciones que había sufrido, que hacen que la red vascular no esté íntegra y se saliese el formol por dentro”. Acabaron a las cuatro de la mañana. “Recuerdo que acabamos nuestra misión y se presentó un artista y le hizo una máscara. Después lo vistieron, pese a estar en una caja metálica dentro del ataúd de madera, y de esa capa está soldada, el cuerpo se habrá ido desecando y apergaminando, pero estará claramente reconocible, con su uniforme y una medalla de poco valor, que se le colocó en lugar de la que había lucido en vida y mientras estuvo expuesto en el Palacio Real”, explicó el forense, que no quiso entrar en detalles del cuerpo de Franco. Llegó a casa y vio en la televisión al dictador que había conocido siempre: vestido y reverenciado por los suyos. Y se sorprendió del anuncio de la muerte a las 4.30 de la mañana. El Dr. Piga está convencido de que murió en las últimas horas del 19 de noviembre. ¿Qué razón había para retrasar el óbito oficial y la Operación Lucero que cubrió las espaldas del régimen en las siguientes horas? El caso es que Franco al final murió “porque el médico gana batallas pero siempre pierde la guerra”.

Funeral de Francisco Franco.
Funeral de Francisco Franco. / D.A.

De aquellas cuatro horas que pasó inyectando formol en vena en el cuerpo de Franco guarda algunos secretos que se llevará a la tumba: “Aunque interese mucho a la colectividad, el interés público tiene límites, no deja de ser un paciente”, explicaba en su despacho de la Facultad de Medicina. El Dr. Piga tuvo en el recuerdo muchas cosas de aquel día. Junto a su padre, el Dr. Bonifacio Piga se encontraban también el Dr. Modesto Martínez-Piñeiro y el Dr. Haro Espìn, experto en la conservación de cadáveres.

Carmen Polo, esposa de Franco, no quería que fuese embalsamado. Pero fue decisión del Gobierno, que ella aceptó. Es difícil saber quién mandaba en aquellos momentos de zozobra y secretismo.

Franco fue sin duda su paciente más ilustre, aunque había embalsamado a más de una veintena de persona. Su primer trabajo de forense fue en Vilanova i la Geltrú, donde el embalsamamiento es un servicio más requerido debido al gran número de turistas que se ahogan y que han de ser devueltos a sus países. Hay dos grandes tipos de embalsamamiento. El practicado con Parafina es el aplicado en los casos de Lenin, Ho Chi Minh o Eva Perón. Con este procedimiento se consigue que la persona luzca como en vida. En el caso de Franco la exposición iba a ser limitada en el tiempo, por lo que el cuerpo puede ir desecándose aunque no se corrompa. Aquí se usa formol. El forense cree que con frecuencia cometemos el error de vivir de espaldas a la muerte. Como forense vio muchos cadáveres, pero cree que en otros países como México se toman el fin de la vida de manera más natural. Desde la distancia todo se ve de otra manera. Algunas veces el rigor está en la imaginación.

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