Almería

ALCUDIA DE MONTEAGUD. La gitana que bailó sobre una piedra

Romería devocional

Romería devocional / Martínez Botella (Almería)

Francisco Martínez Botella, estudioso del folclore almeriense rural y de la sastrería histórica, glosa en el libro <Ntra. Sra. de la Cabeza de Montahur. Historia de una devoción cuatro veces centenaria (2007)> la fenomenología religiosa y civil del acontecimiento mariano, con especial énfasis en la muy concurrida romería anual en honor de la Virgen durante el segundo domingo de septiembre. Entre sus capítulos destaca la sorpresiva aparición de la talla en el tronco de una encina –allá por el año 1600- a un pastor de Lorca, de nombre Mateo; y da cuenta de Pedro Venteo, primer mayordomo de la cofradía erigida al efecto. Finalmente reproduce el siguiente cuento/leyenda publicado en junio de 1908 por Domingo Sebastián en el diario católico La Independencia: Francisco Martínez Botella, estudioso del folclore almeriense rural y de la sastrería histórica, glosa en el libro <Ntra. Sra. de la Cabeza de Montahur. Historia de una devoción cuatro veces centenaria (2007)> la fenomenología religiosa y civil del acontecimiento mariano, con especial énfasis en la muy concurrida romería anual en honor de la Virgen durante el segundo domingo de septiembre. Entre sus capítulos destaca la sorpresiva aparición de la talla en el tronco de una encina –allá por el año 1600- a un pastor de Lorca, de nombre Mateo; y da cuenta de Pedro Venteo, primer mayordomo de la cofradía erigida al efecto. Finalmente reproduce el siguiente cuento/leyenda publicado en junio de 1908 por Domingo Sebastián en el diario católico La Independencia.

Convento de La Purísima, Almería Convento de La Purísima, Almería

Convento de La Purísima, Almería

Baile suicida

Érase una vez… Un año decimonónico sin determinar subió a la cima de Monteagud una familia gitana con el fin de satisfacer el deseo de su primogénita calé, “un pimpollo, un clavel dorado”. Después de superar el mal trance del virulento tifus que azotó a la provincia, le había prometido a la Virgen “bailar a lo artístico” sobre una piedra plana, de muy pequeñas dimensiones; laja que delante de la ermita se asomaba peligrosamente al abismo. Visto el riesgo, el párroco se negó a lo solicitado por el padre. La gente se arremolinó, a favor y en contra, pero la muchacha “separándose de los espectadores y ligera como un ágil cervatillo subió a la corona de aquel muñón empinado, dio unas cuantas vueltas y bajó más que de prisa del horripilante trampolín”, entre ovaciones atronadoras. 

Piedra de la Gitana Piedra de la Gitana

Piedra de la Gitana

Enardecida por el inesperado éxito y antes de que los suyos pudieran impedírselo, se alzó sobre la resbaladiza plataforma “comenzando, airosa y gentil, con el cuerpo erguido, a bailar con incitadores movimientos, con singulares cadencias, con rítmicas suavidades”. La gitanilla principió un primer verso de cante andaluz, “su voz cristalina acabó de electrizar a la multitud”. De pronto, un grito horrorizado se escapó de todas las gargantas. En uno de los giros, Marina -que así se llamaba la danzante- rebasó el improvisado tablado y se produjo la inevitable desgracia. “Rebotando de peñasco en peñasco y dejando en ellos desgarrados jirones de su carne palpitante, salvó algunos centenares de metros y llegó a las profundidades del abismo”. No es gratuito por tanto que aquella pizarra solitaria, como desprendida del cerro, se le conozca con el nombre de Piedra de la Gitana, en recuerdo de la bailaora romaní que por cumplir insensatamente una promesa pagó con la vida su arte y osadía.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios