ALMÓCITA. A la luz de las candelas alpujarreñas
Almería
Por razones muy dispares en ocasiones alguien ajeno a la localidad acaba adoptando la “doble nacionalidad”. En otras se convierten en cronistas puntuales de sus excelencias. Fue el caso del poeta Julio Alfredo Egea quien, referido a su antiguo aljibe morisco (¿o era judío?), escribía con fina sensibilidad: “Casa sonora, dentro de ella, por sus bajos lo atraviesa el agua reidora de un lavadero público… “. Y contemporáneo a este, el catedrático de Literatura y esposo (y prematuramente viudo) de la añorada Celia Viñas Olivella, Arturo Medina Padilla (1915-Madrid, 1995), del que desconozco su vínculo afectivo con Almócita, a la que al parecer ya frecuentaba en sus años mozos. Así describía su paisaje y a sus gentes en Almeria, sus pueblos y sus lugares, editado por la Hermandad de la Virgen del Mar matritense:
Asentada en un altozanillo que la carretera bordea y oculta, se halla enclavada en terreno entre llano y montuoso, que asciende suave hacia los altos de Beires y que un tanto bruscamente se desliza por la hondonada que da cauce al Andarax. En Almócita no existe más altura notable construida que su iglesia. Sierra Nevada al norte, Monte Negro al noroeste y Sierra de Gádor al sur marcan sus límites orográficos; mientras que al oeste y este las lindes se difuminan en el valle longitudinal de su río… Donde la parra era planta emblemática y el campo era, de verdad, campo… Almócita ha sido –y lo sigue siendo- un sitio para saborear el pan de la amistad y la paz de las tierras labrantías. Un pueblo para aprender, con el simple saludo de sus gentes, certezas e hidalguías…
Noche mágica
Detrás de cualquier iniciativa se encuentra la mano del hombre que las hace posible. Francisco García García -alcalde de Almócita y funcionario del Estado- nació en 1961 en esta villa alpujarreña. Caminando por sus calles de traza morisca y judía se siente especialmente satisfecho ya que las considera su casa y a las 176 almas empadronadas su segunda familia: “No solo son vecinos sino personas acogedoras, generosas y, sobre todo, con un gran corazón”. Su primera incursión en la política se remonta a 1994, cuando ocupó cargo de concejal en el ayuntamiento hasta 1995, año en el que se convirtió en el regidor almociteño. Y así hasta nuestros días por decisión libre y democrática de su censo electoral. Uno de sus primeros retos fue el de ofrecer el máximo de oportunidades a los jóvenes para que no se viesen obligados a abandonar el pueblo por falta de estabilidad laboral y futuro vital.
Desde 2011 en Almócita tiene lugar una original y festiva velada a pie de calle, en un “espacio cargado de magia y romanticismo” (retransmitida en streaming en esta edición debido a la pandemia covídica. Noche en la que el pueblo iluminado tan solo por antorchas, candiles en las fachadas y otros elementos relacionados con el fuego. Ausente la luz artificial, nativos y visitantes confraternizan en actividades lúdicas: concierto a cargo de grupos alternativos, bailes en el barrio judío o talleres de reciclaje. Y es que como manifiesta Francisco García: “La Noche de los Candiles es más que una actividad cultural: intentamos hacer un pueblo habitable y aportar nuestro granito de arena en la lucha contra el cambio climático”. Insospechado logro alcanzado en un territorio minúsculo y escaso en recursos. Prueba de ello es el 1º Premio (uno más) a la Sostenibilidad, concedido a pueblos españoles de menos de cinco mil. Habitantes por la Fundación Nacional de Medio Ambiente (Conama). Como complemento a aquella, a finales de julio se celebra el Festival de Arte “Alma de Almócita”. Programación referente en primavera y verano en el ámbito alpujarreño que este año llega su 10ª convocatoria.
A África me voy…
Acompañándose con la guitarra (enamorado de la música, dominaba distintos instrumentos), el estribillo compuesto y cantado en su juventud era toda una declaración de principios. Joaquín Alegrías Joya nació el 12 de abril de 1944 en el seno de una familia de marcada catolicidad. Cuarto hijo (féminas las tres hermanas mayores) su madre, Dolores, era Maestra Nacional y el padre, Felipe, propietario de un bar. Consagrado sacerdote tras su paso por el seminario de San Indalecio y después de un año en América, ingresó en la orden de los Padres Blancos. Ahí sembró la semilla de su generosidad ente los más desfavorecidos. Más de 34 años en África, en el norte de Malawi (diócesis de Mzuzu), al servicio de las tribus de los Murumvuka, Mulambia y Munvija.
Actividad misionera en condiciones de extrema dificultad: hambrunas, enfermedades, conflictos militares y tensión política… Ello le aconsejaba el regreso cada trienio a su Almócita natal donde se reponía físicamente. Estancias que le permitió seguir en contacto con la familia, vecinos y, especialmente, jóvenes. En enero del año 2000 se estableció definitivamente en Roquetas de Mar, estableciéndose en el barrio de las 200 Viviendas donde atendió pastoralmente a la comunidad de inmigrantes africanos y fue corresponsable de la parroquia de San Juan Bautista. Aquejado de Alzheimer durante los últimos 5 años, falleció en 2016 en la residencia capitalina de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.
Directorio biográfico
-Sebastián del Moral y Rosa del Real (s.XVIII), propietarios del histórico Cortijo El Cacín
-Miguel Collado. Canónigo de la Colegiata de Santa Fe (Granada), en una de cuyas capillas se encuentra, al parecer, su cuerpo incorrupto
-Francisco Martínez Gilabert, arquitecto que en 2011 proyectó la restauración de la parroquial de Ntra. Sra. de la Misericordia, inscrita en el Registro General de Patrimonio Histórico de Andalucía
También te puede interesar
Lo último