74º ANIVERSARIO DE SU MUERTEAntonio Machado
YO vivía aún en el Barrio Alto cuando mi novia -mi mujer ahora- me dio a conocer el Lp que sacó Serrat en 1969, titulado "Homenaje a Antonio Machado, poeta". El disco nos hizo un impacto tremendo a los jóvenes y adolescentes de la época y convirtió a este poeta en un icono de juventud. Y a su poesía, en un grito de libertad.
La Guerra Civil tuvo un efecto determinante en todos los artistas e intelectuales que la vivieron. El caso de Lorca es el paradigma extremo, pero no el único. Sin ir más lejos, Arturo Medina y Antonio Sevillano nos han ilustrado sobre la vida y la obra de María Enciso, de quien se puede afirmar que murió de pena, de exilio, de ausencia de España. Esa fue también la tragedia final en la cadena de dramas que se sucedieron en la peripecia vital de Antonio Machado. Veamos:
PRIMER DRAMA: LEONOR
En 1907 Antonio Machado llega a Soria. Ha ganado por oposición la cátedra de francés de aquel Instituto. Tiene 32 años. Ha publicado ya Soledades (1903). En la ciudad castellana conoce a la que luego sería su esposa, una niña de 13 años llamada Leonor, hija de los dueños de la pensión en que se hospeda:
"¡Y la niña que yo quiero,
ay, preferirá casarse /
con un mocito barbero!"
Se casan en 1909. Machado tiene que soportar el encono de los conservadores sorianos -algunos jóvenes intentan incluso reventar la ceremonia de boda-, pues la diferencia de edad era motivo de murmuraciones. El poeta, desde entonces, deseará con insistencia salir de la apartada ciudad castellana.
Lo consigue momentáneamente en 1911, con una beca para estudiar en París. Allí, el 14 de julio, sufre Leonor el primer episodio de hemoptisis. Antonio busca desesperado, por un París en que todo está cerrado por ser fiesta nacional, un médico que atienda a su esposa. Hospitalizada por fin, los doctores les aconsejan regresar cuanto antes a Soria. Lo hacen con dinero prestado por el poeta Rubén Darío. La enfermedad más temida de la época, la tuberculosis, les ha herido "como un rayo en plena felicidad" e irá consumiendo a la muchacha, a la que Antonio pasea al sol en un carrito, imagen dramática que se hace muy conocida de los sorianos. El poeta presenta a Leonor su emblemática obra Campos de Castilla (1912), que tendrá un éxito inmediato. Varios poemas de este libro serán convertidos en emotivas canciones en el disco de Serrat, entre ellos "A un olmo seco":
"Al olmo viejo, hendido por el rayo / y en su mitad podrido, / con las lluvias de abril y el sol de mayo, / algunas hojas verdes le han salido. /… Mi corazón espera / también, hacia la luz y hacia la vida, / otro milagro de la primavera."
Pero Leonor muere en agosto. Tiene 18 años. Antonio expresa su dolor y su desesperación en un sencillo poema que constituye sin duda la más dramática oración de la literatura española: "Señor, ya me arrancaste lo que yo más quería. / Oye otra vez, Dios mío, mi corazón clamar. / Tu voluntad se hizo, Señor, contra la mía. / Señor, ya estamos solos mi corazón y el mar." /
Más tarde confesará que intentó contagiarse de la enfermedad para morir con ella. Pensó también en el suicidio.
En seguida, solicita el traslado. Lo envían a Baeza, donde recuerda a la esposa muerta:
"Aunque me decían /
hereje y masón, /
rezando contigo, /
¡cuánta devoción!" /
SEGUNDO DRAMA: GUIOMAR
Años después, en Segovia, Machado conoce a la que él, en sus poemas, llamará Guiomar. Se trata de una mujer casada, con la que se cita frecuentemente en Madrid de forma clandestina. Cuando estalla la Guerra Civil Guiomar ha huido a Portugal con su marido, no sin aconsejar al poeta repetidas veces que también abandone el país. Los amantes ya nunca se volverán a ver. Recordándola, Machado escribirá desde Valencia:
"De mar a mar entre los dos la guerra, /más honda que la mar. En mi parterre, / miro a la mar que el horizonte cierra. / Tú asomada, Guiomar, a un finisterre / … La guerra dio al amor el tajo fuerte."
TERCER DRAMA: EL HERMANO
La rebelión militar del 18 de julio de 1936 contra la República sorprende a Manuel Machado en Burgos, adonde ha acudido con su esposa por la onomástica de una hermana de ésta que es monja. No regresará ya a Madrid hasta después de la Guerra. Los hermanos, que han escrito casi todas sus obras de teatro en colaboración, quedan a un lado y otro de los frentes de batalla. Esta separación desgarradora, junto con la evolución tan opuesta de cada cual durante el conflicto, será otro drama vital, muy íntimo, para Antonio. Manuel se convertirá en vocero -junto a Pemán, d'Ors y tantos otros- de los facciosos. Antonio, mientras, cantará a la defensa de Madrid:
"¡Madrid, Madrid! ¡Qué bien tu nombre suena, / rompeolas de todas las Españas! / La tierra se desgarra, el cielo truena, / tú sonríes con plomo en las entrañas." /
Y también a la muerte del niño herido: "Otra vez es la noche… Es el martillo / de la fiebre en las sienes bien vendadas / del niño. Madre, ¡el pájaro amarillo! / ¡Las mariposas negras y moradas! / Duerme, hijo mío. Y la manita oprime / la madre junto al lecho. -¡Oh flor de fuego!" /
Otro dolor será la muerte de Lorca:
"Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
sangre en la frente y plomo en las entrañas- /
... Que fue en Granada el crimen sabed -¡pobre Granada!-, en su Granada." /
TRAGEDIA FINAL: ENFERMEDAD, EXILIO Y MUERTE
Mientras tanto, las autoridades republicanas no descuidan a Machado. En diversas ocasiones le proporcionan transporte y alojamiento en su largo periplo de dolor y enfermedad hacia el exilio, acompañado de su madre octogenaria, sus hermanos, cuñadas y sobrinas: Valencia, Rocafort -desde donde el poeta encabeza, con Benavente, un manifiesto de intelectuales antifascistas contra el bombardeo alemán de Almería el 31 de mayo de 1937-, Barcelona… El decaimiento físico del poeta avanza a ojos vista, según los testimonios de quienes lo visitan. En enero del 39 la caída inminente de la capital catalana acelera la partida de la familia hacia la frontera por la carretera de la costa, la ahora llamada Ruta del Exilio (N-II). Un gentío y una larga hilera de vehículos atascan el camino. Llueve. Hace un frío intenso. Los coches dejan a los pasajeros a solo quinientos metros de la frontera, pero al pie de una cuesta que se les hace interminable, atroz. Ya al otro lado, en Cerbère, duermen en un vagón abandonado en la estación. Finalmente les permiten dirigirse en tren a la localidad costera de Collioure, a donde llegan con lo puesto. Allí morirá el poeta. En un bolsillo, su último verso:
"Estos días azules y este sol de la infancia" /
Todos los años, hacia el 22 de febrero, machadianos de todo el mundo le rinden homenaje en el Cementerio de aquel pueblecito francés y dejan, en un buzón junto a la tumba, poemas y cartas dirigidas a este gran poeta: Antonio Machado.
1 Comentario