Abre un centro que rehabilita a menores por pegar a padres

Conviven con catorce monitores que les reeducan con terapias y actividades

Los internos se encargan de todas las tareas domésticas.
Los internos se encargan de todas las tareas domésticas.
Paqui Martínez / Arboleas

17 de agosto 2008 - 05:01

El Centro Residencial de Convivencia con Grupo Educativo El Carmen, ubicado en dos chales unidos por un patio interior y una zona de jardín, a las afueras de Arboleas, es uno de los recursos, abierto por la Dirección General de Justicia Juvenil y gestionado por la Asociación GINSO en la comarca del Almanzora, que abrió sus puertas el pasado 27 de mayo y que hemos podido visitar gracias a los cursos de verano de la Universidad de Almería.

Se trata de un recurso no privativo de libertad, en el que 8 menores de entre 14 y 17 años con primariedad delictiva, en su mayoría, casos de maltrato en el ámbito familiar o delitos de robo y hurto, conviven con 14 monitores que trabajan diariamente con ellos.

Un equipo especializado en maltrato, una de las principales problemáticas entre estos jóvenes, lleva a cabo terapias para el control de impulsos, habilidades sociales, deshabituación de tóxicos o educación sexual. Realizan un taller hortofrutícola, actividades lúdicas y recreativas y por supuesto, actividades formativas obligatorias para todos y cada uno de los niños; unos, el próximo curso estudiarán en el instituto de referencia de la zona, otros, acuden a la Casa de Oficios Almanzora Integra de Tíjola, o se encargan del mantenimiento en alguno de los ayuntamientos de la comarca. Paralelamente a la formación, se ocupan del mantenimiento integral de las instalaciones y de todas las tareas domésticas. Son ellos los que hacen la comida, ponen lavadoras, ordenan la habitación o limpian la casa en la que conviven.

La directora del centro, Paqui Bernabé, se refiere al funcionamiento de este recurso, como "una familia numerosa en la que los monitores, son la guía". Añade además que "los menores adquieren hábitos laborales, que son fundamentales, pautas de convivencia, límites, respeto y en muchos casos, consiguen saber lo que sienten realmente gracias a la convivencia diaria".

Una orden del juzgado de menores, (unos con cautelares y otros con sentencia firme), o un incumplimiento de libertad vigilada, son los motivos que han hecho que permanezcan como máximo un año en este centro de Arboleas. "Es una oportunidad que el juez les ofrece, reciben educación, formación y se les orienta".

La trabajadora social Silvia Varela, explicaba el proceso que recorren los internos, "todos llegan aquí acompañados de su familia, con una historia. Trabajamos para detectar las carencias y lo que necesitan desarrollar. Hacemos intervenciones con la familia para detectar aquello que les ha hecho caer en el mundo delictivo. Paralelamente trabajamos a nivel grupal; como se relacionan con su entorno y les enseñamos herramientas para salvar los problemas de una forma positiva".

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