Abril de 1979: la democracia llega a los pueblos de Almería

Discurso de Rafael Quirosa, doctor en Historia, en el acto de conmemoración que hace unos días reunió a los alcaldes y diputados de las primeras corporaciones

Abril de 1979: la democracia llega a los pueblos de Almería
Abril de 1979: la democracia llega a los pueblos de Almería

26 de abril 2009 - 01:00

QUISIERA, en primer lugar, darles la bienvenida al teatro Cervantes y agradecerles su presencia en este acto organizado por la Diputación Provincial de Almería para conmemorar el 30 aniversario de la constitución de los ayuntamientos democráticos de la Transición. Esta bienvenida y gratitud se hacen más emotivas en el caso de las personas que tuvieron la responsabilidad de dirigir, con el apoyo de sus convecinos, las corporaciones locales almerienses en unos momentos tan relevantes de la historia española.

Como historiador, y especialmente como investigador dedicado a las etapas más recientes, ustedes comprenderán la gran satisfacción que siento al poder estar en este acto; por ello, quiero agradecer al presidente de la Diputación Provincial su invitación para trasladarles una reflexión sobre el significado del acontecimiento histórico que hoy conmemoramos.

Estamos en condiciones de afirmar, sin temor a errar, que la Transición puede ser asumida como patrimonio de una mayoría importante de españoles, tanto desde el punto de vista social como político. Y, en este sentido, ningún grupo concreto está legitimado para arrogarse el protagonismo en exclusividad.

Hablo de una gran mayoría porque, aunque hubo sectores que obstaculizaron el proceso, muchos otros lo apoyaron. Me estoy refiriendo, por un lado, a los vinculados a la oposición democrática, tanto a los que habían luchado contra la dictadura desde la legitimidad histórica heredada de la II República, como a los que lo habían hecho desde posiciones más conservadoras; pero también me refiero a los que, procedentes de la clase política del franquismo, entendieron que los españoles, mayoritariamente, reivindicaban un régimen de libertades, y supieron defender esta iniciativa para el futuro de España.

La transición a la democracia fue un proceso del que los españoles nos podemos sentir muy satisfechos (además, así lo reflejan las encuestas), pero ello no nos debe confundir la imagen que tengamos de esta etapa de la historia. Por mucho que se la quiera mitificar, resaltar y edulcorar, estamos ante un momento complejo, difícil, conflictivo, no tan pacífico y nada planificado… con muchas incertidumbres que tardaron en despejarse y repleto de improvisaciones. Cuando hoy, desde el presente, se le exige a la Transición unas mayores conquistas, a mi juicio, sólo se demuestra ingenuidad o simple desconocimiento de la Historia. Nadie mejor que ustedes, los que tuvieron que vivir el proceso en primera línea, para confirmar las dificultades con las que tuvieron que ejercer su responsabilidad. Eso no significa que en 1983, tras terminar la Transición, se alcanzara la arcadia feliz; todo lo contrario, debemos señalar ese momento como el punto de partida de nuevos retos y para profundizar en la conquista de las libertades. Pero ya en el ámbito de un régimen democrático consolidado, con diversidad de opiniones y pluralidad de propuestas para que los ciudadanos puedan efectuar su elección en las urnas. Por eso, no se debe hablar de segunda transición para referirse a cambios políticos que son propios de una democracia, sean éstos los que fueren. Eso sería contribuir a la confusión y, sobre todo, restarle importancia a un proceso fundamental, único e irrepetible: el que permitió pasar de una dictadura a un régimen democrático.

No obstante, la Transición se nos presenta muy a menudo como un plan elaborado por las elites y donde el pueblo aparece como "un juicioso pero mero espectador". Y, aunque es innegable que los protagonistas individuales desempeñaron un papel relevante, no lo es menos que su actuación se vio permanentemente condicionada por el comportamiento de los actores sociales; una sociedad civil que participó a través de las acciones colectivas, pero, sobre todo, mediante el voto en las convocatorias electorales.

Asimismo, para explicar el proceso democratizador, se suele resaltar sólo la dinámica política en las instituciones centrales del Estado: Monarquía, Gobierno, Cortes Generales… y se presta poca atención al papel de las corporaciones locales y provinciales. Algunos pensamos que hay que estudiar lo sucedido en ayuntamientos y diputaciones porque, entre otras razones, no se puede dar por finalizada la Transición hasta que la democracia no llegó a todos los rincones de la geografía nacional.

Y en esa extensión de las libertades, en esa labor de pedagogía política, como ustedes muy bien saben, los ayuntamientos elegidos en 1979 desempeñaron un papel fundamental.

Esta propuesta de historia "desde abajo", en lo social y en lo político, no pretende sustituir a los estudios que analizan la dinámica de los grandes centros de decisión, pero sí complementarlos con el fin de alcanzar un conocimiento más profundo de lo que fue la Transición. Por ello, sólo puede llenarnos de satisfacción que en nuestra provincia se haya puesto en marcha un proyecto para investigar esta etapa histórica en todos y cada uno de los municipios.

Una iniciativa que se va a poder llevar a cabo en los próximos tres años por el Grupo "Estudios del Tiempo Presente" gracias a la colaboración entre la Diputación Provincial y la Universidad de Almería. Aprovecho para pedirles ayuda en este proyecto; a los alcaldes y concejales de 1979, con el fin de conocer su testimonio y experiencia; a los actuales responsables de los ayuntamientos, para que faciliten el acceso a la documentación conservada en sus archivos. La recopilación de documentos, fotografías, folletos, la realización de entrevistas a protagonistas de la época y las organización de actividades serán precisamente las principales líneas de actuación del Grupo de Estudios y Documentación de la Memoria Democrática en la provincia de Almería que estamos constituyendo en el Instituto de Estudios Almerienses.

Además de contribuir a extender la democracia, las corporaciones municipales elegidas en abril de 1979 se caracterizaron por otros rasgos que me gustaría destacar brevemente. Por un lado, tuvieron que afrontar una gestión con escasos recursos económicos, en plena crisis, y con casi todo por hacer en materia de infraestructuras.

Ustedes tenían claro que la democratización pasaba también por la mejora de las condiciones de vida de sus ciudadanos. Y aunque no siempre se consiguió alcanzar los objetivos en ese mandato, lo cierto es que se pusieron las bases para el desarrollo posterior.

También, en la cotidianidad de la vida local, se fue asentado progresivamente una cultura democrática que fue asumiendo como normal la pluralidad política, en el mismo escenario donde durante 40 años sólo había imperado un discurso oficial controlado por el Estado.

Los nuevos ayuntamientos se convirtieron en un punto de encuentro entre representantes de las distintas tendencias políticas. Y, aunque surgieran conflictos, empezaron a compartir plenos municipales antiguos franquistas, democristianos, liberales, socialdemócratas, socialistas, comunistas o andalucistas. Esto, que ya había ocurrido en las Cortes desde 1977, sucedía ahora en los distintos pueblos de nuestra geografía.

Y la acción política de partido no fue incompatible con la búsqueda del consenso, otra característica de estos primeros gobiernos locales democráticos. En efecto, cuando hemos hablado con algunos de ustedes, nos han recordado con satisfacción las delegaciones de funciones en concejales de otros grupos, aunque fueran de la oposición, o los acuerdos por unanimidad en las cuestiones fundamentales.

Y si bien es cierto que todavía encontramos elementos de continuidad, podemos afirmar que estamos ante una nueva forma de gobernar propiciada por la legitimidad política que habían otorgado las urnas.

Por último, fueron años en los que se recuperaron muchas fiestas y tradiciones en los barrios y en los pueblos, en directa colaboración con las asociaciones de vecinos. La cultura, asociada en una relación directa con los valores democráticos, fue una bandera que enarbolaron las distintas corporaciones municipales.

Como ustedes comprenderán, la organización de este acto no ha sido fácil. La provincia tiene muchos municipios y se ha intentado localizar a todos los alcaldes y alcaldesas elegidos en el período 1979-1983. Desgraciadamente, algunos ya no están entre nosotros y otros no están bien de salud. En estos casos, con el fin de que no hubiera corporaciones sin representación, se ha invitado a tenientes de alcalde o concejales. Por razones bien justificadas, en las últimas horas se han comunicado algunas ausencias y no se han podido cubrir las vacantes por falta de tiempo para localizar a otras personas de esas corporaciones.

Aun así, están presentes ediles de más de 80 municipios, lo que significa casi el 80 por ciento del total. El trabajo ha sido arduo, pero podemos estar muy satisfechos de sus resultados. Por todo ello, no quisiera terminar mi intervención sin dar las gracias a todas las personas que han hecho posible este acto. Quiero manifestar mi agradecimiento, en primer lugar, al Sr. Presidente de la Diputación Provincial, que desde el primer momento apoyó con entusiasmo esta iniciativa, mostrando una vez más su sensibilidad ante nuestra historia reciente; al director del Instituto de Estudios Almerienses, impulsor siempre de actividades que permitan conectar la cultura, las instituciones y la sociedad de nuestra provincia, a los compañeros del Grupo "Estudios del Tiempo Presente", que han colaborado en la organización con sus investigaciones; a los trabajadores de la Diputación, especialmente a los integrantes de la Sección de Actividades Institucionales y Protocolo, que han dedicado muchas horas para localizar a las personas y que todo estuviera preparado.

Pero, sobre todo, quiero reiterarles mi agradecimiento a los auténticos protagonistas del evento: a ustedes, los hombres y mujeres de las corporaciones locales elegidas en 1979, por su presencia aquí y por haber contribuido a que la democracia llegara a sus municipios.

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