Agua para el Poniente

La planta tiene plena disponibilidad de energía tras la ampliación de la subestación de Berja La demanda aún sólo cubre el 25% de producción Tecnología puntera desde Balerma

El agua captada del mar llega después de un pretratamiento y filtrado al edificio en el que se le aplica el proceso de ósmosis inversa para extraerle la sal.
El agua captada del mar llega después de un pretratamiento y filtrado al edificio en el que se le aplica el proceso de ósmosis inversa para extraerle la sal.
Iván Gómez

31 de julio 2016 - 01:00

Plena disponibilidad de energía. La ampliación de la subestación eléctrica de Berja y la conexión con una línea de alta tensión de once kilómetros con la planta de Balerma, con casi cinco millones de euros de inversión por parte de Acuamed, ha solventado el último de los escollos de una desaladora que tendría que estar fabricando agua desde hace años entre el mar de plástico ejidense, pero no ha podido hacerlo hasta este verano después de una eterna travesía burocrática con retrasos por obras complementarias, modificados y expropiaciones. La desaladora del Campo de Dalías, una de las más modernas y grandes de Europa, ya puede trabajar a su máximo rendimiento, si bien durante estos primeros meses se mantiene al 25% de producción por la falta de una mayor demanda. Santiago Lacambra, director de la planta y portavoz de Acuamed, asegura que "los primeros años siempre son difíciles", si bien es optimista de cara a 2017 y su previsión es poder distribuir la totalidad del agua que puede producir hoy una instalación que ha costado casi 145 millones de euros, en torno a 97.200 metros cúbicos diarios y 30 hectómetros cúbicos anuales.

España está hoy a la cabeza en todas las fases del ciclo integral del agua, siendo sus empresas un referente en desalación, tanto por la tecnología desarollada como por la capacidad instalada, sobre todo en el litoral mediterráneo. Y la desaladora del Poniente es una de las más avanzadas porque la maquinaria desplegada permite reducir en un 45% el consumo energético. Esa sería la principal diferencia con antiguas plantas como la de Carboneras, que hoy está sobre el 80% de producción, ya que el tratamiento empleado para la desalinización del agua es el mismo, el de ósmosis inversa. Más de 150 personas han estado trabajando en los últimos años en su puesta a punto e instalando las más de 12.810 membranas para la desalación y los 3.000 equipos electromecánicos, entre estáticos y rotativos, así como en la red de tuberías de 41 kilómetros para la distribución del agua desde un depósito regulador en Balerma hasta Aguadulce con 13 arquetas para el suministro a los regantes de la Junta Central de Usuarios del Poniente y los municipios de El Ejido, Roquetas y Vícar. Nada menos que 300.000 habitantes de población abastecida y en torno a 8.000 hectáreas de cultivos en el momento en el que se alcance su máxima capacidad. Será entonces cuando se esté fabricando agua para llenar cada hora más de una piscina olímpica y devolver al mar casi dos, debido a que el factor de conversión del recurso captado en el mar es de un 0,48 por cada litro.

El consumo potencial deberá ir creciendo en los próximos años con el incremento de demanda de regantes y agricultores, dada la calidad y garantías que ofrece el producto a pesar del alto coste del agua desalada. La planta tiene un triple beneficio para la comarca, el primero ambiental al reducir la sobreexplotación de los acuíferos, el segundo por la mejora del agua suministrada para riego agrícola y consumo humano -debido a un control exhaustivo en diferentes puntos del proceso de desalación de parámetros como salinidad, pH, boro y mineralización- y ,por último, el ahorro que supondrá a la depuración posterior al rebajar los tratamientos necesarios para su reutilización. La construcción de la desaladora, adjudicada a la UTE formada por Veolia Waters, Sando Construcciones, Inypsa y Montajas Eléctricos Crescencio Pérez, ha sido la principal medida articulada por el Gobierno para dar respuesta a la declaración de sobreexplotación del acuífero que se remonta a septiembre de 1995.

Han tenido que pasar más de 20 años para que esté operativa una iniciativa para corregir el déficit, junto a la reutilización de aguas residuales y recursos del embalse de Benínar, con el objetivo de que se reduzca la extracción en unos 50 hectómetros cúbicos anuales. De hecho, sólo la planta que será explotada por la UTE Campo de Dalías durante un periodo de 15 años podría alcanzar 40 porque se ha construido con la posibilidad de ampliarse en 10 su capacidad inicial.

El proceso de fabricación no se interrumpe. Las 24 horas del día supervisado por un equipo de 18 trabajadores en diferentes turnos. El corazón del proceso está en el edificio principal donde se realiza la ósmosis inversa, la separación de agua y sal. El procedimiento de bombeo de alta presión obliga a restrigir el acceso sólo al personal autorizado ahora que empiezan el goteo de visitas de instituciones y centros educativos. La tecnología empleada es española, si bien los productos que integran el centro procedente de todo el mundo. Las membranas de Japón y tuberías y emisarios fueron conducidos por un barco a flote desde Noruega. La fabricación del agua se inicia precisamente con el inmisario que se situó a 14 metros bajo el nivel del mar en la playa de Balerma, asentado sobre una plataforma rocosa. La torre submarina está dimensionada para recibir más de 217.900 metros cúbicos al día. A partir de la toma abierta llega el agua a nivel del mar y se bombea desde el edificio de captación a la planta. A partir de ahí se suceden una serie de tratamientos que son supervisados en todo momento por un laboratorio interno. Los parámetros del agua se miden en las distintas fases de producción, un control que permite modificar mediante dosificación química los valores del recurso incluso antes de pasar por las membranas de la ósmosis inversa. El último paso es la remineralización para que sea potable que se realiza con cal y dióxido de carbono. Siendo esta planta un referente del ahorro de energía, la limpieza de los filtros se aplica con el propio rechazo de salmuera. También es un ejemplo de protección medioambiental y los efluentes de la planta que se devuelven al mar se sitúan en un emisario equipado con difusores cuyos puntos de descarga fueron cuidadosamente estudiados para evitar cualquier afección a flora y fauna marina. De hecho, la UTE realiza un seguimiento diario de los vertidos de salmuera y su afección a las praderas de posidonia. El emisario tiene una parte terrestre de 266 metros y otra bajo el mar de 1.970, cuyos últimos 200 corresponden a este tramo difusor equipado con una veintena de eductores o bocas de descarga. Es el rechazo el que vuelve al mar, la mitad de lo que entra. El resto, el agua de primera calidad, se envía al depósito en el que se almacena en torno a cuatro o cinco horas. A continuación fluye en gravedad hacia los grifos del Poniente.

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