Agustina de Aragón
LA Virgen del Pilar dice / que no quiere ser francesa, / que quiere ser capitana / de las tropas aragonesa. Quizás por su carácter legendario, algunos lectores se sorprendieron cuando referí la estancia en Almería de Agustina de Aragón, la heroína de Zaragoza frente al intento invasor napoleónico. La traemos a colación de nuevo con la esperanza (no mucha viniendo la petición de quien esto firma) de que algún munícipe de Cultura o Turismo recuerde a la ilustre "vecina" con una placa.
El referente femenino de la Guerra de Independencia española lo encarna Agustina Sargaza i Doménech (Barcelona, 1786-Ceuta, 1857), sucesora de la coruñesa María Pita, quien en el siglo XVI osó enfrentarse (Quien tenga honra que me siga) al poderío de la flota inglesa mandada por Francis Drake y antecesora -salvando las distancias en el tiempo y gravedad de los sucesos- de nuestra paisana del Barrio Alto y carnicera de la Plaza Vieja, Josefa Martín, arengando a los defensores de la Alcazaba cuando en julio de 1873 nos bombardearon las fragatas Victoria y Almansa, con bandera del Cantón de Cartagena y la pretensión de anexionar Almería a su causa segregacionista.
Muy a su pesar, Agustina supuso un verso suelto en una milicia de hombres. Siguiendo su biografía militar nos trasladamos al 2 de julio de 1808, fecha en que la capital aragonesa -defendida por el brigadier José Palafox- es asaltada por las tropas francesas y su rendición parece inminente dada la superioridad en efectivos y armas. Y al párrafo del Memorial que la propia protagonista dirige al Consejo del Rey detallando su intervención en el portillo de San Agustín, gesta por la que sería condecorada como Artillera con asignación de sueldo:
…En efecto, ya se acercaba una columna enemiga cuando tomando la exponente Agustina un botafuego, pasa por entre los muertos y heridos y descarga un cañón de a 24 con bala y metralla, aprovechada de tal suerte que levantándose los pocos artilleros de la sorpresa en que yacían a vista de tan repentino azar, sostiene con ellos el fuego hasta que llega un refuerzo de otra batería y obliga al enemigo a una vergonzosa y precipitada huida.
En agosto de 1823 muere su primer marido, Juan Roca, también artillero y catalán. Con 37 años, viuda y casi en el dintel de la pobreza, subsiste malamente con la paga de subteniente del Ejército, tratando de salir adelante junto al hijo habido con aquel.
Enamorada o no, la precariedad económica justifica su segundo matrimonio y una etapa sentimental llena de interrogantes y lagunas. En su hoja profesional (Archivo General Militar de Segovia) no se incluyen lo "expedientes matrimoniales" que habrían aclarado determinadas dudas.
El almeriense Juan Cobos y Mesperuza, médico, había nacido hacia 1779: hijo de José, natural de Ugíjar (Granada), y Juana, de Bilbao. Testimonios familiares aventuran que se casaron en la capital, aunque hay quien afirma que fue en Valencia, el 12 de marzo de 1824.
En la capital del Turia nació un año después su única hija: Carlota Cobos Zaragoza. ¿Cuánto tiempo residieron en Almería?, desde luego no de 1824 a 1847 como apunta Tapia Garrido, ya que en ese dilatado periodo alternó casa entre Sevilla y Ceuta, lugar donde murió nuestra heroína. En caso de que Juan Cobos ejerciera aquí su profesión, no figura en el Hospital, Beneficencia Municipal, Casa de Expósitos o Maternidad. Sólo he hallado su nombre -aún soltero y posteriormente acérrimo carlista y gentilhombre de Cámara- en las hojas Censales de 1819, habitante en la antigua "judería" (plaza Marín) muy anterior a que fuese nombrado Barón de Cobos de Belchite en 1876 por Carlos VII, nieto del fallido pretendiente dinástico al Trono, Carlos María Isidro de Borbón:
Parroquia de Santiago. Garcilaso, núm. 1. José de Cobos, cabeza de familia, censado nº 1572. Casado con M(B)esperuza. Hijos: Antonio, Juan y Gabriel. Criada, María Mesa.
También te puede interesar
Lo último
CONTENIDO OFRECIDO POR DIPUTACIÓN DE ALMERÍA