Albanchez ya tiene su particular diccionario para poder entenderse

Un grupo de amigos ha recopilado todas las palabras y expresiones propias de este pequeño pueblo del Almanzora · Recopilan numerosos dichos, refranes y 'palabros' auténticamente albancheleros

Albanchez ya tiene su particular diccionario para poder entenderse
P. Martínez - J. Colipe / Albanchez

07 de octubre 2012 - 01:00

En la comarca del Almanzora, a pesar de existir cierta homogeneidad en el uso del lenguaje, depende el pueblo del que hablemos, encontraremos determinadas particularidades. Por ello a la hora de mantener una conversación, por más almeriense o almanzorí que uno se pueda sentir, no podrá evitar quedar en fuera de juego, si se encuentra en las entrañas de la localidad de Albanchez. Allí, en lo profundo de la comunidad, resiste y se mantiene la riqueza lingüística que los vecinos sostienen a base de usarlo, a través del tiempo y como signo de identidad de esta localidad de algo más de ochocientos habitantes, donde conviven los autóctonos, con nuevos vecinos llegados principalmente de la Gran Bretaña. Si usted está en Albanchez y escucha que fulano está "achiquerao", es que el referido se encuentra encerrado en su casa o está en cama. Y si a estos periodistas nos dicen que somos unos "apretaculos", es porque siempre andamos con prisas. Una persona "arrana", es una persona muy cansada; sin embargo una "salación", hace referencia a un individuo activo o con mucho nervio.

El diccionario de la Real Academia Albanchenera, como sus autores lo han definido, no se puede comprar en ninguna librería, simplemente porque aún no está editado.

En este sentidio, hay que matizar que tampoco tiene ningún rigor científico, algo que para los autores, "tampoco se ha pretendido". Así lo afirma Francisco Capel Molina o Paco el del Pocico, a quien encontramos en el pueblo con motivo de las fiestas patronales; "hemos querido acercar a nuestros paisanos estas expresiones, localismos difíciles de encontrar en otros lugares, o con significados muy diferentes a los que indica el diccionario. También hemos recogido refranes o dichos propios de la zona".

La idea se le ocurrió a Paco y para ello construyó un foro para que participase todo aquel que quisiera hacerlo y pudiera realizar aportaciones. "Personas como Aurora Padilla que por momentos ha estado al borde de un síncope y que no ha parado de aletear en su cabeza, han puesto al apuntaol a punto de fenecel. También su madre la Fina, María Elisa Aliaga, José Morcillo el Jodeol, Francisco Aliaga Capel el Matizaol, Emilio José Aliaga, Antonio Molina, Mairena García, y Luis García, el Luis de Trinidad, entre otros, han hecho posible esta recopilación", dice Francisco Molina, entre guiños y giros idiomáticos.

Bromas a parte, si alguien ha sufrido un accidente de tráfico, como el que hace unos meses tuvo como protagonista a su alcalde Francisco Martínez, un albanchenero puede describirlo como "na, un chasponcillo de ná". Si una dama no posee unos pechos muy pronunciados, se dice que está "escurría", por las semejanzas con las ubres de las vacas que no tienen leche; y si un chiquillo es malcomeor, su madre podría decirle "o te rematas las migas, o te doy un trompazo que te esfarato la cara".

Por lo tanto si usted tiene la suerte de presenciar una conversación, deberá estar muy atento si su intención es enterarse de algo. A lo mejor podría ser algo así; "como he pagao la iguala (dinero anual que se pagaba por los servicios médicos), voy ca Don Ramón que me ponga la pantalla (equipo de radiología). Estoy pajizo (anémico), me ha salido un ojopollo (papiloma plantar), un golondrino (bartolinitis) en el sobaco (axila) y el lomo (espalda) lisiao (fractura por accidente). Ale, como no quiero abusal, mañana iré a que me saca una pincha (espina). Y si va por Albanchez, llévele saludos de nuestra parte a Manica y Patulea, al Vichaco y la Serena el Grillo. A Manuel el Feo, La Losa, Juan Campiña y el Cabrón; al Tripa, el Valeroso, la Suspira y la Magra, y tantos otros que figuran en la lista de apodos de este rico municipio del Almanzora. Nos vamos, hace calor y por aquí no hay un maldito tropezón donde restregarse (no hay nada para comer). En este pueblo son todos unos María Eugenia (persona que le gusta poco gastar) y gastan menos que un ciego en linternas. Como siempre, es como si nos hubiera cagao una moscarda, como si no sacáramos los pies de las agüeras.

No hay comentarios

Ver los Comentarios

También te puede interesar

Lo último