Almería

Alborán: el hotel que explotó dos veces

  • El Ayuntamiento de Almería vendió a la empresa “Ágata”, por cuatro perras gordas, un magnífico solar donde se levantó el edificio de siete plantas

Alborán: el hotel que explotó dos veces

Alborán: el hotel que explotó dos veces / D.A. (Almería)

Cuando, hace medio siglo, tu familia decidía ir a Cabo de Gata o a San José el desplazamiento se planteaba como si se organizara un viaje al otro mundo. Había que cruzar las travesías de Los Molinos, Aguafresca, La Cañada o El Alquián porque no había otro camino. Era un desplazamiento lento, casi tortuoso, pero lleno de sabrosas paradas técnicas. Resultaba preceptivo comprar unas tripas de embutidos en “Los Díaz” de Octavio Díaz Gálvez y desayunar unos churricos recién hechos por la alquianera Isabel Simón. Si se hacía tarde no había problema porque te esperaba el exquisito bacalao de la venta de Cayetano López, en Los Partidores, o unos salmonetillos fritos en el “Bar Casa Luisa”, que adquirieron tanta fama que hasta el presidente Adolfo Suárez los pedía nada más bajarse del avión.

Cuando el Seat 850 o el R4 lleno de cabecillas asomaba por la salida de El Alquián era el instante que meter la cuarta marcha y enfilar rectos hacia levante. Pero un año, en 1972, aquel maravilloso e inmenso paisaje que aparecía en el parabrisas, con la silueta de la montaña que se dejaba caer con delicadeza en el mar, se transformó. A lo lejos, solo y espigado, desafiando a las nubes y entre pitas dobladas por el viento, emergió un antiestético bloque de cemento de siete plantas que destrozaba el onírico panorama. “Es un hotel”, se oyó escuetamente en el coche, con la rotundidad y sabiduría de un guardia civil retirado.

El Ayuntamiento de Almería vendió a la empresa “Ágata”, por cuatro perras gordas, un magnífico solar donde se levantó el edificio de siete plantas

Efectivamente. El Ayuntamiento de Almería había vendido a la empresa “Ágata”, por cuatro perras gordas, un magnífico solar desgajado de las 280 hectáreas de propiedad municipal para un establecimiento de tres estrellas y 200 habitaciones. La construcción se financió con un crédito avalado por el Ministerio, que luego asumió el Banco Hipotecario y, gracias a prórrogas municipales, se inauguró en junio de 1973.

Imagen de promoción del Hotel Alborán de los años setenta Imagen de promoción del Hotel Alborán de los años setenta

Imagen de promoción del Hotel Alborán de los años setenta / D.A. (Almería)

Durante los primeros meses de explotación, José Luis Ropero Briceño –su gerente-, lo promocionó con cenas y bailes de fin de semana, buscando una clientela provincial que lo conociera para sus celebraciones familiares. Durante los sábados del verano de 1973 el grupo “Dulce Sonido”, de Pepe Jordán Camacho y Manuel Bonachera, amenizaba las veladas y los bailes al ritmo pop de “Los Brincos” o “Juan y Junior”. Podemos asegurar que el hotel nació con la propia urbanización porque apenas había residenciales y en las campañas primitivas de promoción, la empresa lo ubicaba en “El Alquián”, más conocido que Retamar.

Con los meses, necesitó ampliar su plantilla de camareras, cocineros, conserjes, recepcionistas y peluqueras ya que la demanda de los huéspedes lo exigía. Allí se ganó un dinerillo veraniego el seminarista de Purchena Luis García Rodríguez, hoy misionero en La Patagonia, que aún evoca con cariño aquellas noches de guardia en el complejo, con la humedad calándole los huesos.

Poco a poco el hotel iba conociéndose porque una cosa que la gerencia hizo bien fue introducirlo en la vida social de Retamar. Los jovencillos bajaban a todo “guiñapo” desde el “Budapest” o la “Júpiter” para jugar las legendarias partidas de bingo en los salones con cristaleras. Cuando alguno de ellos ganaba una línea, de no más de 87 pesetas, los gritos de júbilo se oían como si hubieran obtenido el gordo de Navidad. El “Alborán” estaba inmerso en los festejos, en la proclamación de la reina de las fiestas, en las ruidosas partidas de dominó, de “ping-pong” o en el teatro. Mítica fue la representación de “El santo de la Isidra”, de Carlos Arniches, por los actores aficionados Justo Mullor, Antonio López-Cuadra y Juanjo Rodríguez Rojas ante la fidelidad de los aplausos de sus amigos.

Un día de septiembre de 1982 amaneció con la bandera de Palestina al viento; un grupo de niños que estaba de “campamento” la izó en la hora del desayuno y la noticia tuvo eco nacional. El hotel ya lo había alquilado “Turism Social SA”, en una operación rubricada por el empresario Narciso Malagelada Rovira. Con Juan Ramos Peña como director, que también fue alcalde de Uleila del Campo (1987-1995), llegaron los años buenos del “Alborán”: bodas, bautizos y comuniones, el INSERSO en invierno, eventos deportivos como los de “Alpe Club” de pesca y congresos del PSOE, cuyos hilos manejaba, con la mano izquierda, Nono Amate. Hasta el doctor Carmelo Gutiérrez González pasaba consulta de la Seguridad Social en sus salones y recetaba insulina a los diabéticos que no podían desplazarse a la capital.

Pero llegó la tragedia. A las tres y cuarto de la madrugada del 21 de mayo de 1985 una tremenda explosión en el sótano destrozó varias plantas ocasionando trece heridos y un espeluznante socavón. Al amanecer se pudo comprobar la magnitud de la catástrofe con enseres, cristales y mobiliario despedazados y puertas arrancadas de cuajo. Si no hubo muertos entre los 22 clientes fue porque Dios o la Virgen del Mar –que apareció en 1502 unos metros más allá- se apiadó de los residentes. Se habló mucho de que podría haber sido un atentado terrorista, ya que la industria turística estaba amenazada y horas después hubo otro estallido en el “Mesón Andaluz” de Granada con decenas de heridos. Pero el gobernador socialista Tomás Azorín Muñoz zanjó el tema con un comunicado en el que culpó a un escape de gas propano.

El compañerismo y las ganas de volver a la normalidad de los empleados permitieron que, en pocos días, reanudara su actividad. Pero lo que no consiguió aquella primera explosión sí pudo la segunda. Aquel erial casi regalado por el Ayuntamiento se había transformado en una mina de oro por su ubicación, ante la urbanización de “El Toyo” y la construcción de la villa olímpica.

Demolición del Hotel Alborán Demolición del Hotel Alborán

Demolición del Hotel Alborán / D.A. (Almería)

En 1998 ya estaba cerrado y preparado para su voladura controlada. El 7 de mayo de 1999, sesenta kilos de goma 2 explotaron al unísono ante mil emocionados curiosos que veían volatizar sus recuerdos. Aquello hizo “boom” y en tres segundos la mole se desmoronó sobre sí misma levantando una densa y grisácea nube de polvo. Hubo críticas de algún columnista y quejas de vecinos, pero nada detuvo la obra de un enjambre de viviendas en primera línea de playa. El entonces alcalde, Juan Megino, felicitó a la empresa “Prohispánica S.L” por el proyecto y su gerente, Alfredo Moreno, declaró que lo que había hecho era quitar “un mamotreto muy feo”. Feo, sí; pero casi un cuarto de siglo después el “Alborán” continúa invadiendo la nostalgia de quienes bajaban la avenida en “Vespino” para echar un bingo y de aquellos que sellaron su amor en los jardines bajo la tenue luz de la luna.

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