Alcalde inocente por un día
El regidor de Vélez-Rubio, Miguel Martínez, cedió ayer el bastón de mando a su homólogo inocente, su señora, el cura y los guindillas En su discurso hubo alusión al pequeño Nicolás
Fiel a la tradición Vélez-Rubio ha vuelto a vivir y celebrar una de sus fiestas más carismáticas, el día de los inocentes. Esta jornada los velezanos la celebran de forma especial, un grupo de vecinos se adueñan del poder municipal por unas horas y el alcalde, Miguel Martínez-Carlón es sustituido por el alcalde inocente, su señora, el cura y los guindillas.
A las once de la mañana, desde el consistorio velezano, comenzaba un pasacalles por las principales calles del pueblo, presidido por Amador Cañabate Pérez, alcalde inocente por cuarto año consecutivo, vestido con traje negro, capa y chistera como marca el protocolo además del bastón de mando como símbolo de máxima autoridad. Junto al "primer edil", su señora, Tamara Lafront García, de negro riguroso y mantilla como muestra de elegancia, y el "cura" Francisco Javier Pérez más conocido como "el Madriles", todos ellos acompañados por los guindillas, vestidos con trajes más llamativos pantalón ancho, blusón y gorra todos de colores fuertes, una espada de madera en funda de esparto y uno de ellos lleva un cuerno hueco para echar el dinero de las denuncias. Así, con los sones de la agrupación musical Maestro Rojas han ido pasando por todos los establecimientos abiertos, que por ser domingo eran pocos. Pero eso no ha sido óbice para que por un motivo u otro fueran entrando en los diferentes comercios recaudando los impuestos municipales. En unos los esperaban con un aperitivo puesto sobre la barra o en otros, como Pascual Soriano, preguntaba "¿cuánto vais a cobrar este año? No pasaros que la cosa está achuchá". A lo que los inocentes respondían con un villancico y un "¡viva el niño Dios!" como despedida.
Entre parada y parada, villancicos, algún trago de anís y el cobro de impuestos a la una en punto del mediodía, la comitiva ha hecho su entrada en la plaza de la Encarnación donde varios centenares de vecinos y foráneos esperaban ansiosos el pregón de este año. Pero antes hay que cumplir con la tradición, y en el balcón del Ayuntamiento de Vélez Rubio el primer edil, Martínez-Carlón ha hecho entrega del bastón de mando al alcalde inocente, previo a la lectura del pregón.
Tras los preceptivos saludos, Amador Cañabate, se ha dejado de lisonjas en su pregón y ha repartido a diestro y siniestro empezando por la política nacional, no sin antes haber mencionado al pequeño Nicolás que no ha querido perderse tan grande acontecimiento. Sin más preámbulos ha arremetido contra las pretensiones independentistas de Cataluña los cuales solo tienen un futuro, "seguir siendo españoles". También ha arremetido contra los desmanes de la familia Pujol o del yerno del Rey, sin olvidar los casos de los eres en Andalucía o el caso Bárcenas. "A ver si les da vergüenza a los políticos" ha espetado el edil inocente, ya que es gracias a Cáritas y Cruz Roja la gente puede cubrir sus necesidades.
Después de hablar de política nacional ha pasado a explicar la política local haciendo un recorrido por los grandes temas del pueblo que han sido comidilla en todos los círculos durante todo el año que ahora termina, como en nuevo alumbrado en las calles y los apagones "casuales", el caso de la perrera municipal o los altercados en la última concentración motera. También ha pedido prudencia con el alcohol, sobre todo cuando algún coche ha colisionado derribando el muro del patio de alguna casa o la programación de navidad. La última referencia la ha hecho recordando la proximidad de las elecciones municipales el próximo año.
Una vez concluido el pregón, el alcalde ha ordenado detener a todos los que se encontraban en la plaza de la Encarnación empezando por Miguel Martínez-Carlos y siguiendo por los demás concejales hasta dejar vacía la plaza. Los detenidos han tenido que pagar a los guindillas para poder entrar en prisión. Allí los detenidos convivirán con el resto de "presos" disfrutando de un buen vino y unos aperitivos. El dinero recaudado es destinado a fines sociales.
El origen de esta tradición se remonta posiblemente a la época de la Reconquista, cuando los repobladores castellanos un día al año (28 de diciembre) ridiculizaban las fuerzas fácticas establecidas: alcalde, su esposa la alcaldesa, el clero representado por el cura y las fuerzas del orden público. Aunque hay quien lo sitúa alrededor del siglo XVII, por otros motivos. Al no tener documentos escritos no se puede saber con mayor certeza.
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