Les gusta levantar la pata y en sus paseos callejeros suele ser habitual este gesto territorial sobre las farolas, si bien el Ayuntamiento de Almería está dispuesto a poner coto a los orines de los perros, ya que favorecen la corrosión de las columnas galvanizadas y su reparación, y hasta sustitución, pasan a las arcas municipales una elevada factura. El área de Sostenibilidad Medioambiental y Energética y la empresa concesionaria del mantenimiento del alumbrado público, Citelum, están tratando los báculos existentes en la ciudad con un producto repelente que dura meses y ahuyenta las tentaciones caninas de marcar las luminarias con sus orines.
La iniciativa no es nueva. Hace casi un año, a finales de la pasada legislatura, el Ayuntamiento abordó una experiencia piloto en Nueva Andalucía. Aprovechando las obras de remodelación de dos de las calles principales de este barrio, el producto fue puesto a prueba en las farolas de la zona sin muchas expectativas desde Calzada de Castro hasta Padre Méndez y vías perpendiculares. Sin embargo, la experiencia fue exitosa y hasta televisiones nacionales informaron al respecto.
De hecho, la aplicación de este repelente fue introducido en el contrato renovado con Citelum dentro de las tareas de mantenimiento acordadas, y desde entonces las ‘farolas antipis’ de perro han crecido en número. Según ha concretado el actual concejal responsable del área, Antonio Urdiales, además de en Nueva Andalucía, cuentan con repelente las luminarias el Parque Nicolás Salmerón, desde la fuente de los Peces al Gran Hotel, el parque situado frente a Carrefour, el parque de San Isidro y el existente entre la calle de La Merced y la carretera de Níjar.
“Seguimos en ello, vamos despacio porque cuesta dinero, pero vamos ampliado zonas de forma progresiva” con intención de alcanzar la totalidad de los barrios, apunta el edil del Partido Popular, quien incide en el efecto corrosivo que provoca los orines sobre las columnas, un problema común en las ciudades, difícil de controlar y que puede conllevar incluso a la caída de la farola.
El producto, para cuya aplicación se requiere lijar antes el báculo y su repintado posterior, es inocuo para los animales, recuerda Urdiales, quien también realiza un llamamiento generalizado a los propietarios de perros para que, en sus paseos por la ciudad, procuren evitar que sus animales orinen en sitios inadecuados.
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