El Alquián, de nuevo en pie de guerra por su playa de piedras

Es como un caramelo al que no le pueden hincar el diente. Es la sensación que tienen los vecinos de El Alquián con su playa, cubierta en toda su extensión con una alfombra empedrada que les impide explayar toallas para tumbarse con comodidad y disfrutar con tranquilidad del baño. Les falta también una dotación de mobiliario urbano que les facilite duchas, papeleras o pasarelas de madera.

La situación no es nueva desde luego. Los vecinos de El Alquián llevan ya cinco años batallando con las administraciones competentes, la Dirección General de Costas y el Ayuntamiento de Almería, para conseguir dignificar su pequeño paraíso costero. No tiran, sin embargo, la toalla.

La Asociación Nuestra Señora de El Carmen ha vuelto a mantener las mismas conversaciones de antaño con los responsables institucionales en la búsqueda de un compromiso efectivo que, según el presidente de este colectivo, Francisco García, no llega. "He hablado con Costas y no me dicen nada salvo que harán algo si el Ayuntamiento colabora y he hablado con la concejal de Salud y Consumo, Rafaela Abad, y me dice exactamente lo mismo pero al revés. Son impresentables", sentencia García, quien teme que este año, otra vez, la playa de El Alquián se quede fuera del plan de regeneración de Costas y de los servicios municipales, mientras que sus vecinas de El Toyo y Retamar son acondicionadas de cara a la temporada estival que está, como suele decirse, tras la puerta.

Explica García que el ánimo vecinal está muy caldeado, por lo que advierte que El Alquián está dispuesto a emprender movilizaciones. "A echarnos a la calle, cortar la carretera o irnos todos a la playa a protestar."

Los residentes de este barrio incluso se plantearon en 2008 hacer una colecta vecinal y contratar ellos mismos un servicio para limpiar la playa y retirar las piedras. La iniciativa no llegó a realizarse por el compromiso adquirido entonces de Costas de regenerar la playa para el verano de 2009 y porque, admite García, "si nosotros metemos la pala, nos arriesgamos a que nos denuncie la Guardia Civil". Sin embargo, la idea sigue flotando en el aire junto al "disgusto generalizado que tenemos", concluye el presidente de la Asociación Nuestra Señora Virgen del Carmen.