Antonio de Haro acompaña en Carboneras a Pablo Alborán

Le conocen como Pablo Alborán, joven y con mucho futuro en el mundo de la música. Acompañado por los mejores, los que le ayudan a rozar la emoción con cada uno de sus acordes, ahora ha subido al escenario al almeriense Antonio de Haro, al bajo, componente del grupo Gárgamel. Un enamorado de la música que ahora mira al infinito y encuentra cientos de personas coreando cada tema. Algo así le pasó en Carboneras el pasado domingo día 12. "Estuvo muy bien, nos encontramos con muchísima gente, creo que en torno a mil personas que conocían cada una de las canciones", asegura. "El balance no puede ser más positivo, tocamos bastante bien, tranquilos. Es la tercera vez que actuamos con banda".

No es novedad. Lo que busca el joven cantautor malagueño suele ser el sonido más íntimo, el que conquista a cada uno de los espectadores. "Ha ofrecido muchos recitales en acústico". Su historia se remonta a junio, cuando le llamaron para formar parte de una banda de la que únicamente conocía a Porty, guitarrista, con el que ha tocado en bastantes ocasiones por diferentes locales. Aunque en la memoria están borrados a fuego para siempre los espectáculos en el Palacio Vistalegre de Madrid o en el Palau Sant Jordi de Barcelona, actuar en Carboneras fue muy especial. "Estaban mis familiares y algunos amigos a pie de escenario, y eso quieras que no, motiva mucho y hace que tengas ganas de hacerlo mucho mejor". Cada uno de los conciertos es diferente y depende del color del cristal con que se mire. "La gente suele acompañarnos, y buena parte de la culpa de que sea un éxito, sin duda, es de ellos".

Ayer estaban cansados. Muchos kilómetros. "De momento, el proyecto con Gárgamel está parado, no sé cuando subiremos de nuevo al escenario, pero lo haremos".