Almería

Antonio Ruiz de Padilla In Memoria (y II)

LOS recuerdos acumulados en su casa de Rueda López -partituras, discos, fotografías, programas- bastarían para ilustrar el mundo del espectáculo en la Barcelona de los años cincuenta-setenta; del emblemático y noctámbulo Paralelo que Ruíz de Padilla protagonizó en parte. Bien es verdad que no alcanzó la fama de Quintero, León y Quiroga (la "santísima trinidad") u Ochaíta, Valerio, Solano e incluso del abderitano Ortíz de Villajos, pero sí un lugar muy digno entre la farándula folclórico-catalana. A la altura de los almerienses Miguel Algarra, Fernando Clemente o Cristo Sánchez de la Higuera, por citar a tres contemporáneos suyos. De su cartelería y críticas teatrales le entregó un dossier -un tanto deslavazado, sin fechar- al común amigo Pepe Nieto, quien me lo ha cedido para documentar mejor aspectos de su trayectoria profesional escasamente conocidos. Con este, mi propio archivo y las conversaciones que mantuvimos intentaré ilustrar una biografía a la que en su momento ya me acerqué.

Pese a la locuacidad y numerosas entrevistas concedidas, siempre se mostró celoso de su intimidad e infancia. Del periodo de la guerra incivil, por ejemplo, nunca se pronunció, que yo sepa, y menos del entorno familiar, que, cabe sospechar, sufrió problemas ¿económicos, políticos? y desavenencias; motivo, posiblemente, para que a los quince años se escapase durante un mes a Madrid y al siguiente definitivamente a Barcelona. Nacido en febrero de 1925 próximo al "oficio" Cucarro de cerámica, asistió a la escuela que en la rambla Alfareros abrió el padre de la precoz recitadora Matidilta Morales. Al trasladarse la familia a un domicilio más céntrico (calles Rostrico y Antonio Vico), le matricularon en La Salle, colegio entonces en Almanzor Bajo (solar sobre el que se alzó el cine Moderno).

Emigración

Con 16 abriles llegó a la Ciudad Condal de posguerra que dibujase magistralmente en sus novelas Eduardo Mendoza y Vázquez Montalbán. Allí, sin recursos y desorientado, vivaqueó a la inteperie hasta acudir al domicilio -Travesera de Gracia- de José Padilla Sánchez y su segunda esposa, la portuguesa Lidia Ferreira. Su tío materno le acogió y prestó ayuda hasta que mudaron su residencia a París. Compañero de su madre (excelente pianista; hija del fundador del decimonónico Sexteto Musical Sánchez y sobrina de un organista de la Catedral) en el Conservatorio de Madrid, le facilitó el noviazgo con Adalberto Ruíz, a la sazón estudiante de Medicina, posterior corresponsal de ABC y propietario del Noticiero Almeriense y de la revista publicitaria Mercurio.

Por recomendación del tío, Antonio entró de aprendiz en una confitería y seguidamente en el aeropuerto del Prat y Editorial Sopena. Entre trabajos y penalidades logró introducirse en el abigarrado artisteo local, dando así principio al apasionante sueño de alcanzar el estrellato sobre los escenarios. Su atractivo físico -andaluz de verde oliva-, personalidad y simpatía personal le ayudó bastante en los siempre duros inicios. Posando de modelo fotográfico junto a las actrices Ángeles Tamayo y Carmen de Lirio, su rostro se hizo popular en aquellas típicas postales de antaño. Pese a frustrarse lo que habría sido una fructífera estancia en Argentina de la mano de su íntimo amigo el cantaor Angelillo, en España, Francia y Portugal destacó recitando poemas de Salvador Rueda, Villaespesa, Rafael de León, García Lorca y Villalón; y en calidad de actor de carácter en teatros de la propia Barcelona, Madrid, Valencia, Sevilla o Cádiz. A mediados de los cincuenta debutó en el capitalino Apolo de Obispo Orberá (presentó, formando pareja con Imperio de Almería, el espectáculo arrevistado "Alma Andaluza") y ofreció una serie de recitales en EAJ 60 Radio Almería. Antes de regresar (junio, 1955) a Barcelona -donde ya había establecido Academia de Canto en la populosa calle Conde de Asalto- le brindaron una fiesta íntima a la que se incorporó la luego famosísima locutora Encarna Sánchez, interpretando dos temas del maestro: Doña Mariana y La guapa de Almería, además de unas alegrías con Rubio del Quemadero, el guitarrista Antonio Sánchez (¡un Sánchez más!).

Quino Padilla

Constituyó el penúltimo de sus descubrimientos (el último fue el cancionero de La Chanca Manuel Torre, trágicamente desaparecido). Nacido en Barcelona de madre catalana y padre almeriense, Joaquín Ardite Papis, Quino Padilla y con anterioridad Niño de la Alcazaba, mostró muy joven extraordinarias condiciones para la canción española, tangos y baladas. Desde que cumplió 17 años Antonio lo consideró como el hijo que no tuvo y fue quien más lloró su muerte en accidente de tráfico cuando cumplía el Servicio Militar. Para él escribió varios temas exitosos en dos singles de la discográfica Columbia: Tronío, Mendigo, Los gitanos de Almería, Borracho… que aún pueden escucharse en YouTube

Discografía

Pese a que en ocasiones el exceso creativo pudo influir en su calidad final, Ruiz de Padilla fue en cualquier caso uno de los más prolíficos autores (letra, música o ambas a la vez) según certifica la Sociedad General de Autores de España -de la que era miembro desde 1947- al dar cuenta en su página web del fallecimiento: 6.956 títulos de los más variados estilos de corte andaluz: fandangos, pasodobles, marchas, tientos-tangos, zambras, etc. en las voces más radiadas de su tiempo. De ellos subrayo los más significativos.

La "Almería tierra noble" con la que últimamente suele iniciar David Bisbal sus conciertos la aprendió de su padre, José, boxeador y cantante solista o circunstancialmente con el trío Los Jilgueros. La estrenó Santi Castellanos en 1962 y la grabó con Belter; mientras que El Chaleco lo hizo en La Voz de su Amo.

También con Belter, Los Jilgueros (José Sorroche, Alfonso Salmerón y Domingo Gabín) sacaron al mercado el mismo 1962 dos "sencillos", todos con música y letra del maestro desaparecido, entre ellas la rumba "Pregón de los Caramelos". Sorprende que dos después, en idéntica Casa, lo hiciera Manolo Escobar, en esta ocasión con la firma de Naranjo y Solano en lugar de Ruiz de Padilla, Lisart y Refalá.

En cambio, Antonio y el maestro Benito sí le proporcionaron al paisano de El Ejido, entre otros títulos, uno de sus primeros pasodobles a orquesta: "Ay, mi patio sevillano". Por estas fechas, Matilde Jiménez "La Galleguita" se dio a conocer en los escenarios con una canción que según ella le dio personalidad y sello propio: "Renuncia"

Concluyo dejando para mejor ocasión los espectáculos arrevistados y folclóricos que montó y protagonizó. En 1972, por enésima vez Belter produce un vinilo a Perlita de Huelva, con la cara "B" ocupada por "De Andalucía yo soy". Este pasodoble (Antonio, Félix Leopardi y Sellés), con la guitarra de Remolino, le dio nombre a su espectáculo "Obrero Emigrante" y ahora Se llama Copla, programa estrella de Canal Sur, lo ha hecho propio individualmente (Juan Cantero, Rocío Guerra) y, coreografiado, coral, con la mayoría de los concursantes de distintas ediciones.

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