Ara Malikian encandila a niños y mayores con la música de Vivaldi
El violinista libanés y su grupo acercaron ayer la música clásica con la interpretación de 'Las cuatro estaciones' en un concierto didáctico ante un Auditorio 'Maestro Padilla' abarrotado de público
El genial violinista Ara Malikian acercó ayer la música clásica de Vivaldi a niños y mayores en un Auditorio Maestro Padilla abarrotado. Las cuatro estaciones del compositor veneciano fue el concierto elegido por Malikian para ofrecer un espectáculo didáctico para toda la familia. El músico y su grupo desglosaron cada pasaje de la conocida obra de Vivaldi de una forma divertida y amena.
Las notas que emanaban del violín de Malikian emocionaron al público del auditorio almeriense, que estuvo en todo momento participativo e involucrado con la obra. La puesta en escena, espectacular. El libanés interpretó con su cuerpo cada sensación, cada elemento propio de las diferentes estaciones. No sólo punzó las emociones con el toque de su violín, sino que las representó y las trasladó al público. Buscó el feedback de la audiencia y la hizo partícipe, especialmente, a los más pequeños que quedaron entregados con la música y el espectáculo de Malikian y su grupo.
Comenzó el concierto de una forma alegre, animando el ambiente del auditorio con la representación de la estación primaveral. Entre cada estación, Malikian formó al público sobre las vivencias e impresiones de Vivaldi al componer Las cuatro estaciones. "Al compositor no le gustaba la estación veraniega y vais a ver ahora cómo se nota esa queja y que no le gustaba el calor". Llegó el vendaval caluroso veraniego y Malikian y su grupo, conducidos de forma magistral por la voz de la actriz Marisol Rozo, expresaron el calor, la languidez de los cuerpos, la densidad del aire y esa rabia de Vivaldi contra el estío.
Representaron a los animales y pidieron a la audiencia imitar al cuco para que fueran partícipes de la obra. Malikian jugó con su violín, se divertía al igual que el entregado público, reprodujo el sonido de moscas, de jilgueros ante el asombro de algunos pequeños que miraban si los pájaros revoloteaban por el auditorio.
Jugó con los elementos y la intensidad de su toque representó la fuerza e ímpetu del viento. Los padres, estupefactos, se divertían tanto como los niños. Malikian se recreaba con su violín, que fue capaz de tocarlo desde el suelo.
"Como veis, es una música preciosa, pero no es de felicidad. No le gustaban los veranos y para descargar su rabia componía cosas muy difíciles con muchas notas para fastidiarnos a los músicos", manifestó el violinista. Llegó el otoño al Maestro Padilla de la mano de Malikian, que representó la alegría que Vivaldi experimentaba en esta época con "la cosecha de las uvas y con éstas hacía vino y cuando tenía mucho vino y se lo bebía...", relató el músico, "pues se emborrachaba", apostilló un niño con gracia desde el primer anfiteatro.
El particular ciclo anual del libanés continuó con el invierno donde invitó a todos los asistentes a simular la lluvia golpeando con un dedo la palma de la mano. Las impiedades invernales se apoderaron del Maestro Padilla con un público muy dinámico que reconoció el esfuerzo de toda la orquesta. Con su virtuosismo musical y su entrega, el libanés de origen armenio, consiguió el objetivo principal de esta obra: acercar la música clásica a los más jóvenes y que se aficionen a ella. "Me encanta que los niños estéis atentos y que veáis que la música clásica no es siempre de un señor con cara de pez cocido muerto sobre el escenario", bromeó Malikian.
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