Bonjour, Almería
Efeméride
Hace 50 años que se establecieron las llamadas telefónicas automáticas entre París y Almería. Hasta mediados de los ochenta, casi toda la provincia debía pedir conferencia a una operadora
HOY domingo 30 de mayo se cumple medio siglo de la inauguración del servicio telefónico automático entre París y Almería. Desde la capital de Francia podía efectuarse una llamada de voz a la provincia sin necesidad de solicitar conferencia internacional a una operadora. Esto sonará a chino a los jóvenes, acostumbrados a los nuevos sistemas de comunicación en directo, pero en 1971 telefonear a otro lugar era un auténtico jeroglífico de conexiones, cables y esperas.
La posibilidad de que los franceses efectuaran una llamada a Almería sin centralitas ni demoras fue vendida por el gobierno como un gran éxito. En cambio, el almeriense no podía telefonear a París sin solicitar la conexión a las operadoras del 009 y esperar un buen rato, cuando no, horas. Solo podían ponerse conferencias directamente con los abonados de Granada y de Madrid.
Aquel cambio vino fenomenal para los ya casi extintos negocios mineros y para las exportaciones agrarias con el país galo. Hasta ese momento, todas las relaciones entre Almería y París padecían el problema de la incomunicación, como desde hacía décadas se quejaba a las autoridades Edgard Bizet Cros (1905-1966), apoderado de la Compañía Andaluza de Minas, agente consular de Francia y residente en “Villa Hennaya” de El Zapillo.
En Almería, hasta principios de la década de los ochenta, las conexiones telefónicas interurbanas se basaban en un ejército de señoritas que con maestría y soltura enganchaban cables y clavijas para hacerlas posible. “Telefonista, póngame con el número 32 de Níjar”. Y la operaria enlazaba la línea nijareña con el peticionario de la llamada.
Los locutorios de los pueblos eran también así: un espacio público donde el cliente pedía una llamada y la obtenía allí mismo después de prolongada espera. Luego pagaba según marcase el contador. Durante largo tiempo, los pueblos de Almería se basaron en ese sistema porque apenas había casas con línea. Todo ello propiciaba anécdotas de diferente tipo, como la de la inauguración del locutorio de Sierro, en la “Calle del Padre Pepe”, cuando la primera llamada fue del alcalde al “Bar José” para encargar jamón serrano destinado a agasajar a las autoridades allí presentes.
En 1965, la capital tenía 5.800 teléfonos instalados en domicilios y comercios; en 1970 el número se triplicó con, además, 1.800 peticiones que Telefónica no podía atender. La automatización era insuficiente y las setenta mujeres de locutorio de la plantilla del extinto 009 no descansaban ni un minuto. Las inundaciones de abril de ese año marcaron un antes y un después en la demanda de conexión, ya que la tragedia disparó la necesidad de información y en pocas horas se solicitaron 4.000 conversaciones por el sistema manual y otras 2.000 se efectuaron de forma automática a Granada y Madrid. “Más del doble”, según confesó en su día el delegado de la Compañía, el salmantino Ricardo Delgado Francisco, que fue nombrado en febrero de 1967.
La automatización de las líneas en la provincia comenzó en los setenta, pero fue un proceso lento y costoso que se prolongó durante lustros. A 1 de enero de 1971 aún existían trece pueblos (Uleila del Campo, Lucainea de las Torres, Bédar o Alcóntar) a los que el cable de Telefónica no había llegado. Era necesaria la ampliación de las centrales de las calles Navarro Rodrigo y Hermanos Pinzón y la construcción de otra más, la llamada “Alborán”, en la calle González Garbín, con mayores prestaciones tecnológicas e ideada para ampliar el servicio a 70.000 abonados. Pero ya en 1988 quedó saturada.
Especialmente complicado resultó dotar de servicio interurbano a los municipios de la comarca del Almanzora. En cambio, la central automática de Roquetas, abierta en 1973, fue la primera de la provincia en permitir acceder a llamadas directas a catorce provincias españolas. Después se automatizaron Adra, El Ejido (1974), Aguadulce, Vera (1976) o Albox (1976); ese proceso llevaba emparejado el cambio del número del abonado. Mucho más tarde se automatizó el servicio en Cantoria (1981), Zurgena (1982), Gádor (diciembre de 1982), Turre (1983) o Chirivel (1985). Por ejemplo, con la democracia ya asentada, para llamar a la oficina de Cantoria de la Caja Rural, hoy Cajamar, había que pedir conferencia a la operadora al número 24 o con el 228 si querías reservar una mesa en el “Bar El Casino” de la plaza.
No hablemos ya de la llegada del servicio automático a pedanías como la de Aulago, Venta Gutiérrez, Las Cabañuelas (todas en junio 1983); Los Pardos, de Taberno, e Hirmes (ambos en octubre 1983) o Peñarroda de Berja (1984). Como toda modernidad reclamada por el almeriense, el asunto trajo polémica como la vivida en 1985 en Las Tres Villas por los presuntos beneficios a Ocaña, declarándola “zona urbana”, en detrimento de Doña María y otras poblaciones.
Parece mentira, pero en 1985 aún el 4 % de la población de Almería no tenía acceso al teléfono y núcleos turísticos como San José o La Isleta del Moro carecían de alguna de las 555 cabinas existentes en la provincia en ese momento.
Fueron años de duro trabajo para la Compañía Telefónica en Almería, su personal y colaboradores externos -Fernando Rey Lustres, Ernesto Sánchez León, Antonio López López, María Dolores Almécija Sánchez, Francisco Delgado López, José Miras Sáez…- porque el despegue turístico y agroindustrial de la provincia reclamaba unas mejoras de comunicación que las infraestructuras impedían. Trabajar en Telefónica suponía prestigio social, pero un gran esfuerzo y responsabilidad profesional; también se palpaba un buen ambiente laboral, incluso con la creación de una asociación de empleados que organizaba actividades sociales, culturales y deportivas.
Ricardo Delgado Francisco fue considerado una autoridad en la provincia durante los largos lustros de su fructífero mandato y la familia Delegado Hipólito echó raíces en Almería; incluso una de sus hijas, María Rosa, se casó en agosto de 1976 en la parroquia de San Antonio en Ciudad Jardín. Posteriormente fueron nombrados delegados provinciales Carlos Cruz Fernández o el segoviano José Luis Aparicio Fuentetaja.
Cincuenta años después de aquel logro conviene recordar que nuestros padres y abuelos no tenían nada fácil el acceso al teléfono: hoy, con un aparatito que llevamos en el bolsillo no solo hablamos con la capital francesa, sino que vemos el trasiego de sus calles en directo. Bonjour, Almería.
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