Boxeador asesinado

El lado oscuro de Almería

Juan Torres Salmerón acabó perdiendo la vida, pero no encima del cuadrilátero como él temía tras la trágica muerte de su cuñado, quien poco tiempo antes había fallecido tras ser noqueado en un combate

Boxeador asesinado
Boxeador asesinado
José Ángel Pérez / / Periodista

10 de septiembre 2012 - 01:00

LA noche del domingo 30 de mayo de 1981 murió apuñalado en la puerta del bar "La Bodeguilla" de la barriada de Los Molinos, el ex boxeador almeriense Juan Torres Salmerón al ser de atacado de improviso por un individuo con quien unas horas antes - sobre las ocho de la tarde- había sostenido una fuerte discusión en el bar propiedad de su suegro en el Polígono Puche. El tabernero tomó esta decisión de no servirle unas consumiciones ya que este sujeto conocido en el barrio por su extremada agresividad, como ya ocurriese en otras ocasiones anteriores pretendiera irse sin abonarlas.

La muerte del deportista se produjo varias horas después de ocurrir la discusión cuando ambos volvieron fortuitamente encontrarse sobre las diez y media de la noche en las fiestas patronales de Los Molinos en la puerta del bar "La Bodeguilla". En el vecindario se comentó entonces que el encuentro no fue casual y que el agresor con ánimo de venganza tenía premeditado un plan y había estado siguiendo al ex boxeador durante toda la tarde por las calles del barrio esperando el momento oportuno para cruzarse de nuevo con él para verse las caras.

Tras el encontronazo, hubo de nuevo ofensas e intercambio de golpes entre ambos, forcejeos y en medio del tumulto y en mitad de la calle, frente a la Bodeguilla, el agresor al parecer- según se dijo entonces- con la ayuda de otras personas que intervinieron en la reyerta, sacó una afilada navaja del bolsillo de su pantalón abalanzándose sobre el muchacho llegándole a asestarle hasta dieciséis puñaladas en el pecho, región abdominal y brazos causándole la muerte en el acto, sin que los servicios sanitarios una vez personados en el lugar del suceso pudiesen hacer algo por salvar su vida, solo certificar su defunción

Poco mas tarde la dotación de un radiopatrulla de la Policía Nacional detuvo a un joven de 22 años de edad, Joaquín A. S. miembro de un conocido clan de la barriada del Puche considerado como autor material del crimen.

Juan Torres Salmerón, natural de la localidad de Enix y que cuando se produjo su fallecimiento tenía 26 años de edad había decidido dejar definitivamente el boxeo tras la trágica muerte de su cuñado Juan Rubio Melero. Fue el 22 de febrero de 1978 y permaneció cinco días en estado de coma profundo a consecuencia de las lesiones sufridas durante su combate con el púgil canario Francis Rodríguez celebrado en el Palacio de los Deportes de Madrid.

Al púgil almeriense noqueado en el transcurso de la velada se le practicó una compleja operación entre la vida y la muerte donde los cirujanos del centro sanitario le extrajeron parte del tejido cerebral dañado. Las lesiones ya eran irreversibles y pese a la intervención médica no se pudo salvar su vida.

Juan Rubio Melero, tenía solo veintitrés años de edad y buscaba en el boxeo mejorar su vida económica. Con la ayuda de su padre, muy aficionado al boxeo, comenzó a frecuentar los gimnasios de Almería siendo apenas un niño debutando como aficionado a los catorce años. Otros dos hermanos suyos también fueron boxeadores amateurs. Almería en esos años era una gran cantera de boxeadores. A la sombra de Juan Francisco Rodríguez o Pepe López Barrilado, surgieron grandes púgiles como Manuel Alcalá, Manuel García Requena, Antonio García I y los hermanos Paco y Jesús Zaragata que tomaron el relevo generacional a Juan Rodríguez "El Pulga", Dionisio y Pepe Bisbal que llegaría a ser campeón de España del peso gallo, entre otros.

La continua progresión del almeriense le llevó a disputar la final del Campeonato de España de aficionados llegando a formar parte de la selección nacional española en su categoría. Cuando se presentó en Madrid, Rubio Melero militaba en el peso medio y ya se había pasado al campo profesional donde había conseguido seis victorias y una sola derrota. Esa noche aciaga se enfrentaba a Francis, un boxeador canario campeón de España y con mas experiencia. En el séptimo asalto -a falta de sólo uno para el final del combate- y cuando ya había sido contado una vez por caída, Francis le alcanzó con un golpe fortísimo, que el almeriense Juan Rubio Melero encajó ya inconsciente.

Y otro luctuoso y trágico suceso vinculado al mundo del boxeo y con otro almeriense como protagonista tuvo lugar dos años mas tarde. El boxeador profesional Santiago González Monzón falleció el 10 de junio de 1981 en Madrid, tras un año, cuatro meses y veintiún días internado en el hospital general de Santa Cruz de Tenerife. En principio en estado de coma y después en lenta recuperación. Santiago González Monzón tuvo que ser internado a raíz de una derrota sufrida, en Santa Cruz de Tenerife, al caer desvanecido a la lona por Ko en el séptimo asalto durante su pelea ante el púgil almeriense Manuel García Requena el 19 de enero de 1980.

El púgil canario, que llegó a recuperar el conocimiento en el propio cuadrilátero fue intervenido quirúrgicamente de un derrame cerebral tras desvanecerse fulminantemente cuando estaba siendo reconocido en el centro sanitario. Aunque semanas más tarde llegó a experimentar una ligera mejoría y los médicos confiando en su fortaleza física se mostraron optimistas sobre su recuperación, una nueva e inesperada recaída agravó su estado físico e hizo perder todo tipo de esperanzas de vida.

El fallecimiento del boxeador se produjo por un fallo cardíaco del enfermo, considerado «terminal» por los médicos. En las últimas horas se habían presentado múltiples complicaciones que determinaron el rápido y fatal desenlace. Monzón fue internado, tras su combate con García Requena, en el Hospital General y Clínico de Tenerife, en estado de coma profundo, del que se recuperó a los pocos meses.

El 10 de febrero fue trasladado a Madrid, a la clínica de La Luz, donde su estado sufrió diversos altibajos y finalmente fue ingresado en el Instituto de Ciencias Neurológicas, donde, dado su estado, calificado de «terminal» e «irreparable», los médicos habían decidido enviarle de nuevo a Canarias cuando se produjo el rápido e inesperado desenlace por un fallo cardíaco.

stats