Cadeneta, punto, cadeneta y a soñar

Dice Javier García Compán, organizador del taller, que su sorpresa al ver el interés por el curso de ganchillo ha sido mayúscula. Tal vez por eso pase por su cabeza repetirlo de nuevo. Cansado de la monotonía, del día a día y con ganas de llenar sus tardes de colores y manualidades, contó con la colaboración de Sandra Suárez y manos a la obra, decidió dar forma de cadeneta al perfecto túnel existente entre lo real y lo soñado.

"Una vez que nos informamos debidamente, encontramos algo sorprendente: resulta que hay movimientos de ganchilleros por todo el mundo, en Barcelona, Berlín o Bruselas, por ejemplo, que hacen arte urbano". Inmediatamente se decidieron a tomar parte del mismo doce alumnos que acudían a la sala de reunión y tertulia del Demodé, un local que tiene tres plantas.

"Como no sabíamos ni coger una aguja, la primera de las sesiones la dedicamos por completo a familiarizarnos con el material y a hacer cadeneta punto cadeneta ya que también estamos haciéndonos a la jerga", bromea García. "Ya el segundo día trabajamos con punto bajo y punto doble alto, lo que nos permite elaborar piezas completas como, por ejemplo, para hacer una bufanda o montar un monedero". "Ya que somos principiantes, las figuras son el siguiente paso en nuestras reuniones, para las clases siguientes usaremos los puntos que hemos aprendido para empezar a tejer los típicos motivos cuadrados de las mantas hechas con esta técnica". Pero no era todo. El encuentro por las tardes daba paso a una reunión en la que los interesados participaron de manera muy activa. "Nos juntamos, merendamos bizcocho casero, aprendemos manualidades y recuperamos las tradiciones, todo ello al ritmo de la música indie-rock más actual".

Y como la idea ha sido muy bien aceptada, "hasta el momento tenemos la idea de continuar con el ganchillo, nos queda tanto que aprender"...