Cambio una sonrisa por canciones
Los estudiantes de La Chanca participaron en un encuentro en la Universidad con los alumnos de Educación Especial · Homenaje sorpresa al director Pedro García y al profesor Juan José Ceba
Los cuentos, desde el principio. Por Érase una vez. Un polo. Otro polo. El vampiro Ramiro está solo. Nadie le ha invitado nunca a cantar, a bailar y a jugar con los niños. Ayer era uno de ellos. Qué más da si de los 47 pequeños de quinto y sexto de Primaria o de los alumnos, ya más mayores, de Educación Musical. Hay que buscar solución. No es bueno que nadie, aunque sea un vampiro, esté solo.
De ello se encargó Juan Rafael Muñoz, un relámpago de energía. Conductor, director, animador. Todo en uno. Impresionante para los que no le habían visto nunca. Esa sensación de dejar boquiabierto a su pequeño público. La Sala Bioclimática llena de palmas, de sonrisas, de canciones. Flamenco, ritmos country. Llamamiento general. Todos en pie. Nadie en su silla. Siempre Así. Si los hombres han llegado hasta la luna, qué queda por inventar. No hay tregua. No existe. A las diez de la mañana bajan del autobús, toman el Campus. Esperan, nerviosos. Los jóvenes toman posiciones. Suben al escenario Tomás y Paul, saxo y piano. Jazz improvisado. No aguantan más. Ni siquiera le dejan que acabe. Lluvia de aplausos. "¡Tú sí que vales!", les gritan. Vuelven con sus compañeros, palmadas en la espalda.
Desfile de percusionistas. Ritmo pegadizo. Trompeta, saxofón, piano, voces. No cabe en el escenario nadie más. ¿Ha llegado el día ya? Muñoz se pone serio, o lo intenta, cuando acaba la interpretación. "Esto es lo bonito del trabajo en grupo, ¿veis? Todos para todos". Aparece en escena el vampiro Ramiro. Cómo no. Como siempre. Los alumnos del CEIP La Chanca, que cumplieron con la visita de ayer con una tradición casi institucional en la que intentan acercarse al funcionamiento de la Universidad, estuvieron acompañados por sus profesores y por miembros de la directiva, como el máximo responsable del centro, Pedro García, que recibió un homenaje sorpresa junto al docente Juan José Ceba, ante su próxima jubilación. De ello se encarga Pedro Molina, que llegó con gafas de sol, mientras sonaban las últimas notas de una de las canciones. Decide permanecer a la sombra un rato, quiere ser partícipe de la animación protagonizada por Muñoz. Aunque luego le dan la bienvenida y un aplauso.
Tiempo para el Oeste. Llega sin caballos, pero con sonido típico. Y gritos. Es el turno de ellos, de los pequeños. "Yo quiero hacer un estribillo", comenta una niña que se hace poco de rogar antes de subir al escenario. Luego, tres de sus compañeros se atreven con una versión muy especial del tema que David Bisbal cantó con motivo del pasado Mundial de fútbol. Cambiando la letra, denunciaron algunas de las circunstancias reales y mejorables de su barrio. Luego la cosa cambia, y con un "Mira, mira, mira, qué buena está Shakira" continúa una fiesta que abre nuevos horizontes, que suma un punto más a la convivencia, que toma de la mano cada momento. Bravo por la música.
También te puede interesar