El Cariñena, sabor del éxito

Para muchas familias la primera parada obligada es tomar un vino dulce con barquillo incluido La normalidad es la tónica general en el recinto, como aseguran las Fuerzas de Seguridad

David, Laura, Diego y Montse con su vino de Cariñena, que año tras año sigue cosechando los mejores éxitos en el ferial.
David, Laura, Diego y Montse con su vino de Cariñena, que año tras año sigue cosechando los mejores éxitos en el ferial.
María José Uroz

26 de agosto 2014 - 01:00

"No has ido a la Feria de Almería si..., si no te has tomado un vino de Cariñena con su barquillo". Es el lema más repetido año tras año. Y es que pasar por los puestos donde los muñecotes pisan las uvas para tomar un vinillo es una cita ineludible, lo mismo que ir al ferial a probar los churros o los melones de la caseta de Izquierda Unida. Hay tradiciones que hacen que la fiesta de todos los almerienses sea única e irrepetible, y que a veces es imposible pasar por alto.

El sabor dulce del Cariñena, el crujiente del barquillo y el buen ambiente que se vive en cada uno de los puestos que ofrecen este manjar hacen que tenga el éxito asegurado. Desde las ocho de la tarde hasta bien entrada la madrugada los grifos de los toneles no paran de halagar a los paladares más exquisitos.

Uno, dos, tres y hasta cuatro tantos se tomaron los miembros de la familia Marqués, que precisamente celebraban la buena noticia de que María y Mario están esperando su primer bebé. "No hay mejor forma de celebrar que la familia aumentará en nueve meses, que tomar un vino de Cariñena el domingo de Feria", indicó el cabeza de familia, quien quiso especificar que la embarazada únicamente brindaría y se mojaría los labios para que el niño no salga con marcas por no cumplir el antojo.

Con menos afluencia de público que el día de la inauguración y del encendido, las calles del Real estuvieron abiertas hasta la madrugada con un ambiente de cordialidad, respeto y normalidad. Así lo aseguran los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que controlan desde primera hasta última hora la zona de máxima afluencia.

Los caseteros esperan con los brazos abiertos que lleguen los días de máxima afluencia para llenar sus recintos y ver las meses llenas de comensales. Si la tradición no cambia, será a partir del miércoles cuando todos los rincones estén a rebosar, coincidiendo con el Día del Niño y con la recta final de los festejos. Y cuando ya estén al completo todas las atracciones.

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