Carnaval (III): Las Perchas, condenas e Iglesia

Crónicas desde la ciudad

La sistemática condena del Carnaval por parte de la Iglesia Católica se recrudecía en fechas previas a la Cuaresma. Todas las iglesias de la Diócesis organizaban anualmente trisagios de desagravio

Antonio Sevillano / / Historiador

11 de febrero 2012 - 01:00

Talento,

mira si tengo talento,

que he puesto una casa putas

frente al Ayuntamiento

EL fandango no es gratuito. Mucho antes de que Las Perchas (primitivo barrio de Las Piedras, a espaldas de las Casas Consistoriales) alcanzara sórdida fama como prostíbulo de tercer orden -glosado por el hispanista Gerald Brenam en "Al sur de Granada"- en la Plaza Vieja, al amparo de sus soportales castellanos de sabor andaluz, ya se practicaba el amor furtivo a tanto el encuentro carnal:

Señoría (por el alcalde Eduardo Pérez): ¿no es una lástima muy grande que a la hermosa plaza de La Constitución (…) la haya tomado el vicio por asalto, convirtiendo los bajos de muchos de los edificios en madrigueras donde toda prostitución tiene su nido y toda asquerosidad se refugia, y los soportales en teatro abierto al espectáculo de cualquier obra sicalíptica?

Bajo los soportales y de tapadillo en reservados de los bares El Nido o Garrote. Locales de reunión y ensayo de las compasas de LosTomates y Briones, de Antonio Bisbal y Fernando Cotasa; del Guájara y El Fuegovivo o la murga del "Rey" que tocaba uno y pedían seis. Con dos copas de más (o tres, o cuatro) y el cuerpo pidiendo comisaría, de aquí partían al encuentro con sus conciudadanos en días de Carnaval. Guitarras, bandurrias, panderetas, pitos de caña… ¡Ancha es Castilla!

CÁDIZ Y FRANCO

Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Esto debieron pensar la autoridad ¿competente? al comprobar que por muchos edictos publicados el personal danzaba (y cantaba, y reía, y bebía) a su libre albedrío. Ni cortapisas ni gaitas. Los "adoradores" del dios Momo llevan impreso en su mapa genético dos principios irrenunciables: la diversión sin freno, así caigan chuzos de punta, y la libertad individual y colectiva frente a los guardianes públicos y sus leyes restrictivas. Lo dicho: reconducir el rebaño hasta lo políticamente correcto o prohibición pura y dura. Es curioso que fuese precisamente en la Cádiz que se presta a conmemorar (y con ella todos los demócratas, incluido el Pp) el Segundo Centenario de la Constitución española de 1812, donde inicialmente, que sepamos, se dictara un bando prohibiendo sin fisuras cualquier manifestación festiva durante las fechas de Carnaval, llámense cuadrillas callejeras, máscaras o canciones subversivas. Mucho peor que el emitido en Almería dos décadas atrás por el gobernador Dº Carmen de Cerveto (hombre y no mujer, pese al nombre). Corría febrero de 1832, con Dº José Manso de regidor en la milenaria Gades. Reinaba la muy borbónica Isabel II y su contenido, paradójicamente, rezumaba más severidad que en tiempos de su despótico padre, Fernando VII:

Deseando contener los excesos que puedan cometerse en el próximo Carnaval por algunas personas poco prudentes, faltando a la buena policía y reglas que están dictadas por el Gobierno, mando que se observen irremisiblemente las disposiciones que se expresan:

1º) Se prohibe en el próximo Carnaval, lo mismo que en cualquier otro tiempo, el disfraz de pasearse, ya sea en los teatros como por las calles o en casas particulares, bajo ningún pretexto ni motivo.

2º) Toda persona de cualquier estado, sexo o calidad que fuese aprehendida con máscara o que se le justifique haber bailado o estado en alguna casa con disfraz, será arrestada y desterrada por un año de esta plaza (…) y pagará la multa correspondiente, así como el dueño de la casa donde hubieran concurrido gentes con disfraces no propios al vestido o traje usual de las personas.

Finalizaba ordenando que "las tabernas y demás casas de comidas se cierren en los tres días de Carnaval, y que el primer día de Cuaresma, en sonando el toque de ánimas, se despache por los postigos en vasijas, más no en vasos para beber en la calle".

A Francisco Franco Bahamonde, Caudillo de España por la gracia de Dios, alguien debió ponerle sobre la pista del papelito firmado por el tal Manso y él, claro, no iba a ser menos. En Valladolid -rubricado por Luis Valdés, Gobernador General- dictó la Orden un 3 de febrero de 1937, publicada en el BOE nº 108 del bando "nacional". Fascista, para mayor precisión lingüística:

En atención a las circunstancias excepcionales porque atraviesa el país, momentos en que aconsejan un retraimiento en la exteriorización de las alegrías internas que se compaginan mal con la vida de sacrificios que debemos llevar, atentos solamente a que nada falte a nuestros hermanos que velando por el honor y salvación de España luchan en el frente con tanto heroísmo como abnegación y entusiasmo, este Gobierno General ha resuelto suspender en absoluto las fiestas de Carnaval.

Y a estos efectos encarezco a V.E. tome las disposiciones oportunas para su más exacto cumplimiento, evitando pueda celebrarse ninguna clase de estas fiestas en días tan señalados en los que nuestro pensamiento debe estar de corazón al lado de los que sufren los rigores de la guerra y de los que ofrendan sus vidas en defensa de nuestra santa causa de redención.

En Almería, es decir en la zona leal al Gobierno republicano, tampoco estaba el personal para confetis y murgas. No obstante, en la memoria quedaron coplillas como la dedicada al acorazado Jaime Iº, con música de La Triniá (Valerio, León y Quiroga). Fue terminar el trienio fraticida y aparecer impreso en el diario Yugo, órgano de Falange Española, el tío de la vara:

Ministerio de la Gobernación.- Orden del 12 de enero de 1940 resolviendo mantener la prohibición absoluta de la celebración de las fiestas del Carnaval: "Suspendidas en años anteriores las llamadas fiestas de Carnaval, y no existiendo razones que aconsejen rectificar dicha decisión: este Ministerio ha resuelto mantenerla y recordar a todas las Autoridades dependientes de él, la prohibición absoluta de la celebración de tales fiestas".

CANÓNIGO D. CARLÓN

Tras sufrir Almería el terremoto que en 1522 arruinó viviendas, edificios públicos y buena parte de La Alcazaba, en enero y agosto de 1804 la ciudad padeció los más violentos movimientos sísmicos de su historia. Con tal motivo el Cabildo catedral y Ayuntamiento convocaron a una solemne acción de gracias, en abril de ese mismo año, a cargo del magistral Dr. D. Diego Carlón. Con las naves del templo ocupadas la Iglesia Católica aprovechó la ocasión, por enésima vez, para despacharse a gusto contra las influencias diabólicas del Carnaval. Aunque autoridades y feligreses, como el que oye llover. De nada sirvieron, como tampoco les amedrentó los anuales trisagios de desagravio en toda la Diócesis:

Yo no hablo de pecados particulares (…) hablo solo de pecados públicos, cometidos públicamente y erigidos en cierto modo en máximas generalmente adoptadas y que claman a la venganza divina contra este pueblo. ¿No vemos esta diversión gentílica y anti-cristiana de las máscaras, peor sin comparación que lo antiguos bacanales, aplaudida, defendida, practicada anualmente (…) por más que las vehementes declamaciones de los Ministros del Señor contra este velo y estímulo de las mayores maldades, hayan procurado contenerla?

stats