EL LADO OSCURO DE ALMERÍA

Carnaval sangriento en Pechina

  • Efeméride. El 23 de febrero de 1936 en lo que debieron ser unas divertidas fiestas de carnaval en la localidad de Pechina, se convirtieron en una tragedia que concluyó con dos trágicas muertes

Carnaval sangriento en Pechina

Carnaval sangriento en Pechina / D.A. (ALMERIA)

EL caso tuvo siempre un destacado matiz de acentuado carácter político. En las fechas en que ocurrió el terrible suceso ya planeaba la sombra de la guerra civil sobre España. Curiosamente, el doble crimen se produjo justo una semana después de que las últimas elecciones generales celebradas en el país dieran el triunfó a la coalición izquierdista del Frente Popular.

El 23 de febrero de 1936, las singulares fiestas de Carnaval en Pechina alcanzaban su pleno apogeo. En la popular pensión de “El Garabato”, situada en la calle José de Espronceda, cercana a la plaza los vecinos ultimaban a conciencia todos detalles para el inicio del desfile procesional. El bullicio reinante en la calle nada hacia presagia un final de fiestas de consecuencias tan funestas. Un grotesco muñeco de trapo, relleno de paja, que por su aspecto recordaba levemente según unos al político Gil Robles y según otros, a un tal Jacinto personaje controvertido de la localidad, esperaba sobre un pequeño andamiaje el momento de la triunfal salida. El susodicho Jacinto, era muy conocido por sus tejemanejes para llevar gente a trabajar en una fábrica de azúcar y que tuvo “problemillas” con algunos de los trabajadores que se sintieron engañados por sus condiciones laborales.

Rifle Mouser Rifle Mouser

Rifle Mouser / D.A. (ALMERIA)

La alborozada comitiva supervisada por Juan López Ortega “El Garabato” vestido chistera y levita se puso en marcha. Los niños jaleados por los mayores entremezclaban sus bromas y risas con ácidos gritos contra el pelele. El cortejo empezó a recorrer lentamente las calles del pueblo y poco después la muchedumbre llegaba frente al cuartel de la Guardia Civil. Fue allí frente donde sus dirigentes decidieron hacer un pequeño descanso y donde desgraciadamente comenzó a fraguarse la inesperada tragedia.

El guardia civil de puertas, apremió con airados modales a los niños y a la pacifica comitiva, unas doscientas personas, a que se llevasen “el santo” de allí. Todos los reunidos le piden paciencia ya que se trata solo de una pequeña pausa, para reponer fuerzas. Son las tres y media de la tarde.

Algunos vecinos de la localidad no están de acuerdo según ellos, por el tratamiento burlesco que los mozos del pueblo le están dando al desfile de carnaval. Frente al cuartelillo de la Guardia Civil los ánimos están enaltecidos y el griterío cada vez es más ensordecedor. En medio de todo este maremágnum, el guardia Sebastián López, pierde los nervios, desenfunda su pistola y empieza a disparar al aire.

El agente de puertas dispara a bocajarro contra uno de los miembros de la comitiva

Los participantes del desfile le piden que se tranquilice, que todo es una broma del carnaval y que deje de disparar. Cunde el caos y la gente asustada comienza a irse corriendo dispersándose por las calles adyacentes.

Los guardias civiles, que se suman al agente de puertas, siguen firmes en su actitud siguiendo ordenes de sus mandos y es cuando el terror se apodera de los miembros de la comitiva “procesional”, ya que los disparos provienen desde el terrado del mismo cuartel. Tiros descontrolado, carreras alocadas de mujeres y niños, y en medio del asombro general uno de los guardias civiles, el mencionado Sebastián López, el agente de puertas del cuartel dispara a corta distancia y a bocajarro contra uno de los miembros de la comitiva.

Se trata del albañil Indalecio García Góngora, de 32 años de edad a quien acompañaba su esposa y su hija Plácida de corta edad. Una persona carismática conocida como “El Marujo”, apreciado y muy popular en la localidad. Varios disparos del “mauser” disparado por el guardia civil le atraviesan el pecho rompiéndole el corazón, ocasionándole la muerte en el acto. La gente ante la inesperada reacción huye despavorida buscando un sitio para ponerse a salvo y refugiarse ante el continuo estruendo de los disparos.

Guradias civiles Guradias civiles

Guradias civiles / D.A. (ALMERIA)

En una de las calles próximas al cuartel de la Guardia Civil, el panadero José Díaz García y su padre, que regresaban a su domicilio y que no habían participado en el cortejo carnavalesco, se encontraron de frente con un grupo de personas que corrían en dirección contraria. De imprevisto sonó un disparo seco y el joven José Díaz, de 27 años cae fulminado al suelo desangrándose a los pocos minutos. En las calles hay diversos grupos de individuos incontrolados que se suman al alboroto efectuando disparos de intimidación.

Según se dijo entonces en medios oficiales, el joven vilmente asesinado llevaba una pistola al cinto y dos cargadores de munición. No había llegado a utilizar el arma cuando una bala se cruzó en su camino y le sesgó la vida. Nadie supo a ciencia cierta cómo se produjo su muerte. Se habló entre los vecinos de una bala perdida en un cruce de disparos entre los guardias civiles y algunos miembros de la comitiva, extremo éste que no se aclaró suficientemente.

Un terrible suceso en una alegre festividad que se saldó con la muerte de dos personas. Gente de esta localidad recordaba años después sin excesivo interés en pormenorizar detalles, que en un acto de venganza, durante el transcurso de la guerra civil, la familia del fallecido Indalecio García “El Marujo” consiguieron que el guardia civil Sebastián López fuese trasladado hasta Pechina. Se cuenta, que meses más tarde, en las afueras de este pueblo, junto al río Andarax fue ejecutado el agente Sebastián López de un disparo en la cabeza efectuado por el hijo de Indalecio García, de tan solo 14 años de edad a quien su propia abuela, madre del paisano fallecido le proporcionó la pistola para consumar su muerte.

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