Almería

¡Cazorla de mi vida!

  • Después de sellar un acuerdo para que gobierne el PSOE, el candidato de Ciudadanos es obligado a retractarse Conversaciones de Rajoy y Rivera fuerzan la abstención de los tres ediles de un partido deslegitimado en Almería Cumplen lo previsto en Roquetas y Cuevas

ESTOS son mis principios, si no le gustan... tengo otros. Cualquiera de las célebres frases con las que el humorista Groucho Marx se acercó a las tretas de la política se podrían aplicar al esperpento que ayer vivió Almería en virtud de los bandazos de un partido que en sus segundos comicios ya ha firmado su sentencia de muerte. La marca Ciudadanos ha quedado más que deslegitimada por una maniobra tan deshonesta como inesperada más propia del camarote de de los Hermanos Marx que de ese nuevo tiempo de regeneración que han venido proyectando en su poco más de un año de andadura. Tan sólo unas horas después de sellar y proyectar sin escatimar en coba y fanfarria un acuerdo con el PSOE para que Juan Carlos Pérez Navas pudiera gobernar en detrimento de la lista más votada del PP, el candidato de Ciudadanos, Miguel Cazorla, recibió una contraorden ya entrada la noche de la dirección nacional de su formación: debían propiciar la continuidad de Luis Rogelio Rodríguez en la Alcadía de Almería con la abstención de los tres concejales elegidos el 24 de mayo en las urnas de la capital.

Un brusco giro teledirigido por la disciplina de partido y cursado en el tiempo de descuento que ha evidenciado la irrelevancia de un paripé de veinte días de reuniones y comisiones de trabajo con las dos principales formaciones porque el resultado, de mayor complicidad y sinergias con los socialistas y su proyecto de ciudad, tras hacerlos suscribir el documento marco y los requisitos y trágalas pertinentes, ha sido revocado desde Barcelona por el dedo salomónico de Albert Rivera. El alcalde y senador dijo hace diez días que cada partido tiene que jugar sus bazas y cartas hasta última hora y el viernes al conocer el zarpazo 'ciudadano' que lo enviaba a la bancada de la oposición buscó a la desesperada el auxilio de Génova para invertir la resolución de los naranjitos. A través de los diputados nacionales por Almería Juan José Matarí y Rafael Hernando, portavoz del PP en el Congreso, con el amparo de Javier Arenas y Juanma Moreno, consiguió una interlocución del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que ha resultado decisiva. El propio alcalde reconoció horas después de la toma de posesión que "se han producido gestiones a otros niveles". La conversación de la dirección nacional del PP con Albert Rivera, acompañada por la documentación de las demandas en curso que tiene su candidato en Almería de una anterior aventura empresarial, echaron por tierra la aspiración de Cazorla de acabar con doce años de gobierno del PP con pactos y mayorías absolutas. Y el coordinador provincial, lejos de desobecer el nuevo mandamiento a pesar de considerarlo un error, ayer recogió su acta de concejal y se hizo el harakiri absteniéndose en las votaciones, obviando lo que había pactado, ante un plenario de correligionarios socialistas que se habían movilizado para disfrutar de la investidura de Pérez Navas y acabaron presenciando la cuarta entrega y alzamiento del bastón de mando por parte del popular Luis Rogelio. Abucheos e insultos de los que entendían que era una indecencia se repitieron durante una sesión que pasará factura a Miguel Cazorla, quien se atrevió incluso a censurar los reproches aludiendo a una falta de respeto hacia la democracia, y a su partido en una ciudad en la que ha crecido auspiciado por una fuerte pulsión de cambio sensato y prudente que ha quedado en nada. Es más, en la comparecencia del viernes para desgranar el singular criterio que habían adoptado para acabar con el mandato popular, más allá de sus manifiestas filias y fobias, no se cortó ni un pelo y sacó a relucir casos de corrupción en proceso y otros por llegar que afectan a los funcionarios y responsables del Ayuntamiento de la capital. Todo un alegato en favor de la permuta para acabar haciendo lo contrario.

Con un discurso empedrado de buenas intenciones, aludiendo al interés de los almerienses en todo momento, el afrentado líder de la cruzada ciudadana quiso alejarse de los pactos exprés precocinados meses antes de los comicios y ha saboreado su rol predominante, ejerciendo de anfitrión durante un mediático y vanidoso viacrucis de reuniones, consciente de que tenía la sartén por el mango. Pero pasó por alto, después de deshojar la margarita, que no conviene echar un pulso al partido porque acaba uno desautorizado. La debilidad de su fidelidad a los socialistas no se truncó, por el contrario, en el municipio de Cuevas, en el que sí han respaldado al candidato del PSOE despachando al diputado y alcalde Jesús Caicedo después de doce años de gestión. En Roquetas y Enix también han cumplido el guión marcado absteniéndose en la investidura de Gabriel Amat, al no querer sustentar al bloque de izquierdas de socialistas, IU y una filial de Podemos, y apoyando con su escaño a Álvaro Izquierdo.

El terremoto postelectoral se ha dejado sentir sólo en la capital, único epicentro de una jornada marcada por el Cazorlazo. En los 101 municipios restantes de la provincia se conformaron los gobiernos y en la quincena de ayuntamientos con mayorías relativas no hubo más sobresalto que el de la expectación que generan algunas coaliciones. Tan sólo en Los Gallardos tuvo que ser aplazada la investidura por la muerte horas antes de la madre de la alcaldesa, María González. En Vera volverá a tomar las riendas del ayuntamiento el andalucista Félix López, gracias al amparo de los socialistas, siendo este regalo correspondido en Vélez-Rubio por el único edil del PA, Juan Chacón, quien venía de gobernar con los populares a los que ahora ha desbancado. Y un alcalde de Interviú, Rogelio Mena, repite en Albox después de ser condenado y forzado a darse de baja en el PSOE. Si hace tan sólo unos meses era el secretario de Ideas y Programas del nuevo tiempo de Susana Díaz, hoy es regidor avalado por otros ocho concejales todos en el grupo de los no adscritos. Por activa o por pasiva, los acuerdos con Izquierda Unida permiten al PSOE hacerse con las alcaldías de Níjar, Dalías, Chirivel, Líjar y Dalías, mientras que en Turre se turnarán el sillón siendo los primeros veinte meses para el candidato de Somos, una coalición de IU, Martín Morales. La consigna de desalojar a los alcaldes del PP se ha cumplido en todos los escenarios de la provincia, con la salvedad de Gérgal, donde han hecho posible que siga Miguel Guijarro. En Adra forman parte de un bloque de izquierdas en el que hay movimientos vecinales y de otros agentes sociales, al igual que exdirigentes del PSOE, que no ha querido acabar con la hegemonía del PP y han dejado a la lista más votada de Manuel Cortés. Uno de los municipios con mayor fragmentación del voto, Huércal de Almería, inició ayer la nueva legislatura sin el candidato que concurrió por parte de los populares. Juan José López de las Heras ha dejado en manos de Ismael Torres una coalición en la que repite el GRINP liderado por un tránsfuga de IU e incorporan a una plataforma de vecinos (VHA). La del exalcalde de Huércal no ha sido la única de la ausencias en relación a la etapa política que ayer concluía, son muchos más los que no han renovado sus actas por los diferentes rincones de la geografía almeriense. No vuelven a los plenarios ni Pedro Llamas en Cantoria, municipio en el delegó en su hermano tras ser condenado -ha ganado la batalla su rival Purificación Sánchez, la mujer del excandidato que fuera sorprendido con cocaína-, ni Pablo Venzal, María Muñiz y Aránzazu Martín en la capital, ni Remedios López en Santa Fe, ni Juan Manuel Salmerón en Abrucena ni Enrique Hernando en Adra, por citar sólo algunos de los que han decidido apearse de la política municipal o simplemente han sido apartados por sus partidos. El PP, de hecho, ha cambiado 42 caras, sobre todo en los pueblos donde estaban de la oposición.

El mapa político resultante tras la constitución de los ayuntamientos con mayorías absolutas y fruto de los acuerdos y pactos ha teñido de rojo 47 del PSOE y de azul 45 de los populares. Los andalucistas se mantienen al frente de uno y los de Izquierda Unida acaparan cuatro. Los cinco restantes en manos de independientes y agrupaciones de electores en Carboneras, dónde han reeditado una alianza con el PP, La Mojonera, Partaloa, Laujar y Albanchez, éste último fruto de lanzar una moneda al aire porque se produjo un empate técnico. Los populares cerraron la investidura de los consistorios almerienses en 2011 con 55 alcaldías, diez más de las que tienen hoy, porque además de registrar su mejor resultado se llevaron el gato al agua en todas las negociaciones postelectorales emprendidas. En el nuevo escenario han perdido ayuntamientos, si bien han salvado Almería y Roquetas al grito de ¡Cazorla de mi vida!.

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