Centenario del nacimiento de la poetisa de la plaza Santo Domingo
Almería
Elodia Campra Bonillo, que nació en 1923 y falleció en 2012, vinculó su trayectoria literaria y vital a la Plaza Virgen del Mar, donde nació
El día de Navidad de 1923, a las cinco de la madrugada, tuvo lugar en el número 2 de la calle Séneca, esquina con la Plaza Virgen del Mar de Almería, el alumbramiento de una niña. Así lo testifica el acta 879, folio 245 del tomo 158 de la sección primera del Registro Civil. Era el tercer bebé de Abelardo Campra Fuentes (1893-1965) y de Carmen Bonillo Picón (02/1905-1984), oriunda de Ohanes, e hija de Plácido Bonillo y Siles (+04/1925), un empleado de la Junta de Obras del Puerto. Abelardo y Carmen contrajeron matrimonio en la capital en junio de 1919. Él era jefe de administración del Ayuntamiento y un afamado pianista que interpretaba las partituras de las compañías de ópera y zarzuela que, de gira, actuaban en la ciudad.
A la chiquilla la bautizaron con el nombre de Elodia, en honor a una tía paterna de igual nombre que, a su vez, acuñó en 1899 el de una hermanita suya fallecida el 1 de junio de 1897. La casa de la calle Séneca era un trasiego de parientes, niños y cuidadoras. Hasta siete hijos tuvo el matrimonio: Carmen (1920-1967), Emilio (1922-2014), Consuelo, Abelardo (04/1933-08/2023), Francisco, Adelaida y la propia Elodia. Los Campra Bonillo aprendieron a leer y a escribir en un ambiente familiar donde la cultura, el deporte y la música gozaban de una importancia suprema, impropia en aquella Almería del primer tercio del siglo XX.
No extraña, pues, que del clan surgieran abogados, entrenadores deportivos, el mejor atleta de Almería, presidentes de clubes… y una poetisa. Porque Elodia comenzó a preocuparse por los versos y los poetas desde cría. En sus ratos libres, leía las “Rimas y Leyendas” de Gustavo Adolfo Bécquer y destacaba en las asignaturas de lengua y literatura en el colegio “Nuestra Señora del Milagro”, situado en la plaza de Santo Domingo justo frente a su casa. Al aire libre, sentada en uno de los bancos de hierro junto a la fuente de piedra y rodeada de flores y pajarillos, Elodia Campra Bonillo esbozó en una libretica sus primeros versos. Fue este poemilla. Apenas tenía 10 años:
Ilumina mi cerebro,
que yo componga poesías
y unidos y en mi memoria
poder cantar a la tierra
que entre rimas y leyendas
y llena de inspiración
tendrás un libro en el cielo
que será una bendición.
Poetisa de la Semana Santa
Durante la Guerra Civil, la familia se refugió en el municipio de Huércal-Overa y cuando terminó la contienda, ya de regreso en la capital, Elodia dirigió su vida a formar su propia familia. Con tan solo 18 años, contrajo matrimonio con Antonio Rodríguez Fernández, pero nunca dejó a un lado sus inquietudes literarias y culturales ni su vinculación personal con la plazoleta de Santo Domingo.
De profundas convicciones cristianas, Elodia Campra Bonillo solía colaborar con poemas de índole religioso en publicaciones vinculadas a la Iglesia, sobre todo en los años sesenta. Incluso hubo un texto dedicado a la Casa de Espiritualidad de Aguadulce e innumerables al Cristo Crucificado. Y en los días de Semana Santa, sus versos sobre las imágenes titulares de la ciudad y de la provincia se conocían gracias a la prensa. En 1950 escribió “A Jesús de Nazaret”:
Un pensamiento brotó
cuando Jesús Nazareno
el camino del Calvario
iba subiendo amargado.
Y sus pétalos temblaron
y en promesa le ofreció
vestir siempre de morado.
La violeta al comprender,
de morada viste también.
Cuando el pensamiento al lirio
le contó Tu gran dolor,
silencioso, triste y solo,
de morado se vistió.
¡Cómo somos los cristianos!
sabiendo Tu padecer
de morado nos vestimos,
¡¡ al año solo una vez...!!
Sus vivencias en Huércal-Overa, durante la guerra, le acercaron al “Paso Morado” a cuyo Cristo también le dedicó numerosos versos. Pero Almería, sus calles, plazas y rincones eran los temas preferidos de las composiciones poéticas.
En la Puerta de Purchena,
hay un cañillo de agua,
que es de antigua tradición,
y que no es cosa de guasa
que todo el que bebe en él
en Almería se casa.
La Navidad también era un argumento de peso en los poemas de Elodia. En 1963 dio a conocer el titulado “La Nochebuena de los gitanillos”. Empezaba así:
Hasta mí llega el sonido
de zambombas y panderos,
que están cantándole al Niño
los gitanos canasteros.
¡Compare!, echa vinico,
que está temblando en la noche
el canto del villancico.
iCompare!, que eres mi hermano,
que llegue el calor al hogar gitano,
¡compare!, echa «pa» que sobre,
que llegue también al hogar del pobre.
Las lecturas infantiles sobre la obra Bécquer también fueron temas para algunos versos, con referencias a las inevitables golondrinas y al amor. En 1965, con 42 años, publicó en prensa el poema “El poeta de los enamorados” y en 1968 “De otoño”, con referencias a su juventud. No obstante, la mayor parte de la producción literaria de Elodia quedó para su consumo íntimo y personal o, como mucho, familiar porque apenas tuvo difusión en libros impresos.
Feminidad y defensa de la provincia
En 1976 colaboró en el librito titulado “Lira”, donde distintas poetisas de Almería lanzaban un grito a favor de la feminidad y de la defensa de la provincia. El modesto volumen se presentó en la “Tertulia Indaliana” celebrada el 15 de octubre bajo la coordinación del médico Federico Orozco Benítez (1906-1990). Como era simpática y extrovertida, participó activamente en el acto. A pesar de ello, aquella experiencia no le sirvió de ánimo para llevar a la tinta y al papel sus composiciones, pese a los cariñosos requerimientos de ilustres almerienses como Florentino Castañeda y Muñoz que escribió a finales del XX: “¡Ojalá Elodia se decida a publicar un libro con sus poemas! Sería interesante”.
La pérdida de su hermana Carmen, el 10 de julio de 1967, cuando contaba 47 años y las alusiones a la plazoleta donde se criaron juntas fue el argumento del poema “Almería in memoriam”, dedicado a ella.
¡A pesar de mis años marchitos
yo te espero como aquellos días
en el banco de hierro macizo!
¡Yo te espero como aquellos días
en la Plaza de Santo Domingo!
¡Que en la ausencia te añora!
¡que te canta mi alma y te llora!”
Elodia Campra Bonillo y su esposo Antonio Rodríguez Fernández mantuvieron la costumbre familiar y tuvieron una descendencia numerosa: Antonio, María del Carmen, Juan José, Elodia, Francisco Javier y María del Mar Rodríguez Campra. El 17 de diciembre de 1998 falleció su marido cuando tenía 87 años de edad. Elodia, ya bisabuela, murió en Almería el Día de la Mujer del año 2012, tras haber desarrollado una brillante y desconocida carrera literaria. Ahora se cumple el centenario del nacimiento de la poetisa de la plazoleta de Santo Domingo. Es una de las ilustres mujeres de las letras almerienses. Y muy poco conocida.
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