ChamacoUn torero sin recuerdos

Crónicas desde la Ciudad

Tras una penosa enfermedad, el pasado día 11 fallecía en su domicilio de Huelva el matador de toros Antonio Borrero "Chamaco". Esta crónica-homenaje pretende evocar sus sucesivas actuaciones en el coso almeriense

ChamacoUn torero sin recuerdos
Antonio Sevillano / Historiador

22 de noviembre 2009 - 01:00

EL ciclo vital es inexorable: nacer, crecer, morir. El ni por viejo te apresures ni por joven te asegures es sólo un refrán que crea incertidumbre en unos y aparente tranquilidad en otros, pero lo cierto y verdad es que todos estamos sujetos a la ley irremplazable. Dicen que noviembre, además de ser el dedicado en el calendario católico para rendir culto a los muertos, es el mes en que más se contabilizan. Habrá que mirar la estadística. Al viaje postrero de José Luis López Vázquez, Francisco Ayala o los más cercanos Capuleto y Gómez Angulo, debemos añadir, en el marco de la Tauromaquia, a Antonio Rivera, novillero y padre del malogrado Paquirri y Riverita; un poco antes Juan Posadas y ahora a "Chamaco". Este, sufriendo un doble y prolongado ocaso: el físico y la capacidad de recordar. Antonio Borrero padecía desde hace diez años la enfermedad de Alzheimer y con ella la desmemoria, la tragedia del olvido. Horas después de su fallecimiento las páginas de Internet repetían la misma breve semblanza, por supuesto en tono laudatorio. Y es que las necrológicas en España están lejos aún de la prensa británica, donde constituyen un valorado ejercicio periodístico (The Guardian sería su paradigma) y se cantan, con respeto y mesura, las verdades del barquero, olvidándose de incensarios y botafumeiros.

BIOGRAFÍA BREVE

Antonio Borrero Morano nació en Huelva el 13 de septiembre de 1935, en un hogar humilde, y creció indigestándose de dulces en la pastelería de la que era aprendiz. Con la experiencia tan sólo una becerrada para noveles, debutó con picadores el 4 de junio de 1953 en su ciudad natal. En su fulgurante ascensión resultó clave el debut en Barcelona en 1954, plazas donde llegó a convertirse en un ídolo de masas. Hasta el punto que esa temporada y la siguiente de 1955 toreó más de veinte novilladas (de un domingo para otro una tablilla escrita a tiza anunciaba desde el ruedo: "La próxima, Chamaco y dos más"), simultaneando la Monumental y Las Arenas, ambas regentadas por el empresario Pedro Balañá. Y en Barcelona, naturalmente, el 14 de octubre de 1956 le montó una alternativa de lujo: toros de Antonio Urquijo; Miguel Báez "Litri" de padrino y Antonio Ordóñez de testigo. Años dorados en que la afición de la Ciudad Condal dividió sus pasiones entre Chamaco y Joaquín Bernadó, casado con la bailaora María Albaicín.

En Madrid seguía inédito pese a sus triunfos por España. La alternativa se la confirmó (28 de mayo de 1958) Julio Aparicio y Luis Segura, con reses de Alipio Pérez Tabernero. Ni ahora ni en las dos posteriores conquistó el calor de Las Ventas. Vale aquí el párrafo que le dedica el "Cossío" en su antología:

"Chamaco es, a mi entender, un caso típico del toreo de ese tiempo, pródigo en personalidades, más o menos interesantes; de diestros acogidos por el público con expectación y entusiasmo o con desdén igualmente desproporcionado. Chamaco tiene todos los inconvenientes, pero muchas de las ventajas del toreo actual. Chamaco ha pisado un terreno inverosímilmente próximo al toro, y con una seguridad que llegaba a los públicos con impresionante evidencia. Ha toreado siempre en el centro de una pasión del público contenida, y sus éxitos y sus fracasos han tenido siempre carácter especial. Pero Chamaco ha mantenido siempre su personalidad, a nadie se ha parecido y ello ha bastado para provocar entusiasmo y desatar pasiones… ".

Prosiguió su carrera hasta que en 1961 decidió retirarse de lo ruedos. No obstante, reaparece en julio de 1963 en San Felíu de Guixols (Gerona). Cuatro años más en activo y definitivamente se corta la coleta en Barcelona tras alternar (14 de septiembre de 1967) con Rafael Ortega y Juan García "Mondeño", posterior novicio profeso en un convento Dominico burgalés.

Antonio Borrero Morano fue el origen de una dinastía torera en la que sobresalieron su hermano Sebastián y su hijo Antonio, los dos alternativados. Estaba casado con la ganadera Carmen Borrero Rodríguez (su otro hijo, Juan, está al frente de la ganadería familiar de Hinojos y Cabezas Rubias). En esta reducida semblanza profesional cabe por último aclarar el origen de "Chamaco" como nombre artístico. Al parecer, y escribo de oídas, se debe a que en la proximidad de su casa vivían unos mejicanos que criaban gallos de pelea; y de ellos el apelativo cariñoso de chamaquito, chamaco…

TROFEO RELAMPAGUITO

Antes de que en 1984 el Ayuntamiento concediese el "Capote de Paseo", bordado con la efigie de la Virgen del Mar, convocó otro de gran atractivo pero escasa continuidad (el último se lo concedieron en 1967 a Paco Camino). Desde su programa "Toros y Toreros" de Radio Juventud, el añorado Francisco Bernabéu González "Pacorro" lanzó un reto recogido con interés por el responsable de Festejos, Enrique Estévez García-Trevijano. El concejal, en nombre del Municipio, firmó en agosto de 1960 el acta de constitución del "Trofeo Relampaguito", en "memoria del que fue gran matador de toros almeriense; entendiendo que de esta manera se le hace homenaje a su recuerdo, ya que su nombre dio prestigio y brillantez a toda una época de la Fiesta de los toros, y que supo pasear con gallardía y pundonor el nombre de Almería por los ruedos de España y América". El trofeo consistía en una reproducción de La Alcazaba, en oro, "símbolo que representa y expresa el más puro y acendrado almeriensismo". Se premiaría a "la labor más completa en sus dos toros y el desarrollo de la lidia en todos los tercios que el espada realice".

El jurado. compuesto entre otros por los prestigiosos taurinos Domingo Artés, Rafael Monterreal, Jerónimo Molina, Volapié, Francisco Medina y por supuesto el amigo Pacorro, acordó por unanimidad concedérselo al onubense.

CHAMACO EN ALMERÍA

Debutó de novillero en la Feria de 1954, con Rafael Mariscal y Manolo Segura (en lugar de Joaquín Bernadó) frente a reses bravas de Cerroalto. Presentación prometedora: oreja; y dos orejas y vuelta. Una pincelada del crítico Volapié: "… Pisando un terreno inverosímil… Luego da el pase del fusil que empalma con una tanda de naturales colosales… Las palmas echan humo". Entre ausencias y percances, demoró su reencuentro con la afición almeriense hasta el viernes 26 de agosto de 1960, con resultado feliz, sustituyendo a Jaime Ostos. La terna de matadores de toros desmonterados en el paseíllo y entre los tres, siete orejas y dos rabos: Chamaco, Diego Puerta y Paco Camino a hombros hasta el hotel Simón. En la segunda el vino se aguó: Chamaco y Mondeño una oreja; pitos y bronca a Curro Romero.

Al año siguiente vuelve a hacer doblete. En la primera, 25 de agosto, en lugar de Paco Camino (silencio y silencio). Esa misma noche, en la Caseta Popular -con todas las autoridades habidas y por haber- le entregaron el Iº Trofeo Relampaguito. La posterior y definitiva comparecencia en el abono-1961, y en el coso almeriense de la avenida de Vílches, supuso una nueva decepción en los tendidos: pitos y pitos. Al concluir la temporada colgó el traje de luces… provisionalmente.

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