Crónicas desde la ciudad

Convento de Las Puras (II): Fundación

  • Gutierre de Cárdenas, Comendador de León y primer alcaide de la Alcazaba, mandó fundar un convento de Clarisas. Su esposa, Teresa Enríquez, lo permutó por otro de Las Puras

Convento de Las Puras (II): Fundación

Convento de Las Puras (II): Fundación

En el marco del proceso militar de “reconquista” que ponía fin a siete centurias de dominio y cultura musulmana en la península, a la conclusión del siglo XV solo el reino Nazarita quedaba por incorporarse a la Corona de Castilla. Después de la toma de Baza y en vísperas de la Navidad de 1489, tras secretos pactos y componendas, el rey “moro” El Zagal decide entregar las llaves de la ciudad a los reyes Isabel y Fernando. Ya solo les faltaba Granada, la joya de Al-Ándalus, quien acabaría “capitulando” transcurridos diez años de guerra y asedio. Acompañando a los monarcas venía Gutierre de Cárdenas Chacón, hombre de su confianza, negociador eficaz y capitán de tropas en el largo episodio bélico del Sur. Él hizo tremolar el estandarte regio a la voz de “Almería, por los Reyes Cristianos” antes de izarlo en lo más alto de la Alcazaba. Naturalmente, de ahí parte la tradición anual del Día del Pendón o de San Esteban; santo al que, cuentan, eran muy devotos los oficiales y soldados navarros y de quien se celebraba su onomástica. 

Aquellos que en lugar de un libro de pastas duras y olor a tinta impresa prefieran estacionarse ante el televisor conocerán, dado su alto índice de audiencia, la serie “Isabel”, de TVE-1. Por lo leído y contado de este “biopic” de excelente factura y ajustados perfiles históricos, el actor que encarna a Cárdenas goza de un señalado papel, acorde con la importancia del personaje nacido en el s.XV en Ocaña (Toledo -aquí está enterrado-) y fallecido en Alcalá de Henares en 1503. Conviene por tanto extenderse en el perfil biográfico del fundador (vía esposa) del convento de Las Puras. 

Originario por rama paterna de La Rioja (o de Vizcaya) y no muy agraciado físicamente según que cronista, amasó una enorme fortuna y gozó de gran influencia en la Corte, a la que accedió gracias al matrimonio de su padre con Teresa Chacón, sobrina del todopoderoso Gonzalo Chacón, tesorero Real. Perteneciente a la Orden Militar de Santiago, alcanzó los títulos de comendador Mayor de León, contador Mayor de los Reyes Católicos; señor de Cárdenas, Maqueda, Elche, Crevillente, Aspe, Torrijos y Tahá de Marchena; alcaide de las fortalezas de Carmona, Chinchilla y Almería; alcalde Mayor de Toledo, etcétera. Fiel a la reina Isabel y Maestresala en su tiempo de princesa, negoció –entre los múltiples servicios prestados a su señora- las cláusulas del matrimonio de ésta con Fernando de Aragón. Por ello, tal como afirma el riguroso especialista en Genealogía y Heráldica José Luis Ruz Márquez (“Los escudos de Almería”, 1986), en el pétreo escudo nobiliario que campea en la torre del convento de Agustinos en Huécija (fundado por su esposa), perteneciente al primer duque de Maqueda (su primogénito), una bordura de gules acoge cuatro ”Eses” mayúsculas. Y lo ilustra debidamente:

Gutierre de Cárdenas ostentó, entre otros cargos, el de alcaide de la alcazaba-fortaleza

 “… Implicado en la boda de la princesa Isabel –que lo tenía en gran estima-, estando con ella fue el encargado de señalarle desde un alto mirador a Fernando de Aragón con los demostrativos Ese, Ese, Ese, y en recuerdo de aquellas palabras y por merced real puso las eses en la bordura de su escudo”. Al hilo de la cuestión, Ruz Márquez me desmentía lo publicado sobre que el existente en la puerta de la iglesia conventual de La Purísima pertenece a los Cárdenas. No es cierto; no tiene ningún valor heráldico, solo es una alegoría de piedra armera.     

Santa Beatriz de Silva Santa Beatriz de Silva

Santa Beatriz de Silva

Teresa Enríquez 

Amén de las páginas en Internet glosando su figura (de mayor o menor veracidad y en las que raramente se cita a Almería), desde que a poco de morir se publicase “El carro de las Donas”, siete son, como mínimo, las biografías dedicadas a Teresa Enríquez Alvarado, prueba inequívoca de su religiosidad y trascendencia en la Corte española de los siglos XV-XVI. Las Puras almerienses guardan el cuadro de pequeño formato que reproducimos, obra del pintor Antonio Bedmar Iribarne (1865-1941), copia del original en la Colegiata de Torrijos. De Bedmar conservan otros tres óleos: La Purísima, San Francisco y La Porciúncula, de la época en que éste abrió taller en la calle Marquesa (hoy Emilio Ferrera), vecino a las monjas. 

Hija legítima de Alonso Enríquez, Almirante Mayor de Castilla, y de María Alvarado, nació en Medina de Rioseco (Valladolid) entre 1454-56 y falleció en marzo de 1529 en Torrijos (Toledo). Huérfana a los pocos meses, creció y educó con su abuela paterna (ya entonces le llamaban La Santita), mientras que el padre contraía segundas nupcias. Teresa era prima hermana del rey Fernando de Aragón y tía de san Francisco de Borja y san Juan de Rivera. Casada con Gutierre de Cárdenas y madre de cinco hijos, se mostró reacia al boato y lujos de la vida palaciega, “Tú, Señor, sabes que a mí estos arreos nunca me pluguieron”. De las virtudes personales de “La loca del Sacramento” y vinculación a conventos y fundaciones nos ocuparemos en próximas entregas.

Teresa Enríquez, esposa de Cárdenas, era tía de san Francisco de Borja y san Juan de Rivera

Repartimiento

La paz impuesta por la Corona a la población mudéjar basada en el respeto a su status anterior (creencias, costumbres, leyes, propiedad) pronto tocó a su fin. Los sometidos manifestaron con algaradas su descontento ante el incumplimiento de las cláusulas establecidas. Corría 1490 y fue la excusa perfecta para romper lo tratado y obligarlos a su conversión a la fe cristiana o en su defecto la expulsión inmediata; bien entendido que dejando atrás toda pertenencia, casas y tierras de labor. Visto lo sucedido en toda su amplitud, y que aquí no cabe resumir, surge la fundada sospecha de que el levantamiento morisco estuviera instigado por los propios estrategas castellanos; quienes de antemano consideraban “papel mojado” el acuerdo en aras a la perseguida unidad territorial, religiosa y militar. 

Seguidamente se procede a repoblar la ciudad y arrabales con cristianos venidos de otros lugares. El incentivo goloso sería el ofrecimiento de las tierras y viviendas abandonadas. El proceso se inicia con el nombramiento regio (1491) del repartidor Diego de Vargas, con plenos poderes para su ejecución, y que se quedaría reflejado con detalle en un documento de incalculable valor histórico, estadístico y socio-económico: el Libro del Repartimiento. Depositado y restaurado en el Archivo Municipal, fue “desempolvado” y traducido, en un trabajo ímprobo publicado en 1982 por Cristina Segura Graíño. Es el que todos manejamos. La “partida de nacimiento” de la Almería cristiana. 

Además del correspondiente lote individual a cada vecino, un tanto por ciento elevado de riqueza rústica y urbana fue a manos de Órdenes monásticas masculina establecidas (Franciscanos, Dominicos, Trinitarios) o femeninas por establecer: Clarisas o, finalmente, Concepcionistas. La Catedral y Concejo de la Ciudad se llevaron también sustanciosas tajadas. Y por último los capitanes que acompañaron a Isabel y Fernando. En especial el personaje que nos ocupa: Gutierre de Cárdenas Chacón.

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