Crónicas desde la Ciudad

Convento de las Puras (X): Patrimonio

  • Dominio. Salvo en tres momentos puntuales, las religiosas permanecieron en su clausura desde 1515, fecha de la fundación. Conservaron en propiedad el convento, aunque perdieron suelo urbano

Sala de archivo

Sala de archivo

SI bien durante el periodo francés no fueron exclaustradas ni su convento afectado en las desamortizaciones estatales, en tres ocasiones se vieron obligadas a abandonarlo. Señaladas en capítulo atrás las barracas exteriores -cuando los terremotos de 1804- y a la espera del nefasto 1936, la primera tuvo lugar en las postrimerías del siglo XVII, en 1658/59. Como saben los lectores, la catedral se construyó a modo de fortaleza defensiva (cubos, torres, troneras) frente a incursiones piráticas marítimas y ataques berberiscos desde el norte de África. A tal fin, el templo estuvo reservado como lugar de acogida preferente de sus propios servidores y clero secular, mientras que los frailes regulares quedaban al amparo de sus Casas fundacionales. ¿Y las monjas?: las monjas junto al común del pueblo, en la Alcazaba.

DULCES Y BIZCOCHOSEn el segundo recinto funcionaba la tahona general encargada del suministro de pan al vecindario y, aledaño a ella, un habitáculo para alojar a las mujeres consagradas. De capilla les servía la ermita de San Juan, mezquita sacralizada tras la toma de Almería. No es descabellado pensar que fuese con ocasión de estas obligadas estancias cuando aprendieron a elaborar manjares propios de la repostería morisca (bizcochos, roscos) y en especial las exquisitas yemas que tan justa fama le dieron: huevo+azúcar = deleite de los sentidos y provocación para los diabéticos. ¡Hasta doscientas cajitas! preparaba cada Navidad la experta y ya fallecida sor Patrocinio. Desde entonces Las Puras han cesado en la venta habitual de todo tipo de dulces.

PERÍMETROAl establecerse la Orden en la ciudad, Teresa Enríquez escrituró a su favor (1515) las casas y huertas destinadas por su difunto esposo –Gutierre de Cárdenas- a la creación de un convento femenino. Era la totalidad de los bienes capitalinos recibidos de los reyes Fernando e Isabel de Castilla en premio a su eficaz gestión en las negociaciones pactistas. Sus límites iban más allá del actual perímetro que lo circunda: al Este sobrepasaba la calle Lope de Vega; al Norte hasta La Hoya, a la falda de la fortaleza, y al Sur y Oeste, el primitivo Seminario (solar de la en su día polémica Casa Sacerdotal). En la antigüedad tales terrenos pasaron a propiedad del Municipio en presumibles convenios urbanísticos de los que no se conserva documentación. Ahora nos interesan las actuaciones en el céntrico espacio durante el siglo XIX.

El terremoto de 1658 obligó a la comunidad a alojarse en La Alcazaba, junto a la ermita

El mapa de 1694 nos muestra que en el barrio del Oratorio (La Musalla), entre la segunda catedral y plaza del Juego de Cañas (Plaza Vieja o de La Constitución), solo se alza el monasterio de La Purísima. En sucesivos planos vemos como la zona se adensa hasta su definitiva configuración en la centuria decimonónica: ampliación del seminario diocesano, construcción del colegio La Inmaculada (UNED) y retranqueo de la tapia conventual hasta la alineación de calle Cervantes. Aunque las cosas pudieron haberle ido bastante peor. Está escrito que en 1843 y 1868 “los progresistas acordaron llevar a las Puras a un convento de la provincia y convertir este en mercado público, y en las dos ocasiones los mismos alcaldes salvaron la situación” (Tapia Garrido). Lo del primer año no es cierto y el segundo supuesto no llegó, es evidente, a producirse. Y aún hubo un tercer amago de traslado que se le escapa.

Alcazaba. Ermita y torre de la Vela (colección LCB) Alcazaba. Ermita y torre de la Vela (colección LCB)

Alcazaba. Ermita y torre de la Vela (colección LCB)

MERCADOEl alcalde Joaquín Mª Gómez presidió la primera sesión ordinaria en la que se levantó acta -21 de julio de 1849 y no de 1843- y para nada alude al monasterio. Ahí debatieron el oficio dirigido por el Jefe Político (gobernador) “excitando el celo de este Cuerpo Municipal para que se ocupe de formar un proyecto en los términos que crea más realizables para una plaza de abastos proporcionada al vecindario, cuya útil empresa ha de contribuir a formar una ventajosa idea del estado de cultura de esta población”. El tema pasó a la comisión de Ornato donde durmió el sueño de los justos. Mientras tanto, el mercado seguía funcionando en la Plaza Vieja y la alhóndiga de verduras en el convento secularizado de San Francisco (iglesia de San Pedro, en la Glorieta); con el matadero público a espaldas de las Casas Consistoriales y la lonja del pescado fresco junto a la Puerta del Mar, en la calle Real de la Cárcel.

Ayuntamiento y Diputación pretendieron convertir el convento en mercado de abastos

El 31 de octubre de 1868 es el plenario de Diputación quien reincide dos décadas después. Ahora en aplicación de un “decreto del Gobierno provisional sobre exclaustración y demás disposiciones que rigen sobre la materia; y a su vista proponga lo que sea conveniente para llevar a debido efecto el acuerdo de la Junta Revolucionaria de 14 del actual, relativo a la traslación de las religiosas del convento de esta ciudad (Las Puras)a otro de la provincia; y obtener aquel edificio con destino a plaza de abastos”. No prosperó en épocas de desencuentro Estado-Iglesia y tampoco lo va a ser en 1875, hecha fracasar la 1ª República Española y restablecida la secular fluidez entre ambos estamentos. Restituida la monarquía borbónica en la figura del joven Alfonso XII, el Ayuntamiento, presidido por Juan de Oña Quesada, vuelve sobre los pasos de Diputación Provincial al no haber solucionado a estas alturas el problema de la venta al público de comestibles perecederos, en especial hortalizas de la Vega.

El pleno del cabildo de 2 de junio aparentemente parece ignorar, a tenor de la redacción del acta, el <sacrosanto> derecho a la propiedad privada. En ningún momento se hace mención al obligado justiprecio a abonar a la comunidad en caso de expropiación forzosa: Autorizar al alcalde para que solicite y obtenga del Gobierno de Su Majestad la concesión a este Excmo. Ayuntamiento del edificio del convento de monjas de la Purísima Concepción de esta capital con objeto de destinarlo a la construcción de una plaza de abastos de la que carece esta Población y que pueda facilitar este servicio público, por no haber sitio ni local alguno que pueda destinarse a tan necesario objeto y con cuya mejora podrá dispensarse un gran beneficio a este vecindario que anhela obtenerlo por este medio y para que dicho Sr. Alcalde pueda acreditar su cometido…

El actual y remozado Mercado Central de Abastos, por finalizar con el asunto, abrió sus puertas el 17 de diciembre de 1893, “sin hallarse este concluido, ni abierta la calle que da al Paseo del Príncipe”. El proyecto del arquitecto Trinidad Cuartara suponía -entre otros adelantos técnicos y decorativos- la incorporación del hierro como material constructivo. Ya en el siglo XX, fallida resultó asimismo la intención de trasladar aquí (desde Plaza Vieja) la Escuela de Bellas Artes y Oficios. La centricidad hacía muy “goloso” al convento y en el puso sus ojos el director, quien en instancia de 11 de mayo de 1906 se dirige al Ayuntamiento dando cuenta de “que he encontrado un lugar idóneo para el traslado de la Escuela: a una parte del convento de la Purísima”. ¡Hombre, para tal hallazgo no hacía falta estudiar en Salamanca! También yo, si tuviera dinero y me dejaran, me edificaba ahí una vivienda con espaciosa biblioteca y amplios jardines.

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