El Cristo del Mar recorrió su barrio de Pescadería a la caída de la tarde
Con el acompañamiento de la Agrupación Ntra. Sra. del Mar, de Huércal de Almería
En una tarde de cielo azul celeste y brisa marina, con melancolía y severidad, el Barrio de Pescadería acogía con fervor y devoción, por cuarto año consecutivo, a la prehermandad del Calvario, que ha hecho posible la solemne Estación de Penitencia del cortejo procesional del Santísimo Cristo del Mar, que este año ha adelantado su hora de salida procesional, en el ocaso del sol, a las 18,30 horas, por las calles de la feligresía de la Parroquia de San Roque, hasta adentrarse en los aledaños del Barrio de la Almedina y pasar por las puertas de la Iglesia de San Juan, antigua Mezquita y la Capilla de San Antón.
Tras la Cruz de Guía, obra de Cristóbal Martos, franqueada por dos nazarenos que portaban faroles en alpaca plateados, y una treintena de nazarenos, sobriamente revestidos con la negritud de sus túnicas y antifaz, tipo verdugo, los cuales portaban largos cirios, que alumbran, en la penumbra de la tarde - noche, las estrechas calles centenarias del castizo barrio de Pescadería. El gran momento más emotivo fue cuando atravesó el dintel del templo el Paso del Calvario con la imagen del Crucificado, cuya obra salida de la gubia del insigne imaginero sevillano Miguel Bejarano Moreno, realizado en madera de cedro policromado en el año 2003, representa a Jesús clavado en la Cruz en el momento de pronunciar las Siete últimas Palabras antes de la expiración, y que recorrió su itinerario, esquina a esquina, calle a calle, entre las laberínticas calles, acercándonos el Misterio de Dios entre nubes de incienso.
Junto al Paso del Misterio del Calvario, cientos de fieles acompañaban al Cristo del Mar, a los sones musicales de la Agrupación musical Nuestra Señora del Mar de Huércal de Almería que interpretaron, magistralmente, a lo largo de todo el desfile procesional penitencial, las marchas "Pange Lingua", "Alma de Dios", "Costalero", "Cristo de las Aguas", "La Saeta", a cuyo sones la música se hacía oración y salmos con la magistral dirección del paso llevado, por una treintena de hermanos costaleros, a estilo granadina por el Capataz Raúl Escamilla, quien al golpe seco del martillo, los costaleros tuvieron la pericia y la fe para discurrir solemnemente, con recogimiento piadoso, a la luz del ascua de los cirios, en la estrechez del histórico puente, que une la plaza de Pavía y el Barrio de Pescadería, siendo uno de los momentos más estelares del Sábado de Pasión, dónde el Cristo del Mar abraza a todo el barrio con sus brazos abierto clavados en la Santa Cruz, mientras le esperaba en el Templo, su Madre, la Virgen del Carmen nazarena y patrona, sollozando entre lágrimas la muerte ignominiosa del Hijo de Dios.
Las calles del barrio de Pescadería fueron un clamor de los vecinos y feligreses, peregrinos penitentes, silenciosos también, al ver pasar la solemnidad de la Prehermandad del Calvario, abriéndose camino en las tinieblas de la noche cálida primaveral, recibiendo el Cristo del Mar entre las plegarias y oraciones hechas cante por saetas amorosas para hacer más llevadera la agonía de Cristo del Mar en la Buena Muerte de Almería.
Impresionante la llegada del Calvario a la iglesia de San Juan, que tras ser recibida protocolariamente por la junta de gobierno del Cristo de la Buena Muerte, se adentró camino de la Iglesia de San Antón, en un ambiente melancólico.
Integraban la Presidencia, el Hermano Mayor José Antonio García Pardo, el consiliario Iñaki Sarasua, los Concejales Gemma Pradal y Francisca Gutiérrez, y Eloisa Cabrera del Ayuntamiento roquetero, Pedro Fernández, Miembro de la Agrupación de Cofradías, y cómo Diputado Mayor, organizador del cortejo procesional, Juan Espinosa, quien supo matemáticamente cumplir con el horario establecido y de configurar la Estación de Penitencia con los dulces sentimientos marinos y marianos de la Virgen del Carmen de la piedad popular del Barrio de Pescadería.
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