Desayunan, comen y meriendan en la escuela de verano de La Chanca
Más de 200 niños del barrio disfrutan de actividades y refuerzos de asignaturas de mano de los monitores voluntarios
Casi 230 niños de La Chanca reciben a diario tres comidas gracias a la escuela de verano de la que son miembros. Esta es la forma en la que la Junta de Andalucía, a través de la Consejería de Igualdad, Salud y Políticas sociales garantiza el refuerzo alimentario a los menores en situación de especial vulnerabilidad durante el periodo estival.
"Aquí hay niños que solo comen lo que le damos en la escuela", declara Carmen María Marín, una de las monitoras. Desde hace dos años, estos menores reciben, además del desayuno y la comida, la merienda. Como por la tarde no está abierto el colegio, les preparan unas bolsas con un bocadillo, zumo y fruta.
Desde las nueve de la mañana, tres cocineras se aseguran de que a los jóvenes coman sano y todo lo que les gusta. Una nutricionista que se encarga de adecuar la alimentación de los pequeños del barrio.
Los niños no son los únicos beneficiados por este proyecto, sino que hay negocios que sobreviven gracias a lo que el colegio compra, porque todos los productos los adquieren en el barrio ( fruta, carne, papelería...). Intentan que si hay algo, se quede en el barrio.
El delegado territorial de Igualdad, Salud y Políticas Sociales en Almería, Alfredo Valdivia visitó ayer la escuela de verano de La Chanca-Pescadería, en la capital.
Valdivia ha explicado que "estas escuelas de verano cumplen un doble función, por un lado, garantizan una adecuada alimentación a los menores pertenecientes a familias en riesgo de exclusión social y por otro les proporcionan formación y actividades de ocio". Para Valdivia "se trata de una iniciativa de justicia social, orientada a las familias que más están sufriendo la dura crisis económica que sufrimos y a sus hijos, que son el eslabón más débil".
En la escuela dividen a los niños por edades. Tienen monitores que dan refuerzo escolar, talleres, además del aula de cine, ordenadores y deporte. La semana la fragmentan por horas y cada dos, cada grupo hace una actividad diferente.
Los niños repiten de un año para otro y muchos de los voluntarios son antiguos alumnos de la escuela. "Son niños que han estado y que ya tienen más de 14 años". "Se ponen en la puerta y me preguntan si me pueden ayudar en algo", explica Carmen.
Otros voluntarios proceden de cursos de monitores. "Todo lo que sea ayuda que yo vea de verdad son bienvenidos, porque todas manos son pocas", declara.
Los miércoles son el día de la playa. Dos autocares van a La Chanca a recoger a los menores . La monitora declara que van dos autocares y dan cuatro vueltas para que puedan ir todos los niños.
Más de dos centenares de menores acuden a día de hoy a esta escuela con necesidad de transformación, cuatro veces más que en la primera iniciada en 1992. Para acceder hay que cumplir unos requisitos y hay 15 niños en lista de espera. "Las madres ven que nosotros somos los monitores de los niños, pero también los cuidamos como si fueran nuestros porque los conocemos de siempre".
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