Diversión y refuerzo escolar en verano para 120 niños de El Puche
Las delegaciones de Educación e Igualdad son las encargadas de financiar la escuela de verano que abre sus puertas durante todo el mes de julio
Días de playa, excursiones, visitas al museo o repaso de las tareas escolares. Son algunas de las múltiples actividades con las que van a disfrutar del verano un total de 120 niños del barrio de El Puche. La presidenta de la ONG Almotacín, María Victoria Marín, es la encargada de coordinar esta escuela de verano que abrió sus puertas hace 19 años.
Desde entonces, cada mes de julio desde las 09:00 de la mañana y hasta las 14:00 horas, los chicos de edades comprendidas entre los 6 y los 15 años asisten cada día a las instalaciones del Instituto de Educación Secundaria (IES) Río Andarax. Marín ha detallado que es muy importante paliar también en época estival ciertas carencias detectadas en un sector con necesidades especiales, como son los menores de zonas con necesidades de transformación. "Las actividades de tiempo libre y de rutinas saludables en el entorno inmediato son vitales para estos chicos", tal y como ha señalado la presidenta de Almotacín.
Los 120 niños y niñas se distribuyen en un total de cinco grupos de los que se encargan voluntarios de la asociación además de chavales de unos 16 años que han participado en años anteriores en esta escuela de verano. "Se trata de una de las novedades de este año que sin duda está siendo una experiencia muy bonita y una labor preciosa por parte de los chicos".
La escuela de verano cuenta además con comedor escolar, en el que se sirve un menú muy variado para fomentar además los hábitos de vida saludable. Este es uno de los muchos objetivos que pretende alcanzar la escuela de verano de El Puche.
Además de cubrir el vacío de alternativas para los niños y niñas, se marca otras expectativas como crear o continuar hábitos de asistencia escolar, con el objetivo de incidir en la mejora del absentismo en el resto del curso; servir de vehículo para motivar la creatividad de los niños, aprender a ocupar el ocio con manualidades, juegos y otras actividades de tiempo libre así como ofrecer modelos de conducta diferentes a los que tienen en el barrio a través de los monitores, siendo alternativas ajenas al entorno habitual de los niños. En la escuela de verano, los alumnos aprenden a favorecer conductas ordenadas, rutinas, y hábitos como el compañerismo y el trabajo en equipo.
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