Domingo Soler 'Pichino', el jugador en activo más veterano de la provincia
El incombustible deportista lleva 46 años en activo en Almería, lo que le convierte en un caso único que admiran sus conocidos · Actualmente trabaja como amarrador de barcos mercantes y deportivos
El jugador de fútbol en activo más veterano de Almería prefiere no desvelar a cuánto sube su cláusula de rescisión y mucho menos el importe de su ficha, no sea que Messi se ofenda y le pida al presi del Barça que se la iguale con el consiguiente perjuicio económico para el club culé. Domingo Soler, Pichino, lleva cuarenta y seis años jugando al fútbol, caso único en la provincia. Comenzó a darle patadas a un balón cuando los campos de fútbol, mejor dicho: los campos, no tenían ni tierra, así que de césped ni hablamos porque se le saltarían las lágrimas. Al echar las cuentas sale que Pichino juega al fútbol con cincuenta y nueve años de edad y como un chaval.
Pichino juega de central, "si había que dar se daba, para qué vamos a andar aquí de padre Damián, pero me pasa que todo el mundo me conoce futbolísticamente y saben cómo soy, que nunca voy con maldad". La plática se mantiene con los pies puestos en el césped artificial del Emilio Moldenhauer de Garrucha "esto es lo más grande para los chavales, a mí me queda poco tiempo para colgar las botas, pero me siento orgulloso de ser garruchero". En un extremo del campo calienta el hijo de Domingo Soler, Pichino; se dará la circunstancia histórica de que padre e hijo jugarán en el mismo equipo de veteranos.
Con catorce años jugaba ya en la Peña Deportiva Garrucha, le fichó Ceferino Paredes que "para más inri era abuelo de la actual concejala de Deportes, Lita". Después se enroló en las filas del Olula del Río en el año sesenta y nueve, "luego un montón de años en el Mojácar, mi segunda patria futbolística, después en el Albox, en el Atlético Macael, en el Huercalense, en el Vera, dentro de lo que había en aquella época he tenido la suerte de jugar en esos equipos". Todo lo que ganó, dice 'Pichi', fueron amigos y salud "el dinero se gasta y las amistades permanecen. Estoy muy orgulloso de que vaya donde vaya todo el mundo me saluda y eso es muy bueno". Con Domingo Soler, Pichino, la anécdota, los sucedidos, saltan al aire espontáneamente al hablar de Emilio Moldenhauer "que ha sido en nuestro pueblo, futbolísticamente hablando, lo más grande que ha habido. La primera vez que yo probé el jamón fue gracias a don Emilio, yo tendría catorce o quince años, que nos llevó a Murcia a ver el trofeo de El Corte Inglés. Nos paramos en un bar que había por allí y nos metimos unos bocadillos de jamón que no veas. Algunos se callaron pero yo me atreví a decir que hasta entonces no lo había catado, el jamón. Don Emilio era algo grande en el fútbol". Ciertamente así lo era y así lo fue, capítulo aparte se merece esta figura.
Cuando los campos eran eso, campos, y los balones eran ¿eran balones?, había quien jugaba con alpargatas. Las primeras zapatillas de Domingo, Pichino, le costaron mucho: "aquí en el muelle de Garrucha había una boya que se amarraban los barcos, ahí podría haber siete u ocho metros de profundidad, y un muchacho me dijo que si sacaba fondo me daba las zapatillas, me tiré abajo saqué fondo y me gané las zapatillas. El chico era un gran jugador de fútbol, José Luís García-Alix". Luego, el abuelo de Lita Paredes, Ceferino, les arreglaba las botas, inventó un carro para alinear el campo. Y así pasaban las cosas. Hasta tiros ha vivido Domingo Soler, Pichino, en esto de la cosa del fútbol "con el Mojácar hubo una vez tiros en Adra. Íbamos ganando, ahí está mi compadre Pedro el de la Leocadia, y si no viene un teniente de Roquetas que ahora es coronel y está casado con una muchacha de Mojácar, pues no sé cómo hubiéramos salido". Pichino es, además, presidente de la Peña Deportiva de Garrucha, presidente de Fútbol Veterano. Jamás dejará el fútbol, de entrenador, de masajista, "de lo que sea hasta que me muera", Dios quiera que falte mucho.
Domingo Soler, Pichino, es amarrador de barcos mercantes y embarcaciones deportivas en el puerto de Garrucha, un trabajo para el que hace falta valor, reflejos, "echar el cabo fuerte y tirar de la estacha". Es un hombre que sabe agradecer las ayudas, como las de Andrés Quesada hijo y otros amigos, que hacen de la Peña Deportiva Garrucha el único club de fútbol de España con superávit.
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