Almería

El Ejido en sus manos

  • Juan Enciso se ha identificado tanto con su propio municipio que se hace complicado averiguar la suerte del uno sin el otro

La vida de Juan Enciso, ejidense próximo a la sexta década de vida, cambió a comienzos de febrero del año 2000. En la pequeña parroquia de Santa María del Águila se refugiaba, sin poder articular palabra alguna junto a Torres Hurtado, a la sazón delegado del Gobierno en Andalucía, mientras fuera una turba agredía salvajemente al subdelegado del Gobierno, Fernando Hermoso. En pocas ocasiones se le había visto superado por unos acontecimientos que, sencillamente, no controlaba.

Al día siguiente, una delegación de cargos públicos quiso reunirse en el edificio de la calle Gerona con el que hasta la fecha era omnipotente dirigente municipal. Había ocupado el mismo despacho de la plaza mayor desde hacía nueve años; cada elección lo reivindicaba con una nueva mayoría absoluta.

Se sintió lo suficientemente fuerte como para exigir que, si querían hablar con él, fuese la delegación hasta su pueblo. La imagen de un autobús de la empresa Bernardo dio la vuelta a los informativos de todo el país. En su interior iba hasta un ministro, el de Trabajo, Manuel Pimentel, que disimulaba a duras penas su contrariedad con el desplante del alcalde. El pulso lo perdió. Enciso fue unánimemente respaldado por la dirección regional y nacional. El entonces portavoz de la calle Génova el diputado por Almería, Rafael Hernando, aseguró que Enciso era el único capaz de reconducir la grave situación que se vivía en las calles. El por entonces presidente de los populares almerienses, Luis Rogelio Rodríguez Comendador, también mantuvo su confianza en el alcalde ejidense. La cosecha de votos que garantizaba su sola presencia en el cartel electoral era más que suficiente para 'olvidar' sus malos modos y una más que notable dosis de autoritarismo que siempre le caracterizó.

Cinco años después, la tortilla dio la vuelta. Javier Arenas, presidente del partido en Andalucía, no le perdonó su falta de sometimiento a las directrices del partido del candidato de Enciso a la presidencia de la Diputación, José Añez, quien desde entonces fue su mano derecha. La intención de Rodríguez Comendador de premiar la cantidad de votos ejidenses que les auparon a la presidencia de la máxima institución provincial, culminó después de una interminable cantidad de reuniones en el primer pulso que perdía Enciso; Arenas se lo ganó por la mano.

Fue entonces cuando lanzó su órdago. Creía ser capaz de demostrar a los dirigentes populares que el partido en El Ejido era él, que su presencia al frente de una lista se traduciría en una nueva mayoría absoluta.

La ruptura fue más traumática en las filas populares. El partido creo una gestora en el municipio quien, de la mano de Gonzalo Bermejo que comprometió su futuro político al de Juan Cantón. Desde su nueva sede en el Paseo, el PP creía que la fuerza política del primero y la económica del segundo serían suficientes para garantizar que el previsible trasvase de votos al recientemente formado Partido de Almería, no desembocara e n una hemorragia. De hecho, las encuestas le auguraban que jamás volvería a asir el bastón de mando.

De nuevo se equivocaron y Enciso recordó aquel eslogan con el que arrasó en su momento; 'El Ejido en buenas manos'. Sus 15 concejales, de nuevo mayoría absoluta le permitieron escribir un capítulo más en su historia interminable con El Ejido. Al menos hasta poco antes de las diez de la mañana de ayer.

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