Epitafios curiosos y sorprendentes
Los cementerios del Levante almeriense muestran la forma de ser y la convivencia de las diferentes culturas que lo habitan Modos de ver y entender la coyuntura mortuoria
Cada cual es un mundo tanto en la vida como en la muerte e, incluso, después de muerto. Los cementerios dicen mucho acerca de cómo fueron quienes yacen en ellos: carácter, hábitos, estilos, e, incluso, de sus familiares y amigos. En un recorrido por los camposantos del Levante almeriense, que ya son ganas aunque el turismo funerario está en auge como destino turístico por quiénes y cómo reposan en sus tumbas o nichos, se observa la predominancia del convencionalismo, lápidas sencillas, escuetas, sentidas, recuerdos de amor a los seres queridos. Los cementerios, entre otras, tienen la cualidad de hacer vecinos a extraños en vida, de situar a un hortelano al nivel de un aristócrata, o colocar la tumba más humilde junto al mausoleo grandioso.
La visita a los cementerios depara sorpresas a la vuelta de una esquina, lo mismo te encuentras con un viejo amigo afanado en la limpieza de la última morada de su mujer, que te das de bruces con una magnífica escultura, o bien te quedas a solas con el silencio.
Al igual que existen guías turísticas indicadoras de los cementerios a los que "si querrás ir", sólo de visita válganos el Cielo, hay libros que hablan de tradiciones, costumbres, en loconcerniente a lo funerario. Algunos cementerios están llenos de vida por obra y gracia de familiares y amigos de los fallecidos; así, el cementerio de la rumana ciudad de Sapanta es lo más alejado de lo convencional no tan sólo por sus cruces de madera con diseños alegres pintados en colores claros, también por las frases irónicas referentes a anécdotas de la vida del difunto o detalles de su personalidad o su fallecimiento. A modo de ejemplo valgan "Aquí yace mi mujer, fría como siempre" o "Aquí yace mi marido, al fin rígido". En nuestra cultura funeraria es impensable que se den casos como los referenciados, la relación de los vivos con los muertos es bastante particular con tabúes y miedos ancestrales.
Sin embargo, quien ha sido trangresor, en el mejor sentido de la palabra, durante la vida lo es igualmente al dejar su recuerdo entre los vivos. Es aquello de genio y figura hasta la sepultura o antes muerta que sencilla. Generalmente hacer un epitafio fuera de catálogo se debe a la voluntad previamente expresada de la persona fallecida, o bien a la manifestación gráfica de cómo se la recuerda en vida. Existe también la posibilidad de que, como dijo un célebre humorista, "pongan lo que quieran, yo no lo voy a ver". En algunos cementerios del Levante almeriense sí se ven epitafios que llevan a la sonrisa o al deseo de descifrar el misterio, si lo hubo, que parecen esconder. Lo que sí que se advierte a primera vista, es que este tipo de lápida se da más entre los residentes extranjeros que en los ciudadanos españoles. Costumbres.
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