Entre Europa y el norte africano

Miles de extranjeros pasan por estas fechas por el puerto almeriense en el retorno hacia su tierra Proceden de diferentes países como Francia, Países Bajos, Alemania o Bélgica

Pasajeros esperando a poder embarcar durante la Operación Paso del Estrecho.
Pasajeros esperando a poder embarcar durante la Operación Paso del Estrecho.
Miriam F. Simón

16 de agosto 2014 - 01:00

La cifra de 140.240 no tiene por qué decir nada. Puede incluso ser fría. Sin embargo, detrás de cada uno de esos números que llegan a sumar miles, hay una historia. Familias enteras que se marchan en ferry al Norte de África a visitar a su gente, procedentes de diversos países europeos.

Cientos de personas sentadas en bancos de madera, en esterillas o mantas en el suelo con los que intentan permanecer cómodos las más de seis horas que les quedan por delante antes de poder subir a la embarcación. Niños que juegan en el pequeño parque, distraídos, mientras sus padres intentan encontrar algo que les haga también la espera más amena.

Almería posee el segundo puerto andaluz más importante en cuanto al tráfico de pasajeros, haciendo de nexo entre dos mundos: Europa y África. Durante todo el año existen líneas regulares que toman contacto con Melilla, Nador y Gazaouet, aunque este volumen se incrementa en la llamada "Operación Paso del Estrecho", cuando se llegan a acoger a más de cien mil personas.

Situaciones como las de Ilham Sellaoui, de 24 años. Viene de Francia con sus primas Assia y Sarah Zekalmi y con su primo Marwan. Llevan horas en Almería y, tras el largo viaje desde el país galo, esperan la embarcación que les llevará a Nador. Se quedarán allí dos semanas y visitaran a sus parientes, coincidiendo con una época en la que la mayoría de las familias pasan por nuestra ciudad para llegar a sus destinos.

En 2013, los pasajeros embarcados por estas fechas eran un 22.1% superior, aunque siguen siendo muchos los que vienen desde el continente para tocar tierra africana. Ilyas viene también de Francia. Espera sentado a la sombra que ofrecen sobre los bancos de madera, en los que intenta acomodarse junto a su amigo Ahmed. Su hermano pequeño, Hichem, observa todo con entusiasmo, pese a las largas horas de espera que ya ha aguantado. Llegaron a las seis de la mañana y tenían previsto embarcar a las 14 horas, aunque el barco viene con retraso. Llegarán a Nador de madrugada.

El idioma es un impedimento para la mayoría. Vienen de Bélgica, Alemania, Países Bajos y Francia, y en el mejor de los casos dominan el inglés y lo más básico de español. Berradi Abderahmane tiene 16 años y se comunica con lo aprendido en clase del idioma británico. La larga demora no lo desanima: escucha música y habla contento. Mañana estará disfrutando de sus vacaciones en Nador, donde permanecerá un mes con su madre Fátima. Ella, más cansada, espera sentada en una manta en el suelo rodeada de sus enseres.

No todos vienen de Europa. Sefian el Khaddari y Kamal Saboni llevan casi quince años en España. Vienen a Almería porque es el puerto más rápido para llegar a sus destinos. Ambos nacieron en Nador y vuelven para disfrutar de sus vacaciones, de tres semanas, en los que aprovecharan no sólo para ver su familia sino también a todos sus amigos. Las maletas tapan casi por completo sus pies.

Joseph Tairi nació en Barcelona hace 22 años. Su madre llegó en 1987 a España. Tras un largo viaje, en el que entraron en Almería a las seis de la mañana, les quedan otras tantas horas de espera. Tumbado en el banco intenta encontrar alguna postura cómoda mientras escucha música. Está cansado del viaje, y es consciente de que aún le queda mucho por delante.

Quien no se desanima es Yassen. Con apenas 10 años, a la vuelta de sus vacaciones, se marchará para siempre de España. Viaja a Nador con su familia, pero el regreso durará poco en su ciudad natal, ya que se marcharán a Bélgica. "Hay mucho paro, no podemos seguir aquí", explica su madre. Yassen asegura que no se quiere marchar y que prefiere España. Sin embargo, la tristeza de la despedida no estropea su alegría. Juega al balón mientras espera al ferry: practica porque, algún día, "seré Cristiano Ronaldo".

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