El lado oscuro de Almería

Explosión en la calle Gerona

  • Debido a la terrible deflagración provocada criminalmente, perdieron la vidasiete personas, entre ellas tres niñas de corta edad y el autor material del macabro atentado

Calle Gerona.

Calle Gerona. / (Almería)

A los almerienses que han rebasado de largo la frontera de los sesenta años no se les podrá olvidar fácilmente otro de los grandes capítulos luctuosos ocurridos en la provincia de Almería. En esta ocasión fue en la capital, como es el caso de la explosión de la calle Gerona, cuya deflagración provocada criminalmente, acabó con la vida de siete personas entre ellas, tres niñas y la del autor material del criminal atentado. Todo se produjo en escasos minutos durante las primeras horas de la madrugada del domingo al lunes 17 de marzo de 1980. Han pasado ya 39 años.

Eran las doce y veinte minutos de la noche. El preciso momento en que sonó la alarma en el parque de bomberos de la capital. Tras la virulenta explosión, dos vecinos de la capital los hermanos Pedro y Rafael Sánchez en esos primeros minutos de confusión y alertados por las fuertes detonaciones, arriesgaron sus vidas desafiando las llamas, al acceder a la vivienda de dos plantas que quedó destruida para intentar rescatar a las personas que se encontraban heridas en el interior de las casas, antes de iniciarse las labores de auxilio por parte de la Policía y los bomberos de la capital.La gente de la zona se asomaba asustada a los balcones y ventanas y muchos de ellos sin pensarlo se echaron a la calle ofreciendo su ayuda.

Un marinero de servicio de guardia en la Comandancia Militar de Marina no dudó en jugarse la vida y se incorporó a las labores de salvamento. El aspecto de la calle era dantesco. El pequeño edificio donde se ubicaba el local comercial ardía por los cuatro costados y dos coches aparcados en la puerta del inmueble ardían envueltos en llamas.

De uno de los balcones está saltando uno de los supervivientes mientras el otro pequeño logra ser rescatado por los hermanos Sánchez. El sargento Francisco Cruz que mandaba la dotación de bomberos subió a la primera planta junto a un agente de policía buscando supervivientes entre las llamas y los escombros. Un escalofrío recorrió sus cuerpos. A poca distancia bajo los escombros encontraban los cuerpos sin vida y calcinadas de las dos hermanas abrazadas. El incendio provocado de manera premeditada e intencionada por José Amo inquilino del local "Comercial Cruz” situado en los bajos del pequeño edificio de dos plantas dedicado a la venta de productos de droguería, comenzó a propagarse rápidamente invadiendo las pequeñas habitaciones interiores del local donde había almacenada una importante cantidad de material inflamable, pinturas y otros productos de alta toxicidad. 

Al entrar en contacto el material inflamable con las llamas, como consecuencia de la elevada temperatura y las altas calorías, se produjo la terrible explosión que destrozó materialmente el cuerpo al autor del siniestro, que no pudo llegar a salir con vida del establecimiento sorprendido por la fuerte explosión que reventó los techos y paredes del local alcanzado a los pisos superiores. Siete personas ajenas a la criminal acción de un grupo de individuos sin escrúpulos, que según pudo determinar la Policía tenían antecedentes anteriores por provocar hechos de similares características en otras capitales españolas, la última al parecer en un local de una barriada cercana al puerto en Palma de Mallorca, perdieron la vida. 

La droguería guardaba gran cantidad de material inflamable que resultó fatal

Movidos por el lucro y ambición provocaron el incendio de la droguería de la calle Gerona para cobrar los veintidós millones de pesetas de prima del seguro sin importarles las consecuencias de su macabra acción.La explosión acabó con la vida del matrimonio formado por Juan García Carretero y Rosa López, a los que la muerte les sorprendió durmiendo junto a sus hijas Rosa María de 16 años, María del Mar de 14 años y Lidia de 11 años. Todos fallecieron en el acto aplastados por el desprendimiento de los techos y el desplome de las paredes, victimas del violento impacto como consecuencia de la onda expansiva. La fuerte explosión acabó también con la vida de la anciana Trinidad Granados ocupante del ático del edificio de dos plantas.

Juan Carlos de diecisiete años, Domingo José “Quico” de trece años hijos del matrimonio fallecido se salvaron milagrosamente.  Marco, el hijo pequeño del matrimonio, de ocho años que resultó afectado con graves quemaduras de primer grado por todo su cuerpo pudo salvar la vida. Fue un duro golpe para estos niños que de golpe y porrazo se vieron huérfanos con la familia destrozada. Se quedaron bajo el amparo de la abuela materna que tuvo que luchar mucho para poder sacarlos adelante. Varias horas más tarde de que los cuerpos de las victimas recibieran sepultura en el cementerio de San José después de haber sido velados en la capilla ardiente de la iglesia de San Pío X de la barriada del Zapillo, la Policía almeriense continuó su trabajo iniciando las pesquisas para detener a los integrantes del grupo criminal implicado en el incendio que habían planeado el terrible siniestro.

En esas primeras veinticuatro horas fueron arrestados Gabriel Caimari, Ana Cruz Gordillo, José Chambo y Ana López Rubio. Nada más concluir su trabajo los bomberos y rescatados los cadáveres, la Policía se puso en acción para el total esclarecimiento del caso. Uno de los inspectores de Policía que activamente intervino en la investigación fue el agente- hoy jubilado- Joaquín Diez García, quien siempre recuerda con tristeza y horror este terrible episodio criminal. Otro de los cómplices fue detenido un día más tarde junto a su esposa en la capital. El cerebro de la organización se detuvo posteriormente, dos semanas más tarde en una localidad cercana a Palma de Mallorca a donde huyo tras la tragedia y fue trasladado a Almería en uno de cuyos juzgados se instruyeron las diligencias del caso.

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