El Fandi triunfa con una oreja
ME quedo con el saborcito que echaron esos muletazos de Ruiz Manuel al cuarto de la tarde y la faena de Fandiño al tercero, un toro brusco, pero al que el vasco le ayudó a embestir con buen son por el pitón derecho. Por mas que rebusco cosas buenas que contarles del festejo que cerró la feria, solo me llegan a ese alma de aficionado esos dos pasajes de un festejo que tuvo sobre el albero, en cuanto a presentación, una importante corrida de Benjumea.
El cuarto fue uno de esos toros a los que les sale el origen de sus encaste por los cuatro costados. Altivo, dos puñales blanquitos, finos desde la mazorca y ese pelillo colorao sin ser cobrizo. Pureza Nuñez que después desarrolló en nobleza muchas cualidades.
A Ruiz Manuel le sirvió para estar a gusto ante su publico. El toro metía la cara con mucha clase y el almeriense había mirado al tendido para brindarle una vez mas otro toro en su trayectoria. Tuvieron buen trazo esos muletazos iniciales ahormando la embestida del de Benjumea. El torero atisbó a ver las condiciones de bondad y desde el comienzo apuntó a belleza sobre todo cuando acertó a cogerle el temple a esa embestida pastueña y ejecutó el muletazo hasta el final.
Ruiz Manuel estuvo muy digno con el, hasta que estropeó con la espada lo que le muleta había logrado. los compases con los que el matador de la tierra dejó planteado el toreo mas bonito de toda la tarde, aunque después escuchara dos avisos.
Brindis emotivo a sus hijas en el que abrió plaza. Faena muy pulcra ante un toro que no puso demasiadas complicaciones, y cuyos momentos mas intensos llegaron con la muleta en la diestra, pero al que tampoco mató con premura.
En realidad, esta es una crónica que aun piensa en la tarde incompleta de dos toreros que completan muchas actuaciones, matan muchos toros, cortan muchas orejas, pero ayer estuvieron desdibujados. Por eso me llama mas la dignidad de Ruiz Manuel, que el desastre en el que ayer se sumió El Fandi. Un torero al que respeto por encima de todo. Incluso de su toreo, pero que ayer cortó una democrática oreja que le pidieron al palco sus partidarios, por una faena sin fondo en la que valen dos importantes pares de banderillas.
Verdad es que granadino se hinco de hinojos ante ese segundo, que comenzó su faena rodilla en tierra y que el tendido se desgarró por dentro gritando eso de 'torero, torero'. Y todo eso lo debo de respetar para contárselo a usted como lector. Y lo hago. Pero también pienso que las mulillas se llevaron para el desolladero demasiada bravura y nobleza desaprovechada.
Para mas abundar con la tarde del granadino, les puedo decir que nunca he visto aperreado a El Fandi, con ningún toro. Ayer, el quinto, ese ensabanado Flor de Gamón le mostró errante por la plaza. No se dio coba el matador para andar con una desconfianza impropia de un torero de tantas facultades, pero entre eso, el desbarajuste de una pelea en la grada acabó colmando, una de las actuaciones mas desafortunadas de quien sin duda es un gran profesional.
Fandiño, a pesar de esa meritoria labor que forjó frente al tercero no sale de la feria con esa vitola del torero poderoso que le precede después de muchas actuaciones esta temporada.
Tuvo toro en el tercero. No un toro de campanillas, pero si un toro con cierta clase en la muleta después de que Fandiño estuviese en profesional entendiéndole los terrenos a favor de querencia y después llevándoselo hasta el tercio del dos y allí le forjó dos tandas de muletazos con la zurda, de mucha sinceridad torera. Cuando el torero volvió a coger al toro por la derecha ya no fue lo mismo y lo que se encontró el de Orduña fue otra vez esa embestida áspera del de Benjumea.
Manoletinas para cerrar, y en estas que la espada se le atraganta y todo se queda en un saludo protocolario desde las rayas del tercio.
Frente al sexto, el de menso presencia de la tarde, Fandiño nunca encontró ese punto de equilibrio entre su toreo y la condición de un toro que se movía con más alegría que otros.
Nunca remontó vuelo la faena. Nunca tuvo la continuidad de quedarse y ligar los muletazos de un toro al que siempre Fandiño le perdía un paso entre un muletazo y otro con la pañosa apuntando siempre arriba.
Con la corrida pesando ya mucho y el aviso a Fandiño, el festejo se terminó por diluir del todo y se llevó por delante ese ultimo acto de una feria en donde, con algún que otro toro suelto, el juego de la bien presentada corrida de Benjumea suena por encima de mucha de la torería de ayer tarde. Aquí paz y después gloria. La feria ha muerto...¡Viva la feria!
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