La Feria de 2015, un año para pensarla
Autobuses a bajo coste, más aparcamientos, nuevas actividades y un ferial más nutrido de casetas que también tenga vida durante el mediodía, las propuestas
Escuchadas las partes y terminada la Feria de Almería, parece claro que las fiestas, pese a algunas enmiendas y al amor que los almerienses puedan tenerle a su semana grande, no han sido del gusto de todos. El primero para el alcalde de la ciudad, Luis Rogelio Rodríguez-Comendador, quien ha asegurado públicamente y en petit comité que la Feria 2014 "no ha sido para tirar cohetes". Después para el PSOE, que ha criticado por activa y por pasiva, antes y después de los hechos, que ha sido "más de lo mismo a pesar de haber aumentado el presupuesto en más de 100.000 euros respecto al año anterior". También para Izquierda Unida que insiste en que el pabellón de deportes para la celebración de los conciertos, con el calor que hace en el interior, es una cuestión que pasan factura a las fiestas, por no hablar del pésimo sonido que se genera y del que ya han renegado varios artistas. Y cómo no, para los feriantes, que son los que más saben de esto y que lamentan la "falta de compromiso del Ayuntamiento" en una Feria que podría ser referente en Andalucía, porque tienen las condiciones idóneas y los mejores medios, y que sin embargo se queda a medio camino de serlo. No se puede olvidar a la opinión pública, representada por los propios ciudadanos y turistas que han visitado la ciudad la última semana de agosto, que un año más han visto unas fiestas patronales, tanto la del mediodía como la de la noche, "mermadas" y "empobrecidas" teniendo el referente de lo que era esta celebración en el antiguo recinto de la Avenida del Mediterráneo.
Con estas premisas, parece evidente que la Feria de Almería está pidiendo a gritos un análisis en profundidad, que bien podría partir de la puesta en marcha de la Comisión de Fiestas que se aprobó en el Pleno Municipal hace dos años y que nunca se ha llegado a convocar. Organizar un programa de actividades para ciudad como Almería no es cosa fácil, máxima teniendo en cuenta que la crisis económica y las políticas de ajuste han empañado la alegría en los últimos años, pero con la aportación de la sociedad y de los grupos políticos gobernantes y en la oposición podría alcanzar el grado de satisfacción que muchas voces reclaman desde que se inauguró el Real de la Vega de Acá. Propuestas, ideas y alternativas de todos los sectores de la sociedad almeriense podrían dar un aire renovado a un programa que a pesar de minúsculas, y a veces inapreciables modificaciones, se repite literalmente desde hace ni se sabe. Y a las pruebas me remito.
Aplaudido y reconocido por todos ha sido sin duda la recuperación de la cabalgata anunciadora y el impulso que se ha querido dar al tradicional traje de refajona que caracteriza los antepasados de la ciudad. Pero la planificación de las fiestas no acaba cuando se imprimen los programas, sino que necesita de poner los cinco sentidos durante el transcurso de las mismas para no caer en errores de bulto como el hecho de que se olvidara poner un equipo de sonido para el día que estaba previsto el concurso de indumentaria en la terraza de la Caseta Municipal, en la que dicho sea de paso no había representación de concejales, o que en la segunda calle por la que pasaba la Batalla de Flores las carrozas ya no llevaran ni un solo clavel para tirar a la multitud.
La Feria de Almería no puede ser la del sí pero no, como la canción de David Bisbal, sino la del sí rotundo que pasar por nuevas intenciones y mayor compromiso.
También críticas han recibido los grupos de la oposición que, al margen de las propuestas del PSOE (aunque calcadas de las que hacía la Asociación de Hosteleros de Almería, Ashal) y que fueron apedreadas por el equipo de gobierno, no han movido ficha para plantear de forma razonada alternativas a una Feria que consideran "apocada" y que no responde a las expectativas ni de los empresarios ni de los ciudadanos. Las críticas no constructivas deben quedar al margen si de lo que se trata es de mejorar unas fiestas que son también las de toda la provincia, y que pretenden ser un referente en Andalucía precisamente por sus señas de identidad.
El que está considerado por todos como el mejor recinto ferial de la comunidad autónoma e incluso de España da signos de agonía, pese al leve repunte de público recibido este año. Planea sobre él la amenaza de los que ya son habituales de no montar caseta en la próxima edición. Todos los años suena el río, sin que el Ayuntamiento haya enmendado la situación para incentivar a los feriantes y facilitarles el poder estar. El elevado precio que deben pagar por su presencia en el ferial se come los escasos ingresos que hacen en una semana. Para la mayoría no compensa y así se lo han hecho saber a los responsables. Y no solo los caseteros, también los feriantes están en la misma sintonía, "desesperanzados" y ante un panorama inmóvil. Una solución podría ser la bajada de precios municipales y la invitación al ferial de asociaciones y entidades que, con casetas pequeñas puedan dar vistosidad al recinto.
La Feria de Almería que debía ser el espejo en el que se reflejen las costumbres y la verdadera identidad de la provincia, el mayor evento del año, y que cuesta casi un millón de euros, ha resultado ser más bien un fiasco con el que nadie está contento. Está claro que hay que dar un giro de 180 grados y apostar por una renovación total, para acabar con una dispersada Feria del Mediodía y con una apagada Feria de la Noche. En la unificación definitiva de una y otra celebración para aprovechar un recinto con prestaciones superiores podría ser la clave del éxito. Contentaría a los hosteleros que se arriesgan a montar caseta y únicamente sería cuestión de acostumbrar a los ciudadanos. Otra idea nada descabellada podría ser el cambio de ubicación de la desaprovechada caseta infantil que está en plena entrada al Real y que a las diez de la noche ya está cerrada. El espacio que ocupa es carne de cañón para una caseta más que anime el ferial.
Tampoco es entendible cómo durante la semana de feria se reducen las frecuencias de los autobuses urbanos, cuando es la época de mayor turismo en la capital, y no contentos con esto, se incrementa el precio del billete. Lo lógico sería dar cuantas más facilidades mejor a los que quieren disfrutar de la Feria y acercar el Real de la Vega lo máximo posible al centro de la ciudad.
Que el botellón y la suciedad que conlleva no se convierta en la imagen de portada de las fiestas de Almería también es una tarea pendiente. Así como la apertura al tráfico del vial del Río Andarax para agilizar las largas colas de vehículos que se forman en los accesos a primera hora de la noche y que además haría ganar zonas de aparcamiento que tanto reclaman los ciudadanos desde el estreno de la nueva ubicación.
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