Francisco Villaespesa Bibliotecas públicas (VI)
Crónicas desde la ciudad
La presencia de D. Francisco Villaespesa, ¡con 92 años y vitalidad aún para recitar!, único hijo vivo del poeta laujareño, además de nietos y biznietos, solemnizó el acto poético-flamenco del viernes
HACE cuatro milenios -siglo arriba, siglo abajo- desde sus orígenes en Mesopotamia, bibliotecas y archivos obedecían a un mismo concepto: una era sinónima del otro, formando un todo indivisible. Bien avanzada la era cristiana y ateniéndonos al estricto orden cronológico, la primera existente en Almería -según el deán Pascual Orbaneja- perteneció a la Escuela de Lenguas Semíticas (hebreo y árabe), creada por los frailes de Santo Domingo en los albores del siglo XVI con el fin de propiciar un mayor acercamiento y catequización de la población nativa en la ciudad musulmana "tomada" por la Corona de Castilla. Pasados los siglos, el uso y disfrute de las civiles y eclesiásticas tenían carácter corporativo, limitando su acceso al ciudadano corriente en una sociedad en la que, por otra parte, muy pocos individuos conocían el idioma escrito. En las propias instalaciones del reformado convento Dominico (hoy sede de la Escuela de Artes) se instaló en 1841 el Colegio de Humanidades; dando paso un lustro después (curso 1847) al primer Instituto de Segunda Enseñanza de la capital, ya de carácter estatal y en el que siguió funcionando una biblioteca al servicio de alumnos y profesorado. Mientras que esta y la dos de la Iglesia (Seminario Diocesano y Catedral) restringían su utilización, el Ayuntamiento prestó un valioso servicio público a través del AMAL
ARCHIVO MUNICIPAL
Lo instalaron en la planta baja de la Plaza Vieja y es muy anterior a la fecha (1910) que señala Tapia Garrido. Los libros de Actas y de Personal (nombres y dotación económica) nos marcan su devenir diario. Así sabemos que el cargo de primer archivero-bibliotecario lo ostentó (diciembre, 1847) Antonio Llopis. Cuando falleció una década después consideraron oportuno no cubrir la vacante "dada la escasez de recursos que experimentaban". Felizmente, en 1866 la plaza fue ocupada por Francisco Navarro con un sueldo (¡pocos ahorros podría hacer el hombre!) de 1.875 pesetas anuales y 1.425 su auxiliar (durante muchísimo tiempo el titular gozó de un solo ayudante; el más conocido, ya en la posguerra, a las órdenes de la archivera Isabel Millé, es Bernardo Martín del Rey).
A partir del plenario de 11/06/1844 inician la adquisición regular de libros y la suscripción a periódicos y revistas locales: Diccionario Geográfico-Estadístico, de Pascual Madoz, y semanario El Caridemo. A modo de ejemplo relaciono unas pocas pero significativas compras en distintas fechas. Independientemente, se favorecieron de donaciones de los propios autores e incluso de fondos bibliográficos completos, casos del poeta Paco Aquino o D. Florentino Castro Guisasola:
Literatura Latina, de Antonio González Garbín
Quitolis, de José Jesús García
Ensayos Literarios, Carmen de Burgos Seguí
Guía de Almería, obra de Santiago Vergara
Vida de San Indalecio…, del deán Pascual Orbaneja
Vida del jesuita Padre Luque, de Martín del Rey
Entre sus más apreciados ejemplares, sumados a distintas enciclopedias generales y específicas, se encuentra un formidable Librarium compuesto de 781 volúmenes impresos en latín -mayoritariamente del siglo XIX, aunque también los hay del XVIII y uno del XVII-, en el que predomina la temática religiosa (teología, filosofía) junto a otros de historia, fisiología y botánica, pragmáticas, anales de los Reinos de Aragón y de Granada, etc. Convenientemente catalogados, se desconoce el origen y fecha de entrada en el Archivo, aunque por su contenido y encuadernación nos inclinamos a pensar que proceden de desamortizaciones de los conventos masculinos ¿franciscanos, dominicos? radicados en la ciudad.
ELECCIONES LIBRES
Al instaurarse la II República una de las primeras medidas del Municipio consistió en abrir una especie de "sucursal" de corte popular -"Kiosco de Libros"- en la glorieta de Sartorius (San Pedro) a cargo de la biliotecaria, Adelaida Fuentes. Para ello adecentaron una caseta de madera construida en dicha plaza y utilizada previamente con idéntico fin por una asociación femenina. De abril de 1931 es igualmente la primera noticia que dispongo de la celebración de una Feria del Libro en Almería, en el céntrico espacio que comento. En ella, atendiendo la petición de la Comisión organizadora, "la venta de estos al aire libre serán sin recargo alguno en los arbitrios municipales"
Tal apuesta por el fomento de la lectura duró lo que duró la República. Más efímera aún resultó en la posguerra franquista la ubicada en el entonces llamado parque José Antonio (próxima al templete para la Banda de Música Municipal y una boca-refugio diseñada por Guillermo Langle) a instancias de la Obra Sindical de Educación y Descanso; la asignación presupuestaria inicial fue mínima: 233 pesetas y 15 títulos disponibles, la mayoría de exaltación al Régimen. Tampoco permaneció mucho tiempo abierta. Concluyo el epígrafe con una curiosa iniciativa del plenario de 31/08/1931. El alcalde tomó buena nota, pero sospechamos que sabemos no tuvo un final feliz:
"El Sr. Villegas (concejal), luego de recordar que el Regimiento de la Corona nº 71 que guarneció esta Plaza formó una biblioteca constituida principalmente con donativos de los almerienses y que disuelto aquel Cuerpo ha sido trasladada a Valencia la biblioteca relacionada; rogó al Sr. Alcalde que gestionase el reintegro de ella a la Ciudad, incorporándola a la Municipal".
APERTURA EN EL PASEO
La Biblioteca Pública nació con la vocación de cubrir varios frentes culturales. A su condición específica de "contenedor" de libros, revistas y publicaciones varias debemos añadir dependencias anejas multiuso: sala de exposiciones (pintura, grabados, escultura, cerámica), salón de conferencias y de audiciones musicales; distribuidas en distintas plantas de un caserón decimonónico en el nº 26 del Paseo, flanqueado por la Granja Balear y Muebles "París-Madrid", en los bajos, y trasera a la calle San Francisco. El Ayuntamiento lo alquiló a su propietaria, Dª Carmen Bueso Moltó, viuda de Fernández, por tiempo indefinido y en la cantidad de novecientas pesetas mensuales pagaderas por trimestres.
En noviembre de 1946, procedente de Cantabria, Manuel Urbina Carrera arribó a Almería para dirigir la Jefatura del Movimiento y el Gobierno Civil de la Provincia. Mandato que hasta su marcha a Cádiz (donde al parecer cayó en desgracia política tras enfrentarse a la burguesía vinatera jerezana) ejerció con tal despotismo y dureza que más se asemejó a un virrey de la conquista americana con poderes absolutos. Sin embargo -aunque veremos que todo el peso económico recayó sobre el Ayuntamiento- en su haber biográfico debemos señalarlo como el promotor de una iniciativa harto beneficiosa para la paupérrima vida intelectual almeriense: la apertura de la Biblioteca Pública "Francisco Villaespesa", durante una larga etapa de titularidad Municipal. De una extensa moción de Urbina Carrera -aprobada en la sesión de la Gestora municipal de 22 de enero de 1947- comenzó a tomar forma la feliz idea. Lo ampliaremos la semana entrante
También te puede interesar
Lo último