Gaspar Vivas, Barco y Ulpiano Díaz (I)

Melodía. Su Fandanguillo es comúnmente aceptado como el himno oficioso de la ciudad; el que "canta" las horas en el reloj del Ayuntamiento y pieza obligada de grupos folclóricos

Gaspar Vivas, Barco y Ulpiano Díaz (I)
Gaspar Vivas, Barco y Ulpiano Díaz (I)
Antonio Sevillano

28 de diciembre 2014 - 01:00

Almeriense musulmana,

mujer andaluza y mora,

esclava en la ventana

canta lo mismo que llora

esclavitud de sultana

("Costa del Sol")

ANTES incluso de que Cajamar instaurase el Certamen Internacional de Guitarra "Julián Arcas", intenté que una placa diera fe de la estancia en la capital (calle Granada, con vivienda y comercio de petróleo, grano y paja) del compositor y concertista nacido en María, el norteño pueblo velezano, y fallecido en Antequera en precaria situación económica. No fue posible por las reticencias de unos y la desidia de otros. Superada la decepción, retomamos un proyecto más ambicioso canalizado a través de la AA.VV. "Casco Histórico" e institucionalmente amparado por el Ayuntamiento. La primera entrega, por partida doble, correspondió al compositor y guitarrista Gaspar Vivas y en recuerdo de Julio Gómez Cañete "Relampaguito". Dicho acto, al igual que los siguientes, contó con la asistencia de numerosos hombres y mujeres del barrio, tanto en la Plaza de Pavía como en la c/. Encuentro, respectivamente, orgullosos de haber tenido en el pasado a vecinos tan ilustres.

A diferencia del conocido criterio de Antonio Machado en cuanto a que hasta que el pueblo las canta las coplas coplas no son, y cuando las canta el pueblo nadie recuerda al autor, en el caso de Gaspar Vivar no ocurrió así: el nombre de su más reproducida obra, el Fandanguillo, siempre fue unido al de su autor en boca de los aficionados, en las actuaciones del grupo folclórico municipal "Virgen del Mar" y, antes, sirviendo de sinfonía de apertura a las emisiones de EAJ 18 Radio Texaco-Almería y EAJ 60 Radio Almería. Pero los tiempos cambian y los méritos se olvidan. Solo a la pereza o ignorancia es achacable, seguramente, el que su figura insigne no perdure donde debiera, o en menor medida de lo debido: en biografías y museos. No es de recibo que Tapia Garrido (Almería hombre a hombre) le dedique nueve líneas y Norberto Torres (Diccionario Biográfico IEA) otras tantas, tres de ellas ilustrándonos sobre su hipotética profesión de subastador de pescado en la lonja de Pescadería. Pero más irritante aún es que en el joven Museo de Guitarra "Antonio Torres" sea un auténtico desconocido. Tiempo habrá de volver al referido centro, pero es obligado denunciar que ahí solo figuran dos profesionales locales (Tomatito y Niño Josele), olvidándose del resto de respetables intérpretes, a los que en su día pondremos apellidos y rostros.

COMPASES FLAMENCOS

Netamente almeriense por ambas líneas progenitoras, Gaspar Vivas Gómez vino al mundo en la mañana del 30 de noviembre de 1872, en la calle del Reducto. Primogénito de los cinco hijos (Gaspar, Rosa, Margarita, Pedro y Juan) habidos en el matrimonio entre Gaspar, jornalero en el Muelle, y de María del Mar, estaba emparentado con el antedicho Relampaguito. Poco sabemos de su infancia salvo que aún agarrado a la teta de su madre escuchó silbar la metralla caída a lo largo y ancho del Reducto disparados por las fragatas Victoria y Almansa en su intento de apoderarse de la ciudad y anexionarla al Cantón de Cartagena. También ignoramos cuándo y cómo surgió la vocación y el aprendizaje guitarrístico; aunque la lista de posibles maestros es variada en Cafés cantantes, academias particulares y espectáculos públicos, incluidos los discípulos (Pujol, Robles) de la escuela de Julián Arcas y Lacal (1832-1882). Lo que sí descubrí en su momento es que sus inicios fueron netamente flamencos, sin mezcla de veleidad alguna. Pese a que todavía no debía poseer los dos ejemplares de Antonio Torres con los que luego compondría (pequeña, de señorita) y otra de proporciones normales, un "cañón" en opinión de sus admiradores y lucido en distintas giras por escenarios españoles.

Finalizaba 1896 cuando los mentideros "jondos" de la ciudad se aprestaron a sendas reuniones extraordinarias, ambas en el Teatro Principal (Paseo del Príncipe, hoy edificio Banesto), entre nuestro paisano José Sánchez "El Marmolista" y dos figuras de relumbrón: Manuel Reina "Canario chico" y Juan Breva. Y una singularidad: sobre el escenario: Gaspar Vivas como guitarrista de acompañamiento. Éxito de público y crítica el 22 de noviembre y un nuevo reto a verificar en la semana siguiente. Sin embargo, El Canario, en vista de las excelencias del tándem Marmolista-Gaspar, impuso como condición que cada uno ha de acompañarse con su guitarra. El segundo mano a mano tuvo como protagonista a Juan Breva, una semana después e igualmente en el Principal. El malacitano sentó a su vera a otra sonanta avecindada en Almería, Pepe el Cordobés, y El Marmolista a nuestro protagonista del Reducto. Sí que en la reunión anterior el repertorio resultó variado (incluyendo "almerienses", presumiblemente base estilística de la taranta), en esta se limitaron, sorpresivamente, a solo dos "palos", aunque con muchas variantes: malagueñas y guajiras. La legión de seguidores incondicionales jaleó ruidosamente al trío local y el magisterio de Juan Breva, quien luego se quedaría en la capital a residir. Los conocimientos de las distintas melodías y compases se verían más adelante reflejados en composiciones del repertorio de Gaspar vivas.

DON PACO GOMIS

Independiente de que el titular esté dedicado a Rafael Barco y Ulpiano Díaz (en el artículo dominical de mañana nos detendremos), otro de sus íntimos amigos y colaborador en la segunda etapa de su vida fue don Francisco Gomis Peinado (1910-2011). Con don Paco mantuve conversaciones reposadas y enriquecedoras que me permitieron conocer más fielmente el perfil biográfico de aquel y en especial el ritmo vivo del Fandanguillo de Almería, escrito para ser ejecutado por una sola bailaora o pareja y no coral; incluso, a título de anécdota, me mostró el piano que le compró a la viuda en 450 pesetas, más otras 25 del transporte. Cinco fueron los títulos confeccionados al alimón en su casa de Plaza de Pavía: Gitanilla Primavera, El último Fandango (fandanguillo), El tiempo es oro (cuplé) y Costa del Sol (pasodoble). Veamos algunas precisiones y comentarios que le merecía aquella enorme personalidad humana y artística, hoy ninguneada por los ignorantes:

"Era tal disposición nata sobre ese instrumento (guitarra), que sin llegar a estudiar música llegó a dominarlo con gran destreza, y pronto le sirvió para ser descubierto por profesionales que solían venir en muchas compañías de teatro que nos visitaban… a las cuales les interesaban su trabajo, no solo por la facilidad de improvisación que tenía en todos los estilos, sino por su riqueza inventiva de ritmos varios y frases cantables (…) Tenía una visión coreográfica poco corriente por aquellos tiempos. Era espontáneo y cuando le venía la inspiración no precisaba recluirse a solas a pensar esas ideas… las expresaba inmediatamente sin reparar el lugar y condiciones (…) Hombre tranquilo y de costumbres morigeradas, de trato ameno y agradable; de 1,70 de estatura, poco grueso, cara despejada sin arrugas, bastante calvo y mirada serena…

stats