El grabador Navarro de Vera: no sabía dibujar y puso escuela

Almería

Don Hilario Navarro de Vera, el primer grabador clásico de la provincia de Almería proveniente de la Academia de San Fernando de Madrid, autodidacta y seguramente aprendiz de un reconocido litografista toledano.

Grabado de Hilario Navarro
Grabado de Hilario Navarro
José Luis Ruz Márquez

Almería, 25 de diciembre 2022 - 06:00

Hace muchos años que me topé en Almería con la obra litográfica de Hilario Navarro de Vera al que me costaba creer, como se aseguraba, alumno de San Fernando de Madrid al parecerme un autodidacta y a lo más aprendiz de algún taller de artesanía a la vista de su obra que mostraba continuos fallos de perspectiva y proporción. Y no andaba yo errado cuando vi que nuestro artista, nacido en Esquivias en 1844, fue discípulo de José Maria Reinoso y Torija (1830-1903) un litógrafo toledano con taller y buena fama en Madrid. La concurrencia de Hilario al concurso de la Exposición Agrícola de Toledo de 1866 creo que fue la primera ocasión en que presentó al público su obra dibujada en piedra: unas cuantas figuras y una muestra de caligrafía.

Cuando nuestro litógrafo decidió volar con alas propias no encontró hueco en que posarse: ni en la ciudad imperial que ya contaba con un buen taller litográfico, ni en Madrid donde los había de más y decidió venir en 1870 a Almería a poner taller en la calle Real no lejos de la del Colegio, la de las Puras, en donde alquiló casa y vivió con doña Victoria, una maestra viuda que si bien parecía su madre fue solo su mujer y la mamá de sus dos hijos.

Desde su fundación en 1887 siempre estuvo nuestro artista ligado a la Escuela de Artes y Oficios y profesor de Dibujo fue en ella y hasta su secretario llegó a ser, todo desde la interinidad pues titular solo lo fue del taller escuela de dibujo que puso en la casa de la fachada sur de la plaza de San Pedro. Tocó todos los palos y sobre docente fue grabador, calígrafo, ilustrador de revistas, tipógrafo… Pero lo que resulta más significado en la obra del artista es el conjunto de vistas de la ciudad, para la que él resulta como un "grabador de cámara", testigo excepcional de su evolución. En 1877 realizó dos panorámicas de la ciudad, de tres grabados cada una, para lo que se embarcó en la punta del muelle y desde allí la dibujó surgiendo del mar… y luego se subió al cerro de El Calvario para mirarla, entre pencas, por encima del hombro…

Litografía
Litografía

Su condición casi naif le hace osado, un dios que se atreve con todo, lo que le confiere un carácter valiosísimo a la hora de dejar constancia gráfica de una época de la ciudad hoy borrada; notario que no artista, da fe de muchas cosas a través de sus dos álbumes: el de 1895, conmemorativo de la llegada del ferrocarril, y el de 1899; por ellos sabemos cómo era el muro enorme que dividía en dos el tercer recinto de la Alcazaba o el escudo blasonador de la portada gótica de su torre del homenaje… o la Almería del barrio de la Estación con la inmediata vega camino de convertirse en su primera expansión urbanística, o el monumento original de Los Coloraos, en su original emplazamiento de la Puerta de Purchena años antes de que le robaran la libertad perspectiva para meterlo con calzador en la Plaza Vieja en prisión perpetua no revisable, o la iglesia de San Pedro con una torre de menos… o la Compañía de María… con dos torres de más.

Pero no todo fueron vistas y monumentos. En un tiempo en que la masonería constituía uno de los pocos soportes para la burguesía con inquietudes Hilario acabó adscrito a una logia de Almería, tal como ocurrirá con otros artistas de la ciudad como el arquitecto Cuartara…

Pero esta condición de masón no le impidió -primum vivere- dedicarse a la temática religiosa: sus ingenuos grabados son muestras de religiosidad popular gozadores por entonces de muchísima aceptación, proporcionando tanto fervor a nuestros abuelos como cuartos a nuestro artista a través de unas estampaciones, como las de San Antón o las vírgenes de la Soledad y de Montagud… por lo general obras de tamaño cuartilla, aunque en ocasiones son de gran formato tal como sucede con la de la Purísima estampada por encargo que le hizo nuestro convento de las Puras, o la interpretación de la talla que se veneraba en la Catedral, obra de Salzillo, quemada en la guerra civil y resucitada en 1945 por Perceval; otras veces los grabados son mínimos como los litografiados para la feria de Almería de 1900: tres sellos -patrona, escudo y alcazaba- a los que espero conocer algún día.

Y con la religión la ciencia: por él conocemos la imagen de la escalera de incendios, inventada por Salvador de la Cámara y publicada en 1877 y cuyo desarrollo había hecho en una casa que poseía en la calle Alfonso VII, junto a la Catedral, y a la que destechó para los ensayos.

En la técnica es Navarro un Juanpalomo, yo me lo guiso, yo me lo como, siempre dibuja y además graba, aunque en el citado álbum de 1895 ha permitido que litografíe sus dibujos un tal Páez que desde luego no le ayuda en nada. Su obra siempre monocroma, presenta la rara excepción del color en una "Almería desde el mar" ya de finales del siglo XIX y que a mí me da que se estampó fuera…

Litografía
Litografía

Sabemos quién es, pero no le ponemos cara; otra ausencia de retrato como la del arquitecto López Rull y como ella penosa pero que se torna, como suelen las limitaciones, ventaja para nosotros al permitirnos jugar a dios y que le pongamos al antojo cara al descarado, dicho sea esto con el debido respeto.

Que se lo tengo y mucho; aunque leyéndome, tal vez parezca que le hubieran encargado la crítica de Navarro de Vera a su peor enemigo, cuando su admirador soy, si no de su arte sí de su entrega a Almería a la que dedicó la mayor parte de su vida activa desde su llegada para ser su grabador… y también su hijo: si Miguel Pineda Montón, el buen pintor y litógrafo abderitano, fue hijo pródigo de nuestra tierra, Navarro de Vera lo fue adoptivo… aunque al final ya en el siglo XX se mudara de la calle de Los Aljibes a la villa y corte de Madrid donde fallecería en 1921.

Decir litografía en Almería es decir Hilario Navarro de Vera, el primer grabador clásico, y único, que tuvo nuestra ciudad. Por encima de los peros artísticos no puedo, ni quiero, negar su extraña valía. Hilario Navarro de Vera, no sabía dibujar y puso escuela.

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