EDITORIAL
Extremadura señala tendencias
"No importa lo que es verdad. Sólo cuenta lo que la gente cree que es la verdad". La frase de Paul Watson, cofundador de Greenpeace, es el mejor resumen del continuo ir y venir de protestas y reivindicaciones del colectivo conservacionista con el hotel del Algarrobico. No han dudado en volver a tatuar la mole de 22 plantas situada en pleno corazón del parque natural con el lema "hotel ilegal" a sabiendas de que no lo es hasta que no lo determine la justicia. No habrá derribo hasta que llegue el fallo definitivo, posiblemente en el Supremo, que autoriza a las administraciones estatal y regional a poner en marcha la actuación ya planificada y presupuestada de demolición y restauración paisajística de los terrenos. Pero puede ser, sobre todo a raíz de la última sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que esa resolución nunca llegue porque se han abierto nuevas posibilidades de defensa a los precursores de la instalación que comenzó a construirse hace once años.
Ayuntamiento de Carboneras y la mercantil Azata del Sol se han vuelto a mostrar indignados por la ocupación ecologista del polémico edificio de 65.000 metros cúbicos de hormigón con la que Greenpeace quiere promover una costa libre de ladrillo empezando, claro está, por la de Almería. Más de un centenar de activistas abandonaron en torno a las once y veinte de la mañana de ayer el inmueble que han convertido en símbolo de la destrucción del litoral dejando a sus espaldas un punto negro de más de 8.000 metros cuadrados que comenzaron a pintar a primera hora del domingo. Casi 24 horas de invasión en la sexta acción mediática con la que vuelven a llamar la atención para exigir el desmantelamiento del hotel que tenía prevista su apertura para la Semana Santa de 2006. Precisamente ayer hacía campaña en Almería la portavoz del PSOE de Sanidad, Rosa Aguilar, y dejaba claro que hay que esperar a que se pronuncie la justicia sobre la licencia de obras del hotel. Siendo la cordobesa ministra de Medio Ambiente, en septiembre de 2011, se produjo la protesta más mediática por parte de Greenpeace, aquella en la que emplearon una gran bola para simular un derribo que nunca llega. Entonces fueron tres días de ocupación y la promotora tuvo que pedir al Gobierno el "desalojo" para evitar que los ecologistas causaran más daños y también para evitar un accidente dada la peligrosidad de habitar un inmueble en descomposición. En aquella ocasión y también ayer la mercantil madrileña presentó la pertinente denuncia con la que reclaman a la justicia una condena para los participantes en los asaltos conservacionistas, si bien los juicios se han ido demorando y por la disparidad de los integrantes de las acciones tuvieron que testificar desde diferente puntos del país a través de videoconferencias. A pesar de desplazarse hasta Carboneras para ser partícipes de las protestas, el argumento de que "pasaban por allí" y se interesaron por lo que pasaba juega en su favor. Ni una sentencia en contra ha llegado en los diez años que lleva el hotel paralizado y en los que se han relevado cuatro ministros de Medio Ambiente y producido hasta seis grandes acciones de Greenpeace sobre el terreno. Las manifestaciones se pueden contar por decenas, dentro y fuera de Almería, como la que llevó a cabo la Plataforma Desmontando el Algarrobico a las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía a mediados de abril recurriendo a la obra más célebre de Cervantes con Don Quijote y Sancho Panza incluidos.
El alcalde de Carboneras, Salvador Hernández, instó ayer a los conservacionistas a "respetar los tiempos judiciales" a la espera de la decisión del alto tribunal andaluz sobre la validez de la licencia de obras. Al igual que la promotora Azata del Sol, el primer edil confía en que las ocupaciones y el resto de las presiones mediáticas de los ecologistas no condicionen la decisión de la justicia.
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