La Historia a bordo de una carabela
La Fundación Nao Victoria y Turismo del Algarve han organizado el recorrido por la costa de Andalucía El 'Boa Esperança' ha tocado puerto este verano en Adra y en Garrucha
Al pantalán del puerto deportivo de Garrucha le falta la estampa de la carabela portuguesa 'Boa Esperança'. ¡Tanto tiempo amarrada a estribor, con su rampa para las visitas de los curiosos, estudiosos y gentes de la mar! La embarcación arribó a Garrucha procedente de Lagos, localidad portuaria en el Algarve en la que en los siglos XV y XVI se construyeron carabelas que fueron usadas por los exploradores portugueses. La 'Boa Esperança', construida con maderas de pino silvestre, roble, alcornoque y cambará, con los obligatorios elementos necesarios para la navegación en nuestros días (incluido un motor auxiliar), es una muy fiel réplica de las carabelas que surcaron los mares en la gran era de los descubrimientos.
Después de haber visitado puertos de todo el mundo en los últimos años, la 'Boa Esperança' recaló por primera vez en el de Garrucha dentro de las escalas de la gira que lleva a cabo durante el verano por distintos puertos de Andalucía, en el marco de un proyecto mediante el que la Fundación Nao Victoria quiere difundir la historia de los grandes descubrimientos protagonizados por estas embarcaciones desde el sudoeste peninsular.
La réplica de la carabela 'Boa Esperança' se construyó por encargo de la Asociación Portuguesa de Entrenamiento de Vela y fue botada el 28 de abril de 1990. Con 23,8 metros de eslora, 6,6 de manga y 3,3 metros de calado, la carabela de dos mástiles está aparejada con sendas velas latinas. El onubense José Gutiérrez, contramaestre del 'Boa Esperança', cuenta que la carabela "era uno de los barcos de expedición del Reino de Portugal en la época de los Descubrimientos. Los portugueses cruzaron el Atlántico porque colonizaron Brasil, aunque fundamentalmente sus expediciones eran por África".
El nombre del barco responde a la hazaña de que un barco similar al amarrado en Garrucha fue el primero en doblar el Cabo de Buena Esperanza. De ahí proviene también la tradición del aro en la oreja de los marineros: sólo tenían derecho a llevarlo los que habían doblado el Cabo de Buena Esperanza. Y aquél marinero que doblaba el Cabo de Hornos, el de Buena Esperanza y de Cabo Leeuwin, los tres, podían lucir tres aros o pendientes en reconocimiento de sus viajes.
La carabela 'Boa Esperança', que ha navegado por mares de Inglaterra, del Mediterráneo, costa de Estados Unidos, entre otros lugares, ciñe muy bien a los vientos con su palo mayor de 18 metros. La vela de este palo tiene una superficie de 155 metros cuadrados. El palo de mesana, de 16 metros, monta una vela de 80 metros cuadrados. "En la popa", explica José Gutiérrez, "tenemos el trinquete y una segunda cubierta, la tolda. Ahí se sube para hacer las maniobras con la vela de mesana y cuando vamos navegando aquí se hace la guardia, además de que el capitán va diciendo al timonel cómo tiene que manejar la caña del timón.
Bajo la cubierta tolda, este lugar en el que estamos es privilegiado porque el resto de cubierta no tiene ningún tipo de techado. Sólo los tres o cuatro de más alto rango podían usar este espacio para descansar, el resto de la tripulación, alrededor de 25 hombres, debía hacerlo a la intemperie sin importar el sol, el oleaje, nada". José Luis, ¿y no podían bajar a la bodega? "Mira, cuando el barco se construye la bodega se usa como sollao de vivienda, en la época estaba totalmente prohibido bajar, únicamente el gambucero estaba autorizado para hacer los racionamientos del día. En la bodega se llevaban todos los pertrechos para reparaciones del barco, el agua, alimentación, vino, y, por supuesto, las mercancías con las que se hacía comercio. Estos barcos abrían nuevas rutas comerciales".
Uno se pregunta cómo es la convivencia de 15 personas en un espacio tan pequeño durante tantos días. José Antonio da Silva, Jefe de Máquinas, lleva 13 años en la carabela tras tres trienios y medio en la marina de guerra, "mi corazón habita en el barco, es como si fuera mi casa. Pero tengo ya ganas de regresar a Portugal a ver a mi familia, mujer, hijos, nietos. Tres meses en casa, tres meses fuera donde el barco haya de navegar. Esta es mi vida". Y la gira educativa del 'Boa Esperança' que ha recorrido toda la costa de Andalucía está organizada por Turismo de Algarve y la Fundación Nao Victoria. El contramaestre José Luis Rodríguez nos habla de una travesía magnífica con mucho viento en el Estrecho. Buena singladura.
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