La agricultura intensiva es, sin duda, la actividad que ha sabido recoger el testigo de la pujanza económica que Almería tuvo años atrás en el sector de la minería o la uva, un traspaso de testigo que se produjo nada menos que hace cinco décadas, a principios de los años sesenta. Este hecho lo celebra Cajamar, pues la entidad almeriense ha nacido como respuesta a las necesidades de financiación del sector y ha ido creciendo en paralelo al campo almeriense, siempre cogidos de la mano en sus trayectorias. De hecho, la caja rural almeriense es hoy el gigante financiero del sistema cooperativo gracias, en buena medida, a su mejor cliente, la agricultura intensiva almeriense. Y este ha recibido a cambio, además de financiación para el invernadero, almacenes y maquinaria, garantías de cobro y asesoramiento en el proceso de internacionalización que hoy lidera este sector en Andalucía, además de apoyo en actividades de investigación que el campo no puede acometer, en muchos casos, por sí mismo.

Por este motivo, tras la presentación del informe de campaña, se proyectó el documental 50 años de invernaderos en Almería, producido por Cajamar Caja Rural como conmemoración del aniversario del inicio de la agricultura intensiva en nuestra provincia.

La obra, de 30 minutos de duración, ha sido realizada por José Carlos Castaño, con la colaboración del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente y el Museo de Terque, a quienes agradeció su trabajo Juan del Águila, fundador de Cajamar.

En la cinta se relatan los inicios del sistema productivo almeriense y sus perspectivas de futuro, con imágenes inéditas y testimonios de más de 25 personas, entre los que figuran agricultores que vivieron las primeras etapas del desarrollo de la agricultura en la provincia.

Ante un público entregado, con todas las butacas llenas del Salón de Actos del Centro de Cultura, con 300 personas, algunas, incluso, de pie, Cajamar rindió un merecido homenaje al sector hortofrutícola, no sólo con la proyección del documental en sí mismo, sino también con los discursos de sus directivos, con Del Águila a la cabeza.

"Almería ha superado el subdesarrollo en el que estaba sumida, como se observa en este trabajo", apuntó el fundador de la caja rural, que añadió que pone en valor la memoria de los antepasados más recientes, recogiendo su esfuerzo hasta llegar hoy a lo que es el campo. "Pero, ¿qué pasará dentro de 50 años?", se preguntó. A lo que, seguidamente, afirmó, que si la provincia "tiene agua" será más fácil.

La proyección, todo un canto en defensa del esfuerzo y la labor de aquellos pioneros, hizo un recorrido histórico por los orígenes del enarenado, desde la puesta en marcha del primer invernadero, en el año 1963, de 500 metros cuadrados, tipo parral, en la denominada parcela número 24, gracias al trabajo previo del Instituto de Colonización, que permitió la obtención de pozos de agua.

Después vino el salto cualitativo y cuantitativo a raíz de las inundaciones de 1973, cuando se declaró zona catastrófica, lo que provocó la llegada de muchas ayudas, que se invirtieron en mejores invernaderos. A continuación, en 1975, el arranque de la Estación Experimental Las Palmerillas, para promocionar apoyo en investigación al sector. Tampoco se olvidó de la organización posterior en cooperativas y alhóndigas para mejorar la comercialización y enfocarse hacia la exportación.

Entre los testimonios del documental, caras conocidas como Jerónimo Pérez, secretario general de Agricultura, Jerónimo Molina, presidente de Faeca Andalucía; Nicolás Castilla, primer director de Las Palmerillas, Antonio Ortega, expresidente de Cabasc, o el historiador Andrés Sánchez Picón; y otros menos conocidos, pero igualmente importantes: los agricultores Emilio Belmonte o Rosa López, el relojero Juan Ojeda o el corredor Cayetano Moya.