Infraestructuras, identidad cultural y los jóvenes, claves para salvar a quince pueblos
El Instituto de Estudios Almerienses celebró ayer unas jornadas para analizar el despoblamiento de los municipios del interior en el Salon de Actos de Cajamar · Este fenómeno ha diezmado la población de la provincia en los últimos 70 años
¿Hasta qué punto la muerte de un pueblo viene determinada por su desaparición administrativa o por las personas que lo habitan?. ¿Tenemos que dar lugar a que pierda su población para que se organice de otra forma?. Son dos de las cuestiones formuladas por David Uclés, director del Servicio de Estudios de la Fundación Cajamar, en la mañana de ayer durante la celebración de las jornadas denominadas El despoblamiento de los municipios del interior almeriense, organizadas por el Instituto de Estudios Almerienses (IEA).
Preguntas, entre otras muchas, que intentaron vislumbrar las causas y las posibles soluciones a un fenómeno que afecta a la provincia desde principios del siglo XX y que han puesto en peligro de extinción a un nutrido grupo de municipios del interior como Alcudia de Monteagud, Benitagla, Cóbdar, Alsodux, Suflí, Almócita, Castro de Filabres, Olula de Castro, Laroya, Beires o Santa Cruz de Marchena, entre otros, que en la revisión del último padrón no alcanzan o lo hacen por los pelos, los doscientos habitantes.
La jornada, que tuvo lugar en el Salón de Actos de Cajamar, reunió a diversos ponentes especializados en la materia como Rodolfo Caparrós, géografo-urbanista; Andrés Sánchez Picón, profesor de Historia Económica de la UAL ; Cristóbal Guerrero, del departamento de Ciencias del Hombre del IEA; y Resurrección García, del departamento de Geografía y Ordenación del Territorio del IEA.
Resurrección García señaló a la implicación de las administraciones como un férreo acicate a la despoblación porque "son las encargadas de dotar a estos pueblos de carreteras, de centros de salud a menos de 30 minutos, de colegios, de los servicios de recogida de basura, etc.".
Uclés, por su parte, abogó a la unión de los pueblos en "estructuras más complejas" tales como Mancomunidades o grupos comarcales para ofrecer todos los servicios de forma conjunta.
A este razonamiento, el alcalde de Almócita, Francisco García, espetó su "temor" a perder la identidad de los pueblos al agruparse en Mancomunidades. "En Granada hay muchas Mancomunidades de pueblos y no creo que funcionen mejor que nosotros", afirmó.
En este sentido, el regidor destacó que "sabemos de las dificultades que entraña evitar la despoblación pero creemos que podemos escapar y ahí están los Grupos de Desarrollo Rural o los Planes Turísticos que nos están permitiendo poner en valor nuestros recursos".
Durante el debate, que precedió a varias ponencias de los ponentes señalados anteriormente, Uclés subrayó que "a lo mejor resulta que no es una tragedia el despoblamiento. No es algo alarmante porque se veía venir desde hace ya más de 70 años. A lo mejor el éxito es que esos pueblos han ganado en calidad de vida para sus vecinos. ¿Por qué entonces vienen los europeos para vivir en ellos?", arguyó.
En este punto, varios ponentes y asistentes destacaron que las comunicaciones con el aeropuerto y las grandes redes viarias así como el acceso a las nuevas tecnologías (internet) son vitales para evitar el fenómeno de la despoblación ya que son los principales requisitos que los jubilados europeos "exigen" para asentarse en los pequeños municipios "ya que no buscan servicios públicos, porque esos ya los tenían en Londres", matizó Uclés.
En esta línea, el director del Servicio de Estudios de la Fundación Cajamar, fue muy claro a la hora de apuntar que "no todos los pueblos tienen solución, algunos caerán. Es por ello que no podemos cerrarnos a ninguna oportunidad".
Otras de las conclusiones a las que se llegó en la mañana de ayer fue la de reducir el papel de tutelaje que lleva a cabo Diputación y su aligeramiento en pro de destinar parte de su personal a las diferentes comarcas "lo que redundará en que los recursos se podrán distribuir mejor", señaló César Martín, gerente del ADR Almanzora.
Su homónima de Filabres-Alhamilla, Elisa Guerrero, apuntó que "el éxito para subsistir en una comarca como la nuestra con 15 pueblos con un total de 13.000 habitantes es impulsar medidas que mejoren la calidad de vida y cohesionen la identidad cultural. Tenemos que conseguir territorios atractivos para que la gente no se plantee irse".
Y en ese fenómeno, tienen un papel fundamental los jóvenes. "Un pueblo sin niños es un pueblo muerto", sentenció Jesús Contreras, de la Asociación Indalo de Hoz, muy ligada a la comarca de los Filabres. "Yo conocí a los últimos habitantes de pedanías de Gérgal como El Almendral o Las Aneas", afirmó, a la vez que señaló que "en Olula de Castro o Aulago los jóvenes que estudian o trabajan en los grandes municipios de la provincia vuelven los fines de semana y organizan actividades en ellos".
En este sentido, Elisa Guerrero, señaló que una solución para que los jóvenes sigan estando ligados a sus pueblos a pesar de que no vivan en ellos "es que trabajen en ellos a través de sus proyectos empresariales creando vínculos que impedirían su marcha definitiva".
El agua o los centros educativos son otros de los puntos cruciales que apuntalan las causas del despoblamiento. "Hay guerras entre los pueblos para conseguir un colegio ya que con ello se aseguran una familia con niños", explica Uclés. Misma situación, pero diferente matiz, se produce con el abastecimiento de agua. "Muchas personas emigran a otros pueblos más grandes y con el abastecimiento asegurado para evitar cortes que redundan en una merma de su calidad de vida", matiza Contreras.
En lo que concierne a los valores, el debate dentro de las jornadas destacó la necesidad de enseñar a los jóvenes el valor de las cosas que tienen en sus pueblos "porque puede que vuelvan cuando hayan recibido la formación universitaria o de otra índole".
Otro de los problemas que han motivado el despoblamiento, a juicio del alcalde de Serón, Juan Antonio Lorenzo, es la "lentitud" en la ordenación del territorio.
César Martín matizó en este sentido que un estudio de hace quince años de la Cámara de Comercio "daba por desaparecidos para estas fechas a 15 de los 26 pueblos que conforman la comarca del Almanzora. Algo que no ha sucedido. ¿Y por qué?, porque hemos diversificado nuestra economía y los servicios de proximidad a la vez que hemos mancomunado servicios básicos como la recogida de basura".
Por su parte, Rodolfo Caparrós atisbó un halo de esperanza para muchos de los pequeños pueblos que están en peligro de extinción: "matar un pueblo es una cosa muy difícil de conseguir". Caparrós señaló que Rodalquilar murió en 1966 cuando acabó la actividad minera en la zona, "pero eso no significa que haya muerto ya que se ha convertido en un reducto para un cementerio de elefantes que ofrece una forma de vida y atractivos. Un ejemplo que se puede extrapolar a la situación que vive Las Menas de Serón y su importante potencial".
Todas las conclusiones de estas primeras jornadas se editarán próximamente en un libro que editará el Instituto de Estudios Almerienses.
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