Isabel II, una visita frustrante y ruinosa (I)

Crónicas desde la ciudad

Del 12 de septiembre al 29 de octubre de 1862 la reina Isabel II, su esposo y dos hijos mayores (príncipe de Asturias e infanta Isabel), además de un numeroso séquito, recorrieron Andalucía y Murcia

Antonio Sevillano / / Historiador

20 de octubre 2012 - 01:00

DOS semanas atrás la reina de España visitaba oficialmente Almería y tal día como hoy de hace siglo y medio lo hacía Isabel II de Borbón, tatarabuela de Juan Carlos Iº, su marido. La actual monarca rindió viaje a una de las zonas levantinas más castigadas por los desmanes metereológicos que han asolado a las provincias de Málaga, Almería y Murcia. La hija mayor de Fernando VII y de la napolitana María Cristina no se sabe muy bien a lo que vino. En cualquier caso fue la suya un visto y no visto, un fugaz compromiso:

Vienes pronto y te vas temprano, yo no quiero, primita mía, amores breves de cirujano.

Pero aunque no reportó beneficios conocidos a la provincia -salvo a los Dominicos, como veremos-, hablamos de un aniversario histórico que, para no variar, al Ayuntamiento le ha pasado desapercibido. En lugar del adocenado sota, caballo y rey, el área de Turismo ha perdido la oportunidad de brindar hoy sábado a almerienses y foráneos una ruta mañanera paralela a la que aquella transitó. A pie y no en carroza, naturalmente: Puerto, Catedral, Diputación y Gobierno Político (convento de Las Claras), templo de la Patrona y Hospital (Beneficencia y Casa-cuna). Sensu contrario, debemos felicitar a la revista Nova Ciencia que se distribuye en el Campus universitario (con página propia en Internet) por el amplio y oportuno reportaje incluido en el número de este mes.

Desde la expulsión de los moriscos y judíos, no hubo en la historia de España una centuria más convulsa e intensa en acontecimientos político/militares que la del XIX: de las iniciales Cortes de Cádiz e invasión francesa a la Restauración monárquica y guerra de Cuba y Filipinas. Un siglo en el que Isabel II (Madrid, 1830-París, 1904) cobró especial protagonismo hasta la partida a su destierro. Aprovechando la efeméride, este fin de semana relataremos el antes y después de la jornada regia almeriense, rescatando documentos incontestables por su puntual cercanía a los hechos: ejemplares del diario La Crónica Meridional, sesiones de Cabildo y crónicas autorizadas de la visita a Andalucía y Cartagena (Archivo Nacional, de Diputación y Municipal). Tres álbumes abundantes en fotografías (efectuadas por el británico Charles Clifford) y descripción de rincones, monumentos, paisajes, fiestas de sociedad y populares, bailes, corridas de toros, fuegos artificiales, etc.

La primera noticia nos la proporciona un pleno de enero del mismo año en el que el obispo Anacleto Meoro invita al Consistorio a un tedeum y misa por el feliz 5º mes de embarazo de la que sería cuarta hija de Isabel II: la infanta María de Paz Juana, quien, al igual que el resto de sus hermanos, nació fuera del matrimonio legal y eclesiástico contraido con su primo Francisco de Asís. En total media docena larga de partos y abortos de hombres distintos. A esta sesión le seguiría un oficio del gobernador Político José Lafuente Alcántara -una vez parida la reina- ordenando la distribución de 500 reales en limosnas en cada pueblo cabeza de partido judicial y otros dos mil para la Beneficencia domiciliaria en la capital; además de la organización por el Ayuntamiento de dos regatas en el Puerto con sendos premios de 200 reales y que se iluminase el edificio en que tiene lugar las sesiones (se habla de diez mil luces) a fin de solemnizar tan fausto acontecimiento; costes satisfechos naturalmente por las propias arcas Municipales

A la vista de la información aparecida en prensa, aunque "expresada de manera vaga e incierta por no tener carácter oficial", el plenario acordó dirigirse al Gobierno de la Nación para que Almería fuese incluida entre las provincias a recorrer (del 12 de septiembre al 29 de octubre y de la que finalmente no participó Huelva), con encendidas proclamas de adhesión y amor de los almerienses por la familia real. Como era de rigor, nombraron la oportuna Comisión, encabezada por el alcalde Francisco Jover, encargada de la mayor brillantez de dicha jornada. Histórica no solo por "gozar" unas horas de su presencia sino, sobre todo, por el descomunal agujero negro en la Hacienda local que produjo, trampa que el Ayuntamiento arrastró durante años. De ahí el titular de visita frustrante, ruinosa y descabellada... a cambio de nada. Al dato oficial de los desembolsos me remito

El acta de la sesión de 5 de septiembre de 1862, tras concluir una babeante y servil redacción, recoge "que con tan plausible motivo y habiéndose ya celebrado anteriormente una gran reunión de las personas más notables de esta Capital convocadas por el Sr. Gobernador y también de este cuerpo Municipal". Seguidamente dieron cuenta del programa de veinte y tres párrafos diseñados en Comisión de los que se modificaron los relativos a la carrera y tránsito y a la no necesidad de demoler, dada la premura de tiempo y carestía, ningún edificio del recorrido. Distintos concejales se responsabilizaron de la iluminación del Malecón y Puerto (caso de que llegase o partiese por la noche); luminarias y exorno de la Casa Consistorial y plaza de La Constitución, contratar los fuegos artificiales, preparar los carruajes y caballos "que han de ocupar la Real familia, su servidumbre y demás altos dignatarios que la acompañan", disponer los arcos triunfales y organizar la banda de Música (finalmente fue la Municipal y la del Rgmto. de América), "ordenar lo conveniente respecto a los toques de señal que ha de dar la campana de la Vela" y "designar los alojamientos donde deban hospedarse los Sres. Ministros, Generales y demás altos dignatarios" (mañana indicaremos las viviendas particulares que se acondicionaron).

Solo faltaba concretar de qué partidas presupuestarias se iban a detraer los cuantiosos fondos, ¡cien mil reales de la época!, necesarios para tales festejos. He aquí en detalle lo expuesto al gobernador Político para su aprobación; locura que por supuesto aprobó por oficio de 1º de octubre:

Ochenta mil reales que en el capítulo 6º estaba consignado para la construcción del nuevo cementerio y que, por un defecto de forma del proyecto, debía quedar en suspenso hasta el ejercicio del siguiente año. Ocho mil reales del capítulo 1º, dotación de la plaza vacante del arquitecto Municipal y

Once mil reales sobrantes del capítulo 11º (sin especificarse que comprendía). A ellos debemos sumar otros mil seiscientos destinados a los presos de la Cárcel provincial "amnistiados graciosamente por su Majestad".

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