Ignatius 500

Los jesuitas de Almería conmemoran la conversión de San Ignacio de Loyola

  • El Año Ignaciano recuerda la experiencia que hace 500 años transformó al fundador de la Compañía de Jesús propiciando el encuentro con Dios de multitud de personas

Los jesuitas de Almería conmemoran la conversión de San Ignacio de Loyola

Los jesuitas de Almería conmemoran la conversión de San Ignacio de Loyola / Rafa González

¿Quién no sueña, y más cuando se es joven, con alcanzarlo todo? Ansias de vencer, de demostrar la valía. Eso le pasó también a Íñigo, el hijo pequeño de la casa de Loyola, que intentó labrarse un futuro prometedor en la España de los Reyes Católicos sin ser consciente entonces del giro que daría, no solo su vida, sino la de millones de personas a lo largo de la historia. El joven que quiso tenerlo todo y “fracasó”. Han transcurrido casi 501 años desde que el 21 de mayo de 1521 cayera herido por el impacto de una bomba que lanzó el ejército francés durante su asedio a la ciudad de Pamplona. Una experiencia que transformó a Ignacio de Loyola para siempre; de ahí salió un proceso paulatino de cambio, de transformación y superación y dio lugar a una espiritualidad que ha propiciado el encuentro con Dios de multitud de personas de generación en generación.

Y es precisamente esta experiencia y cómo su herida fue un camino espiritual, una experiencia integral y un ser abierto al otro, lo que la Compañía de Jesús está conmemorando: el Año Ignaciano, 'Ignatius 500', recordando la transformación de su mirada, de su ser, de su forma de cuidar y de su forma de vivir a la cual “llamamos conversión”, afirma el jesuita Daniel Izuzquiza. Un proceso de conversión que se inició durante la convalecencia de Íñigo en Loyola, que se profundizó en Manresa (Barcelona), durante casi un año, y que le acompañó durante el resto de sus días.

El Año Ignaciano, 'Ignatius 500', recordando la transformación de su mirada El Año Ignaciano, 'Ignatius 500', recordando la transformación de su mirada

El Año Ignaciano, 'Ignatius 500', recordando la transformación de su mirada / Rafa González

Además de recordar un acontecimiento histórico de importancia universal, los jesuitas y la familia ignaciana lo viven como una oportunidad de actualizar esa experiencia, la que nos relata Izuzquiza en la Parroquia San Ignacio en el barrio de Piedras Redondas. Un templo que destaca por su luz y desde el que se acerca la vida de San Ignacio y la espiritualidad ignaciana a todos los almerienses, máxime en estos tiempos de pandemia en los que todos tenemos una herida abierta. Herida que los cuatro jesuitas que a diario se desviven por la comunidad en Almería intentaron “curar” durante el confinamiento abanderando la innovación para acercarse a quienes más les necesitaban. Un barrio obrero, con un alto porcentaje de población mayor a la que aliviar la soledad resultaba difícil teniendo que mantener distancias, pero a los que nunca se abandonó. “Desde la compra de alimentos o medicinas para llevárselos a casa”, matiza Izuzquiza, por parte de los voluntarios que habitualmente acompañan a los mayores del barrio para no se sientan solos, hasta “hacer sonar cada día a las ocho de la tarde Paquito el Chocolatero”, nos apostilla para nuestra grata sorpresa.

Han transcurrido 111 años desde que la Compañía de Jesús llegó a Almería. Asentados en el centro de la ciudad, los jesuitas apoyaron desde el principio “a la Compañía de María en su tarea en la formación de la mujer, impulsaron vigorosas congregaciones marianas, difundieron los Ejercicios Espirituales y se hicieron presentes en barrios marginales como las cuevas de la Chanca”, relata.  Cabe recordar que, durante los primeros compases de la Guerra Civil, tres jesuitas, los padres Luque, Sayán y Santaella, fueron asesinados; ahora dan nombre a tres calles de la capital almeriense.

Cuatro jesuitas a diario se desviven por la comunidad en Almería Cuatro jesuitas a diario se desviven por la comunidad en Almería

Cuatro jesuitas a diario se desviven por la comunidad en Almería / Rafa González

No sería hasta hace cuatro décadas, en el año 1982, que la Compañía de Jesús asumió oficialmente la atención pastoral de las parroquias de los barrios de Piedras Redondas, los Almendros y Colonia Araceli. En 1983, “la comunidad jesuita se trasladó desde el centro de la ciudad a su ubicación actual, en el barrio periférico de Piedras Redondas”, afirma.

Así pues, si el itinerario del “peregrino Ignacio” le llevó desde su Loyola natal a Roma (pasando por Manresa, Barcelona, Jerusalén, Alcalá, Salamanca, París y Venecia), sus sucesores, los jesuitas, “recorrieron un camino que les trajo a Almería y les lleva hoy a permanecer entre nosotros, con el vigor y la creatividad de siempre”, añade.

En 1982 la Compañía de Jesús asumió oficialmente la atención pastoral de parroquias en Almería En 1982  la Compañía de Jesús asumió oficialmente la atención pastoral de  parroquias en Almería

En 1982 la Compañía de Jesús asumió oficialmente la atención pastoral de parroquias en Almería / Rafa González

Por eso, también Almería se ha sumado a la celebración del Año Ignaciano. En primer lugar, con una eucaristía que presidía el obispo de la diócesis, Antonio Gómez Cantero, el 12 de marzo en la parroquia de San Ignacio de Loyola, en el barrio de Piedras Redondas. Además, los jesuitas de Almería han organizado un ciclo de conferencias con algunos de los más reconocidos especialistas del momento en el panorama nacional, siguiendo el hilo conductor del itinerario personal de San Ignacio: Pamplona, Loyola, Roma. Así, el sociólogo jesuita José María Rodríguez Olaizola, hablaba hace unos días sobre los retos de hacernos adultos en un mundo complejo. “Cuando la vida te quiebra la pierna” es su título, que evoca la herida de Ignacio en Pamplona y su convalecencia posterior en Loyola. El ciclo continuará en el mes de abril, concretamente el día 19, con la presencia del también jesuita Javier Melloni, uno de los mayores especialistas mundiales en mística y diálogo interreligioso. Se centrará en el periodo vivido por san Ignacio en Manresa y, con el título “Ver nuevas todas las cosas en Cristo”, abordará la novedad de la experiencia espiritual de Ignacio de Loyola y el modo en que puede iluminar nuestras vidas. 

Finalmente, el jueves 26 de mayo, la teóloga Mariola López Villanueva, religiosa del Sagrado Corazón de Jesús, expondrá las claves de la mística ignaciana, una espiritualidad apostólica, de ojos abiertos y con los pies en la tierra. Su ponencia se titula “En todo amar y servir”.

En este mismo contexto, el padre Juan José Martín Campos, prefecto de pastoral de la Santa Iglesia Catedral, ha organizado una serie de meditaciones cuaresmales, que han tenido lugar entre los días 21 y 24 de marzo, y que, con motivo de este año ignaciano, estuvieron a cargo de los cuatro jesuitas de la ciudad, encargados de presentar el itinerario de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, ofreciendo un marco explicativo general, unas pistas de reflexión personal y unas pautas de oración.

400 años desde que fuera declarado santo

Hace 400 años, concretamente el 12 de marzo de 1622, Ignacio de Loyola era declarado oficialmente santo. Junto a él, otros tres españoles subieron a los altares: san Francisco Javier, santa Teresa de Jesús y san Isidro Labrador, además del italiano san Felipe Neri. Por este motivo, la Compañía de Jesús está celebrando en todo el mundo un año jubilar ignaciano, a lo largo del curso 2021/22. La fecha central escogida para la efeméride era el 12 de marzo, día en que el papa Francisco celebraba una solemne y gozosa eucaristía en la Iglesia del Gesù en Roma. Cabe destacar que el papa Francisco es el primer jesuita a la cabeza de la Iglesia, marcando un hito ya que su elección fue una gran sorpresa: por ser un jesuita, porque era latinoamericano e incluso por su edad. Aunque ya había sido obispo durante mucho tiempo, uno de los votos de los jesuitas es la renuncia a aspirar a ser obispo o a otros oficios eclesiásticos. 

Impulso apostólico, educativo y social jesuita

Hace 75 años comenzó a funcionar el grupo escolar Loyola, adscrito pronto a las Escuelas de la Sagrada Familia (SAFA), fundadas en Úbeda en los años de la posguerra y dedicadas desde entonces a la educación y promoción social del mundo popular, obrero y rural. Una labor que no es más que otro de los ejemplos del impulso apostólico, educativo y social de los jesuitas en Almería.

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