Almería

José Arcadio 'El Melillero', el joven que gritaba atado a una cama en el vídeo de Tierras de Oria

  • El joven detenido por rociar con ácido a su exnovia y una amiga en Cártama aparecía inmovilizado en las imágenes de 2011 con las que se trató sin éxito de criminalizar el desempeño de los profesionales del centro de menores almeriense. Ha sido uno de los internos más conflictivos

José Arcadio 'El Melillero', el joven que gritaba atado a una cama en el vídeo de Tierras de Oria

José Arcadio 'El Melillero', el joven que gritaba atado a una cama en el vídeo de Tierras de Oria

Sujeto a una cama, boca abajo, con los tobillos y muñecas atados con correas. Entre lamentos y gritos de dolor el vídeo grabado en julio de 2011 mostraba a un joven indefenso como víctima de un maltrato habitual en el centro de menores Tierras de Oria. Pero nada más lejos de la realidad. La sujeción mecánica era el último recurso al alcance de los educadores ante determinados brotes de violencia de los internos más peligrosos. El de la imagen, ese adolescente desvalido que lloriquea, es José Arcadio 'El Melillero' y en aquella ocasión fue amarrado a la cama por agresiones, insultos y amenazas al personal con riesgo de autolesión. Ha sido uno de los jóvenes más conflictivos que ha pasado por esta institución almeriense por su carácter agresivo y manipulador. Reincidente y con un amplio historial delictivo fue internado en varias ocasiones en Tierras de Oria sumando más de dos años de estancia que nunca olvidarán los que padecieron los ataques físicos y psicológicos con los que trataba de amedrentar a trabajadores y compañeros.

Este joven de 26 años detenido esta semana por rociar con ácido a su exnovia y una amiga en Cártama ya era "carne de cañón" en 2011, uno de los jóvenes con medidas de justicia juvenil que difícilmente harán posible su reinserción. Peleas habituales, amenazas e insultos sin distinción marcaron su paso por Oria y evidenciaron el peligro que suponen determinados internos para la integridad de unos profesionales con los que conviven largas jornadas sin ningún tipo de protección. Y fue precisamente 'El Melillero' el protagonista del polémico vídeo con el que extrabajadores de seguridad y el presidente de la plataforma centrosdemenores.es, Alfonso Galiana, trataron en febrero de 2015 de criminalizar sin éxito el desempeño de Tierras de Oria. Con miles de visualizaciones e informaciones que ponían el foco en el presunto maltrato habitual a los jóvenes se cuestionó y menospreció el buen hacer de los profesionales.

La Fiscalía de Menores de Almería archivó el caso pocos meses después al no apreciar infracción por parte del entonces director del centro, Manuel Madrid, ni de ningún trabajador en la aplicación de las medidas de contención y de sujeción mecánica sobre dos menores, pero la denuncia de GINSO, asociación sin ánimo de lucro que administra Tierra de Oria, siguió su curso y el 9 de noviembre del pasado año el Juzgado de lo Penal número 2 impuso una pena de dos años y medio de prisión a Alfonso Galiana por distribuir las imágenes sin permiso ni autorización de los jóvenes atados a una cama por un delito de revelación de secretos. De hecho, parte de la condena se cimentó en la imposibilidad de localizar a José Arcadio, en paradero desconocido con órdenes de búsqueda y captura, porque el segundo de los internos sí que perdonó a los acusados y los vigilantes que lo grabaron fueron absueltos.

El exdirector de Tierras de Oria valoró en ese momento que la sentencia demostraba "el buen trabajo y la atención a los internos por parte de una plantilla que hace su labor de una forma inmejorable y brillantísima" y años más tarde la enésima fechoría de 'El Melillero', capaz de rociar con ácido a dos jóvenes que siguen hospitalizadas, ha evidenciado que la retención puede ser una herramienta imprescindible para controlar episodios de agresividad, violencia y autolesiones que son demasiado frecuentes en este tipo de instalaciones de justicia juvenil. José Arcadio ha venido siendo condenado desde hace más de una década por tráfico de drogas, maltrato a sus parejas, amenazas, robo con fuerza e intimidación, delitos contra la seguridad vial y pertenencia a grupo criminal. 

Llevaba un año dando esquinazo a la justicia pese a tener siete órdenes de busca y captura desde enero del pasado año. Tres de esas requisitorias –por lesiones, robo con fuerza y robo con violencia o intimidación– suponían su inmediato ingreso en prisión. Las otras cuatro, por malos tratos o conducir sin permiso. Más de 20 reseñas policiales de un hombre violento y reincidente, que se había convertido en objetivo prioritario de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado tras el suceso de Cártama, que un día apareció como víctima indefensa de un maltrato con el que se quiso empañar la labor de una institución educativa y de reeducación social con 130 plazas enclavada en el Valle del Almanzora desde 2002.

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