Casa de José Jover y Marquesado de Cabra (y II)

Casa de José Jover y Marquesado de Cabra (y II)
Casa de José Jover y Marquesado de Cabra (y II)

29 de enero 2012 - 01:00

PPESE a los problemas heredados de la anterior centuria, la floreciente burguesía almeriense nacida alrededor del comercio interior y exterior, vía marítima, se ve notablemente fortalecida económicamente según avanza el cada vez más convulso siglo XIX (asonadas militares, Gobiernos cambiantes, guerras civiles) gracias al descubrimiento de ricos filones de plomo en las sierras mineras de Gádor y Almagrera y a la creciente demanda de uva de mesa para le exportación. Familias de sonoros apellidos, autóctonos o extranjeros, emparentan entre sí obedeciendo a rígidos patrones endogámicos, surgiendo nuevos miembros con acusado sentimiento de clase social. Una burguesía ilustrada superadora del Antiguo Régimen, es decir, de los anteriores propietarios urbanos y hacendados agrícolas de la Vega y localidades cercanas. Entre ellas la muy versátil saga Jover.

MARIQUITA JOVER

María Jover y Greppi, la segunda hija habida del matrimonio entre José Jover Giral y María Greppi Fernández de Nalda (a su vez hija del comerciante Bartolomé Greppi), nació en 1832 y fue bautizada en la parroquia del Sagrario. Por razones de estudio, familiares u otras que ignoro, residía en la Corte isabelina durante el Decenio Moderado (1844-1854) y allí conoció a Martín Belda Mencía, a la sazón funcionario del Ministerio de Gobernación y diputado a Cortes por Cabra (Córdoba). La joven se enamoró perdidamente de él y la pareja hizo planes de boda en contra de la opinión de su padre que veía en el pretendiente, más allá del amor que decía profesarle, un manifiesto interés por administrar la fortuna de la bella Mariquita (18 años). Finalmente el enlace se consumó una vez superada la oposición paterna. José Garrido, biógrafo del político egabrense, nos cuenta:

Martín Belda había cumplido treinta años y permanecía soltero. Sintiéndose seguro en su carrera política y disfrutando de una posición económica desahogada se propuso contraer matrimonio. A mediados de 1850 se había prendado de María José Jover y Greppi, de la que apreciaba su belleza y su dinero. Mariquita, pues así la llamaba cariñosamente, era hija de José Jover Toro (equivoca Toro por Giral), rico hacendado de Almería, quien recelaba de las intenciones de Belda, pues lo consideraba un advenedizo no apropiado para su jovencísima hija de dieciséis años (tenía 18 cuando los esponsales).

A pesar de la oposición de los padres, el enlace tuvo lugar en Madrid el 14 de noviembre de 1850. Ofició la ceremonia el Cardenal de la Diócesis; la madrina fue la "Señora de Sevillano" y el padrino nada menos que el Conde de San Luis… Martín Belda pudo dejarse llevar al altar por puro interés crematístico, pero bien pronto quedó prendado de la belleza y simpatía de María. Desafortunadamente, la dicha conyugal no duró mucho. Después del nacimiento de un hijo, que murió infante, Martín y Mariquita rompieron sus relaciones, y aunque no se anuló el matrimonio de hecho, hasta el final de sus días mantuvieron vidas separadas.

El vínculo, de derecho, continuó aunque se mantuvieron alejados por cientos de kilómetros: uno en Madrid y la otra en Almería. Al fallecer éste en 1882, María seguía ostentando el título de marquesa consorte de Cabra, concedido por Alfonso XII; así figura en su Certificado de Defunción y en la esquela mortuoria publicada en prensa.

María Jover se refugió con su servidumbre en una casa de la calle Arráez, aledaña a la principal, que no ocuparía definitivamente hasta finalizar las obras de reparación tras su derrumbamiento. Vecina del convento de Las Puras (las monjas claustrales insertaron una nota en los periódicos recordando los méritos de su amiga y benefactora, además de ofrecer misas por el eterno descanso de su alma), compartió horas de devoción con ellas y llevó una vida austera. No obstante, al fallecer se encontraba, sorprendentemente, casi en la bancarrota económica. En su desmedida generosidad se justifica la merma de la dote heredada. Murió el 28 de julio de 1907 a la avanzada edad de 75 años de edad a consecuencia de una "anemia perniciosa". Testó ante el notario Francisco Rico, no dejó descendencia y fue enterrada en el panteón de su prima Carmen Jover. La Crónica Meridional no se extendió en detalles:

D.E.P. Ha fallecido en esta capital la distinguida señora Dña. María Jover y Greppi, marquesa viuda de Cabra, que entre todas las clases de la sociedad almeriense contaba con muchas simpatías.

HUNDIMIENTO Y MUERTE

Del inmueble de planta baja y principal que ocupa un área de 835 metros cuadrados tras distintas segregaciones de la finca matriz, no se conservan planos, proyecto ni nombre del arquitecto, aunque nos inclinamos por Juan Bautista Domínguez, quien por esas fechas reformó la plaza de La Constitución (Plaza Vieja). Por un memorándum de protesta de los herederos de José Jover y Giral ante el intento del Ayuntamiento de realinear la anchura de la calle Arráez (1872), sabemos que entre 1838 y 1840 se levantó de nueva planta "el edificio, único de arte en la calle, de moderna construcción, valorado en más de un millón de reales", ya que este fue el plazo concedido a su propietario para "la alineación de su fachada".

Al alborear del 9 de febrero de 1879 las campanas de la catedral y del resto de iglesias y conventos tocaron a rebato. Pronto se comprobó que no era un incendio sino el hundimiento de la vivienda habitada por la viuda de José Jover. A las seis de la mañana la situación era dantesca. Un ruido ensordecedor, "como cuando se descargan varios carros de escombros; repitiéndose a los treinta segundo el mismo ruido que hizo levantarse de sus lechos a muchos de los vecinos", anunciaba la tragedia. Al ceder uno de sus pilares, la cúpula que cubría el patio principal se desplazó, horadando el techo y cayendo en vertical sobre una habitación del ala derecha en la que se hallaba gravemente enfermo el hijo mayor y su madre, esposa y una criada cuidándole. Cuando los extrajeron de los escombros comprobaron que habían fallecido prácticamente en el acto. Dos, horriblemente mutilados por los cascotes (la viuda de Jover y su hijo José) y otros dos por asfixia (Luisa Martínez Medinilla y Orozco, marquesa de Vallmediana, esposa de aquel, y la moza a su servicio, Francisca Cózar Cortés; ambas naturales de Úbeda). En medio del dolor nuestra protagonista certificó la pérdida de sus seres más queridos. Una semana demoró el marqués de Cabra su consuelo a la afectada (en agosto regresó para unos trámites notariales e intento de reconciliación):

(LCM, 15/02/1879). Según vemos en nuestros colegas locales, han llegado a esta capital los Sres. D. Martín Belda, D. Martín Botella y un hermano de la Sra. Doña Luisa de Medinilla, esposa que fue del señor D. José Jover y Greppi.

Si la casa había sido construida por D. José Jover y la hija heredera no hacía vida marital desde tres décadas atrás con su esposo Martín Belda ¿por qué se empeñan en llamarla de los "Marqueses de Cabra", en plural? Solo lo justifica la desidia y el desconocimiento de nuestra propia historia.

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